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Habiendo ganado seis Grand Slams, convirtiéndose en uno de los grandes de la historia del tenis, es una lástima terminar así. Pero el dinero es el dinero y las deudas son las deudas. Si tienes, conviene deshacerte de ellas. O acabarás como esta leyenda.

Boris Becker es quien, en este momento, pasa por un muy difícil momento financiero al ser declarado en bancarrota. Un Tribunal de la ciudad de Londres así lo dispuso, luego de que, quien en los últimos tiempos había trabajado como entrenador del serbio Novak Djokovic, fuera incapaz de pagar una deuda de 6.7 millones de dólares.

El extenista alemán había contraído esa deuda con el banco Arbuthnot Latham & Co para rehipotecar una vivienda ubicada en Mallorca, España.

Los abogados de Becker habían solicitado una última oportunidad para revertir la situación, argumentando que existían “pruebas evidentes” de que podría devolver el dinero mediante un acuerdo de “refinanciación”.

Este pedido y el de posponer la sesión por cerca de un mes fue desestimado por Christine Derrett, jefa del Registro Civil que se encargó del caso. Derrett señaló “con mucho dolor” que  “tengo la impresión de que estamos ante un hombre con la cabeza enterrada en la arena”.

Y la sensación obvia es que Wimbledon (1985, 1986 y 1989), el US Open (1989) y el Abierto de Australia (1991 y 1996), los títulos de torneos grandes que ganó, quedaron demasiado lejos.

De todas formas, el gran Boris ya sufrió inconvenientes similares en 2002. Tres años después de su retiro, fue sentenciado a 2 años de libertad condicional y a pagar 550 mil dólares por evasión fiscal entre 1991 y 1993.

Con este antecedente de evasión -tan de moda entre estrellas del deporte- y esta última noticia, pareciera que su habilidad y su talento eran raqueta en mano… y que la de los números no es el área en la que mejor se maneja.

Queda más en claro aun teniendo en cuenta que Becker obtuvo, a lo largo de su carrera, más de 25 millones de dólares en premios.