Tayrona: bienvenido al caribe colombiano

Ubicado en las costas colombianas del Mar Caribe, el Parque Nacional Tayrona es una buena alternativa de viaje para aquellos que buscan disfrutar una buena mezcla de playas y selva.

Colombia, calor, humedad y una cumbia conocida de fondo. Una “buseta” (bus chiquitito) que parece arco iris. En el techo autoadhesivos aún más coloridos con frases como “Él es mi copiloto” y “Viva Colombia, viva el Caribe”. Los pasajeros; colombianos que viven en el sector y varios extranjeros, gringos y latinoamericanos, con la mochila de acampar al hombro y cara de perdidos.

Así se inicia mi viaje hacia el parque nacional Tayrona, uno de los lugares turísticos más atractivos de la costa colombiana, que permite experimentar un viaje que incluye una mezcla muy especial de playa y selva.

Partimos el viaje desde Santa Marta, una ciudad costeña con playa linda y edificios altos. Luego de un recorrido de no más de 40 minutos, la buseta nos deja en el acceso principal al parque y por fin leemos: “Bienvenido al Tayrona”.

El camino a Tayrona hay que hacerlo a pie, así que vayan preparados.

Foto: María Elena Álvarez

En la entrada hay que pasar varios controles. El primero es el que más asusta; cuatro militares colombianos te advierten que no se puede ingresar ningún tipo de alcohol o drogas. Pero no sólo te advierten, sino que te piden, con poca sutileza, que abras todo tu equipaje para poder ser revisado. Mi mochila, que con tanto esfuerzo había sido armada casi a la perfección (según yo), terminó revuelta completa en el sector de seguridad. Alrededor, decenas de botellas de ron y aguardiente antioqueña requisadas anteriormente a otros turistas.

“Anda harto chileno por este parque, arriba está lleno”, dice uno de los militares. Yo sólo sonrío. “Parece que a ustedes les gusta Colombia”, insiste. Tiene razón. De acuerdo a los trabajadores del lugar, febrero es temporada de latinoamericanos, donde el mayor porcentaje corresponde a chilenos y argentinos, en su mayoría jóvenes viajando en grupos grandes.

El acceso al parque tiene un valor de 35.000 pesos colombianos (como 8 mil pesos chilenos) para todos los extranjeros mayores de 25 años. Para poder comprar el ticket hay que presentar pasaporte o cedula de identidad. Y ojo, que  los estudiantes menores de 25 pueden entrar por sólo 7.000 colombianos (1.750 pesos chilenos) Pagando ese valor uno se puede quedar todo el tiempo que quiera dentro del lugar.

Luego de eso comienza el viaje. Una camioneta bastante rústica espera que se arme un grupo de cerca de 12 personas  y te sube por el último camino de cemento que veremos en varios días. De ahí para adelante sólo queda caminar.

Para los más expertos en caminatas probablemente la ruta no significará un gran esfuerzo, para los más flojos (como yo, por ejemplo) el camino se hace un poco pesado, especialmente por la carga de las mochilas. Mi recomendación; no llevar mucha ropa, porque con traje de baño y algo liviano para las tardes es suficiente. Lo ideal es dejar la mayoría del equipaje en algún hostal u hotel para así ahorrarse la carga. Quizás lo más importante es llevar agua, ya que arriba es harto cara y la del lugar no puede ser tomada.

La ruta consiste en una caminata de casi tres horas en total. Al inicio te ofrecen un servicio de caballos para subir el lugar. Cuesta 18.000 pesos colombianos el primer tramo y 32.000 hasta el último campamento. Mi opción fue subir a pie (para hacer ejercicio, já) cosa que hace la mayoría de los visitantes. Cansancio aparte, los paisajes son increíbles; la altura de los árboles, la cantidad incontable de verdes del lugar y el silencio constante compensan cualquier cosa.

"La playa": impresionante vista de Tayrona.

Foto: María Elena Álvarez

La primera parte del recorrido es un camino  plano, pero dentro de la ruta te encuentras con partes bastante empinadas. Uno puede recorrer con tranquilidad pero siempre muy atento a los alrededores, porque más de una ocasión algún animal se puede atravesar. En mi caso, mientras tatareaba en mi cabeza la cumbia que había escuchado antes en la buseta -que según yo era de Chico Trujillo- se atravesó en mi camino una iguana y un poco más adelante un grupo de monos. Igual buena compañía, ¿o no?

Lo ideal es hacer este viaje lo más temprano que se pueda ya que en ese sector de Colombia oscurece tipo seis de la tarde, y de verdad no es buena idea que te pille la noche… ¡en medio de la selva! Es por esto que es recomendable hacer el viaje sin muchas pausas, porque cada vez que uno se detiene, a descansar o a sacar una foto, un ejército de mosquitos llega a atacar piernas y brazos con descaro. Y yo, con mi súper repelente comprado en farmacia chilena ¡no les hacia ni cosquillas! Sólo los repelentes comprados allá sirven un poco más, pero tampoco son tan efectivos.

Luego de un poco más de dos horas de recorrer entre la selva llegas al sector de los Arrecifes que consiste básicamente en mar, arena blanca y palmeras. Ahí está el primer camping del sector de las playas, que es bastante bonito y está muy bien mantenido. Ojo que en esa playa está prohibido bañarse, por lo que vale la pena recorrer un poco más y seguir hasta las otras playas que están más alejadas. Todo el mundo que ha ido recomienda quedarse en el último camping que se encuentra en el sector de El Cabo. Y tienen razón.

Para continuar el camino hay que atravesar la playa de los Arrecifes por la arena y luego  hacer un tramo por entremedio de las rocas del borde de la playa. Recomendación: ¡zapatillas cómodas! Yo lo recorrí con hawaianas (cosa que no es tan descabellada porque la mayoría lo hace), pero para este tramo es más recomendable algo que dé más estabilidad.

El segundo sector es la piscina, donde hay un camping y una playa muy tranquila. Al lado hay unos puestos de comida buenísimos, especialmente la arepa con huevo, comida típica del sector costero, que vale la pena probar.

Caminando y relajándose por la playa.

Foto: María Elena Álvarez

Luego de un recorrido de 45 minutos por el sector de las playas llegamos a El Cabo. Quedarse a acampar tiene un valor de 15.000 pesos colombianos por persona. Si no llevas carpa y quieres arrendar una debes cancelar 25.000. Además este camping te ofrece dormir en unas hamacas que se encuentran dentro del mismo recinto, justo debajo de unos techos de madera. Todas están cubiertas con mallas para evitar el ataque de los mosquitos.

Justo enfrente de este camping hay 6 playas (incluyendo una nudista) donde te puedes bañar sin problema. La que más se llena obviamente es la que está más cerca del camping, pero las más alejadas son más cómodas porque no hay tanta gente y son mucho más grandes.

Luego de este recorrido sólo queda descansar y disfrutar de las playas y la comida típica del lugar que no es muy cara y es muy rica, y no olvidar guardar energías para la vuelta, donde tendrás que repetir toda la ruta nuevamente.

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