• Mónica Paipa, ex Guía de TV Chilena
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Y como muchos pudieron presagiar, el megaterremoto del norte que abriría las puertas del infierno donde pasarían los 4 guerreros del apocalipsis para anunciar el fin del mundo nunca llegó.

La noticia de los últimos 15 días que nos tuvo invadidos en televisión, prensa y radio al final del día no fue más que el clásico fenómeno de masas que los medios usan para generar mucho dinero gracias a la audiencia ávida de este tipo de información.

A sabiendas de quien ganó en esta pasada, mejor centrarnos en el clásico de quién tiene la culpa en este tipo de cosas. Como sociedad chilena, carente de autocrítica siempre diremos que es el chancho, sin mediar que como afrecheros somos campeones mundiales (término que nos encanta cuando aun no le ganamos a nadie en nada).

Los medios no fijan la agenda a su antojo (salvo casos que son dignos de estudio por su genialidad –y por lo general- perversidad), y somos nosotros, la masa crítica, los que decidimos que consumir, cómo, cuándo y de qué forma.

Muchos son los que piensan que los medios tienen la labor de educar y formar a la sociedad. Habiendo trabajado 6 años en medios soy de la idea que los medios son negocios, con dueños que buscan ganar dinero y que el formar a la sociedad no está dentro de sus obligaciones.

La tontera social

Es por lo mismo que los medios capitalizan la tontera social, ven que una pequeña nota sobre un parapsicólogo colombiano prende con agua y estrujan y extienden la noticia porque saben que existen personas (muchísimas lamentablemente) dispuestas a consumirla. Lo mismo pasa con los realities, la farándula, y un largo etcétera de temas que cuestionamos de la boca hacia afuera, pero que en la intimidad los consumimos como si estuviesen bordados en oro.

Es hora de empezar a elevar el debate, porque la pregunta no es si estos son los contenidos que queremos (ya que está claro que nos encantan), sino que si estamos dispuestos a asumir las consecuencias que implican consumir este tipo de noticias, y también de pasada generar alternativas de valor para aquellos pocos que prefieren consumir contenidos que ellos consideren más relevantes.

De pasada también es bueno dejar de mirar a la vereda de al lado y concentrarnos en las pelusas de nuestros ombligos, ya que este megachanterío nos lo ganamos a pulso, y el meganegocio fue para otros.

Dejemos que sean los países que tienen sus necesidades solucionadas los que se sugestionen con el fin del mundo, nosotros tenemos reales problemas que atacar como sociedad, pero tal como siempre un volador de luces nos volvió a nublar el juicio.

Sóbense callados, los llantos a la FIFA.