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Series de TV: El arte de capturar y mantener audiencia

Personajes que no dejen indiferentes, pilotos que cautiven desde la primera vez y situaciones que nos identifiquen son algunas de las claves de esta exitosa industria.

Guía de: Series de TV

Ser la menor de cuatro y llevarse por, al menos, diez años con las personas que viven en tu casa es muy semejante a ser hija única. Simplemente no se habla el mismo idioma, sientes que no te entienden y no terminas de encajar.  Entonces comienzas a buscar cosas que hacer para pasar el tiempo y no hay mejor remedio que ver la vida de los demás para sentirse mejor con la de uno.

Las series de TV siempre tuvieron en mí una especie de efecto placebo, como si no hubiera nada ni nadie más presente durante la media hora o los 60 minutos que dura una serie. En un comienzo por esos 30 o 60 minutos tu vida desaparece, entras a otra realidad y, por muy ficción que sea, los personajes se vuelven parte de tu vida.

Series de TV

Foto: AP

"I Love Lucy" fue la primera sitcom que se transmitió en el mundo.

De pronto te encuentras discutiendo con tus amigos sobre las historias de estos personajes como si fueran parte del grupo y, al tiempo, escuchas una canción en la radio y no puedes evitar acordarte de cierta escena. Entonces te das cuenta de que incluso tienes tu propio soundtrack de vida heredado directamente de tus series favoritas y temas como With or without you de U2 nos recuerdan a Rachel y Ross en “Friends”, Joung folks de Pete Bjorn al inicio del primer capítulo de “Gossip Girl” y Don`t stop believe y Faithfully de Journey al final de temporada de “Glee”, cuando compiten en las Nacionales.

No sólo eso, también hay que reconocer la inteligencia de los guionistas que con sus quotes o citas nos pueden dejar con la boca abierta. Esa frase que da justo en el blanco y que uno dice ¿por qué no se me ocurrió a mi primero?

El arte de hacer TV y, más específicamente, series de TV consiste en reunir un conjunto de condiciones que atraigan al público y lo mantengan en sintonía. No basta con crear una historia y personajes para hacerlas parte de nuestras vidas, hay que volverse personal para lograr que una vez a la semana, ya sea por 30 o 60 minutos, el público se sienta parte de esa otra realidad.

Ya desde los inicios de los años 50, cuando se implantó la televisión comercial y se dio inicio a la programación regular, los productores empezaron a adaptar populares programas radiales a este nuevo formato. Entonces en 1951 se creó el primer sit-com llamado “I Love Lucy” (Yo amo a Lucy), comedia creada y protagonizada por la comediante Lucille Ball y su esposo, el músico cubano Desi Arnas.

Friends

Foto: Reuters

“Friends” ya lleva varias temporadas fuera de pantalla pero sus fanáticos aún recuerdan cada momento de la vida de sus personajes.

Cada semana el público se reunía frente al televisor para ver y reír con este matrimonio en escenas que generalmente tenían lugar en la sala de estar o en la cocina de Lucy y Desi. El éxito fue inmediato y el sit-com fue transmitido en EE.UU. desde el 15 de octubre 1951 hasta el 6 de mayo de 1957, convirtiéndose en la comedia televisiva más vista de todos los tiempos y rompiendo los prejuicios sociales de la época.

La clave, al menos para mí, está en el piloto o primer episodio, si éste es atractivo uno seguirá viéndola y, para eso, hay que cuidar hasta el más mínimo detalle, desde los actores a las locaciones, el vestuario, la música, los diálogos y otros.

Debe haber una historia interesante que a uno lo mantenga intrigado durante toda la temporada, algo así como entretención en dosis, porque, a fin de cuentas, por muy bueno que sea el piloto si el resto de los capítulos no está a la altura la serie termina por decepcionar. Los personajes, que son el corazón de la serie, pueden ser amados u odiados, pero jamás indiferentes, en eso las series tienen un gran punto a favor: el tiempo. A diferencia de las películas, una serie puede explotar diversos aspectos de un mismo personaje, haciéndolo más real y humano, llevando a la audiencia a sentir que lo conocen.

Entonces, una vez por semana, durante 30 o 60 minutos, tu vida deja de ser tu vida y entras en un mundo de fantasía que te hace sentir mejor porque, seamos realistas, en estos siempre hay alguien que está peor que nosotros.

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