• Mónica Paipa, ex Guía de TV Chilena
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Hay que reconocer que un lunes feriado uno quiere descansar, pero el ser chilenos, el compromiso con nuestro país y el deseo de informarnos con las decisiones que pasan por nuestro Presidente nos obligan a ver este interminable discurso de treinta y tantas hojas condensado en 120 minutos de clichés y lugares comunes.

Foto: Héctor Yáñez

Nada nuevo hubo en el discurso del 21 de mayo.

¿Qué quedó más allá de la Sociedad de las Oportunidades (un american dream #chileanway nombrado a lo menos 327 veces), el cliché manoseado de la tradición republicana que tenemos sólo una vez al año (algo así como ser solidarios sólo en la Teletón), la familia Landeros González (la nueva señora Juanita), los incontables pilares sólidos, grandes y bien cimentados, la pseudo polémica del Chocman (por lejos la más absurda de los últimos 175 años) y las críticas a los bonos electorales de los mismos que aplaudieron esta misma práctica de Frei, Lagos y Bachelet?

Entre lo que destacó estuvo el bono solidario de alimento, que será de $ 40 mil por familia y de $ 7 mil más por hijo y una licitación internacional para la posible creación de un puente que una Chiloé con el continente (algo que ya se propuso en la era Lagos y la era Bachelet desechó por inviable).

¿El resto? Mucho hicimos, pero poco cómo lo hicimos. Mucho haremos, pero poco cuándo lo haremos, mucha forma y poco fondo, mucha inversión y poco de cómo se gastará eficientemente. En resumidas cuentas, lo mismo que venimos viendo los 21 de mayo desde que este discurso se televisa.

Ahora, si bien se pronunciaron algunos grandes cambios y otros no tanto, lo que sí quedó claro es que los discursos del Presidente, al igual que el de sus antecesores en el cargo, siguen sin cambios en su redacción.