La Tirana: Los impactantes signos de devoción a la Virgen del Carmen
- José Miguel Infante, Ex guía de Viajes por Chile
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Un pequeño pueblo, situado en plena Pampa del Tamarugal, se convierte todos los años en el punto de encuentro de miles de “viajeros de la fe” que peregrinan por devoción a la Virgen del Carmen, a partir de la segunda semana de julio. Se trata de La Tirana, situado en la comuna de Pozo Almonte, a unos 70 km. al este de Iquique y a 1.800 km. al norte de Santiago.
Los viajeros vienen de Arica, Iquique, Antofagasta, Tocopilla, Santiago u otros pueblos y ciudades chilenas. También acuden de Perú, Bolivia y demás países. A pesar de la amenaza de la influenza y de las frías noches, la fiesta religiosa ha mostrado el fervor de cientos de visitantes y bailarines de las tradicionales diabladas.
La Tirana es un oasis del desierto de Atacama – el más árido del mundo- habitado por unas ochocientas personas. Allí, durante las festividades, no sólo se une lo religioso y lo pagano (sincretismo), sino también bajo una misma devoción se convocan chilenos, peruanos y bolivianos. Sin embargo, su celebración tiene diferentes fechas. Para Chile, el 16 de julio; Perú, el 28 del mismo mes; y Bolivia, el 6 de agosto.
Impresionante devoción
Abundan los relatos de favores concedidos por “la Chinita”, como también llaman a la Virgen. La devoción popular se expresa tanto en los bailes que ofrecen las murgas y comparsas, como en los sacrificios de los peregrinos para pagar sus “mandas” o promesas. Algunos caminan desde Iquique hasta el pequeño poblado. Otros atraviesan el desierto en vehículos propios o colectivos. Se alojan en residenciales o casas de vecinos, mientras otros acampan en los alrededores para cumplir con la “patrona”.
Las peticiones recurrentes son por enfermedades graves, trabajo o situaciones familiares difíciles de resolver. Todas las súplicas son expresadas con gran devoción, en un ambiente de profunda religiosidad y de hondas emociones, que impactan.
La leyenda
El origen data del siglo XVI, con el viaje de Diego de Almagro
(1535), al frente de sus huestes españolas y unos diez mil indios provenientes del imperio incaico. En ese grupo iban como prisioneros Huillac Uma, sumo sacerdote del Templo del Sol de Cuzco y su hija Ñusta Huillac.
Durante el retorno al Cuzco, “la princesa” huyó con un grupo de guerreros indígenas hacia los bosques del Tamarugal. Desde ese lugar atacó durante años a los españoles que llegaban en busca de riquezas y a todo natural bautizado. De su hostil actuar obtuvo el nombre de la “bella tirana del Tamarugal”.
La leyenda cuenta que se enamora de un soldado y minero portugués, Vasco de Almeyda, quien fue detenido y muerto por sus guerreros. Más tarde se producirá el milagro, es decir, su conversión al cristianismo.
Aunque la historia tiene casi cinco siglos, las últimas líneas de este relato se escriben todos los años, con la devoción “mariana” de miles de peregrinos.
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