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Más o menos desde que ganó el Óscar por su actuación en “The Silence of the Lambs” (El Silencio de los Inocentes) personificando a Hannibal Lecter. Desde ese entonces, años más años menos, que Anthony Hopkins se distanció de su única hija, Abigail.

Fue desde ese entonces que el actor británico-estadounidense generó una carrera prolífica que lo situó en un lugar de privilegio, principalmente en cine. Además, está presente en “King Lear” (El Rey Lear), una de las tragedias de William Shakespeare que adaptó la BBC y que podrá verse desde la semana que viene.

Ahora, sin embargo, se destaca como el doctor Robert Ford en “Westworld”, gran serie de televisión de la señal HBO. Y es ahora también que Hopkins hizo una cruda confesión sobre Abigail, mostrándose displicente y sin importarle el lazo sanguíneo que, quiera o no, lo seguirá uniendo a ella.

La entrevista con Radio Times fue extensa, pero todos los temas quedaron en segundo plano cuando se le consultó por ella -quien incluso se cambió el apellido “Hopkins” por Harrison”- y por si lo había convertido en abuelo.

“No tengo ni idea. La gente se separa. Las familias se dividen y ya sabes, “sigue con tu vida”. La gente toma decisiones. No me importa. Hace frío. Porque la vida es fría” fueron las palabras del intérprete. Además, justificó la distancia al decir que “a los niños no les gustan sus padres”, agregando que “no es necesario que se amen”.

Abigail, quien fue criada por su madre, Petronella Barker desde que se divorció de Hopkins cuando tenía 4 años, pasó a llamarse Harrison no solo porque no guardó siquiera una mínima intención de acercamiento con su padre biológico.

Lo hizo también para forjar una carrera por sus propios medios, sin el beneficio -que a veces también se convierte en presión- de portar un apellido tan ligado al cine.

Tal como ocurre en El Rey Lear, donde el experimentado artista de 80 años encarna a un hombre que lleva adelante una relación difícil con sus hijas, Hopkins vive esa misma situación pero en la vida real.