El brinco en solitario de Braian Samudio para la apertura de la cuenta. ¿Cuántas veces los paraguayos le han anotado goles a Chile de esa manera?

Fue un partido trabado, enredado, áspero. Tal como lo quería el equipo paraguayo, que con el oficio que lleva en su ADN deportivo superó por 2-0 a un cuadro chileno que cayó en ese predicamento, sin encontrar las alternativas para poder imponerse ante tal situación en el cierre de su participación en la fase de grupos de la Copa América de Brasil.

Revés que complica las opciones de la Roja de cara a los que serán los cuartos de final, ya que dependiendo de los resultados que se podrían anotar en la última fecha se podría topar con los locales.

A grandes rasgos, el equipo chileno acusó la falta de claridad para desarmar el esquema rival, la falta de un hombre que con pases largos desestrabara la muralla que opuso el contrincante y posibilitar espacios para el remate a puerta. Para peor, con el transcurrir de los minutos las ansias por maquillar el marcador desordenó aún más a los dirigidos de Martín Lasarte.

La muralla guaraní. Paraguay apostó a la contra –era que no-, intentando por las puntas cuando tenía el espacio. Para evitar aquello, Francisco Sierralta se adelantaba para tomar a Carlos González en mitad de cancha y dificultar la salida guaraní. Salida que nacía desde un 3-5-2 que mutaba a 3-2-3-2 sobrepoblando el mediocampo, tornando a ratos muy trabado el desarrollo del partido cortándose los circuitos.

La muralla guaraní se fortaleció cuando uno de los volantes centrales retrocedía y se metía entre los dos centrales de su correspondiente lado. Así, mientras Ángel Cardozo Lucena se ubicaba entre Gustavo Gómez y David Martínez, Mathias Villasanti hacía lo propio entre Martínez y Junior Alonso. Y si los intentos de ataque chileno eran por los bordes, el respectivo lateral también retrocedía.

De esta manera, cuando atacaba Chile siempre se encontraba, mínimo, con cuatro hombres bien ubicados, esperando. Es decir un 4-3-1-2, con Miguel Almirón a la expectativa para hilvanar algún asomo de ataque.

Intentos chilenos. Charles Aránguiz y Arturo Vidal se adelantaban para empujar a sus compañeros y encontrar la habilitar por los costados, buscando también la potencial entrada de los laterales; o tal vez, por el medio a Eduardo Vargas. Sin embargo, los paraguayos se fueron entusiasmando y empujaron, a ratos, a la Roja hasta su sector. Con eso, la disposición nacional se fue diluyendo.

Sólo cuando Chile comenzó con el toque rápido, a lo largo de la cancha, pilló espacios para buscar el centro. Pero hombres que debían crear, como César Pinares, se perdían en el tramado paraguayo.

Sin espacios. Tan efectiva fue la propuesta de los paraguayos, que propiciaron que Eugenio Mena no pudiera protagonizar sus acostumbrados piques sobre la banda porque siempre se topó con un rival encima. Idéntica situación vivida con Mauricio Isla al otro lado.

Ante eso, Chile intentaba esconder la pelota en el medio para encontrar algún resquicio, pero tanta burocracia de pases terminaba por enredar a la Roja. No había algún jugador que se “saliera de libreto” para romper ese cerrojo, como para desordenar un rato ese esquema férreo.

Pelotas muertas. Se había indicado en los días previos que si bien la cabina técnica había conformado un buen armado defensivo, los goles que le habían hecho a Chile nacían de pelota muerta –tiro libre o corner-. Así sucedió con la apertura de la cuenta, y el testazo en solitario de Braian Samudio. Añosa receta del centro a la olla que a los paraguayos, de cuando en cuando, le funciona con Chile. ¡Si en el 85 le anotaron a la Roja dos goles de esa factura en Asunción! ¡Hace 36 años! ¡Y en el 81, el día del gol del Pato Yáñez, don Elías Figueroa quedó con hematomas en la cabeza por tanto centro que despejó! Pasa el tiempo y no se aprende la lección.

La postal grafica lo que fue el partido en Brasilia: los chilenos constantemente chocando contra los defensores guaraníes.

Moviendo el esquema. Ante tal panorama para el segundo tiempo Martín Lasarte sacó a Tomás Alarcón –neto volante defensivo- para enviar a Jean Meneses, que se podía enganchar por la derecha para intentar la salida rápida. O sea, un 4-1-3-2, centralizándose Charles Aránguiz en su sector del mediocampo.

Se esbozó en los inicios del segundo tiempo, con esa variación, un mejor cariz del equipo chileno. Pero el penal terminó por definir el tema enredando y haciendo caer en errores a los chilenos, mientras que los paraguayos por ahí se atrevieron un poco más para intentar aumentar la cuenta.

El chiste del VAR. Mención aparte a lo sucedido en el minuto 71, con el rechazo con el puño del zaguero paraguayo, que saltó con el brazo extendido. Cinco minutos de polémicas discusiones tras los cuales el juez Wilmar Roldán, después de protagonizar la ceremonia de ver en la pantalla la jugada en cuestión, determinó que no había nada.

Ya parece chiste –un chiste de muy mal gusto- que cada vez que hay una jugada de ese tipo que podría favorecer a la Roja, resulta que no se sanciona. Pero si le ocurre al contrincante, ahí sí que se determina la pena máxima. Insólito.

Lo que se viene. Con este resultado, Chile se anota con 5 puntos en el Grupo A del certamen y quedó, momentáneamente, en el tercer puesto escoltando a Argentina (7 puntos) y Paraguay (6). Detrás de los chilenos marchan Uruguay (4) y Bolivia (0).

La última fecha del pentagonal se jugará el próximo lunes 28 de junio con los duelos Bolivia vs. Argentina y Uruguay vs. Paraguay. Si en este último lance ganan los charrúas o hay empate, Chile terminará en el cuarto puesto –y aparecerá Brasil en el camino, justo lo que se quería evitar-; si vencen los guaraníes, la Roja mantendrá el tercer lugar. Comiencen a hacer sus apuestas.

CHILE 0-2 PARAGUAY

CHILE (4-2-2-2): Claudio Bravo; Mauricio Isla, Gary Medel (67’ Enzo Roco), Francisco Sierralta, Eugenio Mena; Charles Aránguiz, Tomás Alarcón (46’ Jean Meneses); Arturo Vidal, César Pinares (67’ Pablo Galdames II); Eduardo Vargas y Ben Brereton. DT: Martín Lasarte

PARAGUAY (3-5-2): Antony Silva; Gustavo Gómez, David Martínez, Junior Alonso; Alberto Espínola, Ángel Cardozo Lucena (83’ Gastón Giménez), Mathías Villasanti, Miguel Almirón (76’ Antonio Bareiro), Santiago Arzamendia (83’ Omar Alderete); Carlos González (76’ Oscar Romero) y Braian Samudio (62’ Ángel Romero). DT: Eduardo Berizzo

Goles: 0-1, 33’ Braian Samudio (Par); 0-2, 57’ Miguel Almirón (Par) de penal

Árbitro: Wilmar Roldán (Colombia)

Estadio: Nacional Mané Garrincha de Brasilia