Azafatas revelan las situaciones más humillantes e inaceptables que han vivido arriba de un avión

El trabajo que muchos ven como soñado, tiene un lado bastante oscuro.

Guía de: Viajes en Avión

La tendencia general es creer que las azafatas tienen un trabajo soñado, viajando por diversas ciudades alrededor del mundo y conociendo lugares con los que muchos solo sueñan.

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Claro que la realidad difiere bastante de esta imagen idílica, partiendo por las largas horas que deben permanecer de pie y, lo más desgastante, las extrañas situaciones que muchas de ellas deben afrontar.

Al menos así se lo revelaron a Infobae dos azafatas, Milla y Elena, de 30 años, quienes contaron las pesadillas que han debido enfrentar en su trabajo. Para comenzar, ellas confirman el dato entregado por un estudio de la Asociación de Sobrecargos, que mostró que el 68% de ellas han sido acosadas sexualmente.

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Por ejemplo, en una ocasión, recuerda Milla, un pasajero le dejó un mensaje bastante explícito: “Me gustaría tener relaciones con alguien que esté trabajando aquí”. Junto con otras situaciones más cuestionables, como gritarles cosas sucias o las típicas tarjetas que les dejan.

Elena en una ocasión, inocentemente, aceptó la invitación de un hombre para conocer Teherán. Grave error, porque la cita terminó con él intentando darle un beso y destacando las maravillas que podría tener para ella recibir su apoyo económico.

El sexo es un tema recurrente también durante los vuelos y a las dos les ha tocado sorprender a parejas que descaradamente están manteniendo relaciones en sus asientos durante los viajes.

El exceso de alcohol es otra de las situaciones con las que tienen que lidiar las azafatas, sobre todo en primera clases, donde ya antes del despegue algunos pasajeros han bebido una cantidad desmedida de champagne, la que luego sigue con vino y el resultado final es que ni siquiera pueden pararse sin ayuda.

Algunos incluso adoptan la actitud del borracho pesado y empiezan a romper las cosas.

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El problema, según Milla y Elena, es que muchos no tiene en cuenta los efectos del cambio de presión y las copas de más se les suben rápidamente a la cabeza. Aún recuerdan el aterrizaje de emergencia que debieron hacer por un pasajero alcoholizado.

Las peores situaciones de todas las viven con los pasajeros alterados, que pierden todo respeto por las azafatas. Por ejemplo, Elena recuerda la situación que vivió con uno de ellos: “Primero comenzó a burlarse de mí cuando estábamos dando la bienvenida (…) Luego me pidió que lo sentara en otro lugar porque no quería sentarse junto a su esposa, pero no pudimos, entonces fue cuando me llamó una tonta y me dijo, literalmente, que tenía una “cabeza de puta””.

Tampoco se le olvida la situación que debió vivir con una pasajera: “Se puso a gritarme porque todo lo que nos quedaba de comer era pasta. Enloqueció por completo y otro pasajero tuvo que intervenir. Yo estaba muy molesta. Tuve que luchar por contener las lágrimas y tuve que encerrarme en el baño”.

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