“Antojos” entre comidas: ¿Cómo evitarlos para bajar de peso?
- Paula Vera, ex Guía de Vida Sana
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El hambre es un enemigo que no perdona y muchas veces caemos presa de su tentación sin mayores contemplaciones, especialmente a la hora de comer un postre o un dulce entre comidas que nos permita calmar la ansiedad, aplacar una situación de angustia o, sencillamente, para darle un gusto o satisfacer un capricho.
Lamentablemente el comer a deshoras es uno de los tantos problemas que acarrea la mala alimentación entre la población, lo que ha llevado a expertos y a las autoridades del Ministerio de Salud a concientizar sobre los riesgos que conlleva seguir una dieta desbalanceada.

Aunque no lo crea el hecho de comer fuera de los horarios, es decir entre el desayuno, almuerzo y cena, las tres comidas esenciales del día, es uno de los peores errores que se puede cometer. El denominado “antojo” es un adversario que hay que evitar a toda costa si quiere mantener la línea y un estilo de vida saludable.
En todo caso, el hambre no es el único factor que te empuja la comida a la boca. Muchas veces, son otros los estados que nos abren artificialmente el apetito, especialmente cuando andamos ansiosos, angustiados, aburridos o estresados por problemas a los que no les vemos solución.
Cómo distinguir el antojo
La forma más fácil de aprender a distinguir el hambre de un antojo es prestar atención a tu cuerpo. Cuando el organismo está realmente hambriento envía señales al cerebro que se interpretan como una necesidad de seguir comiendo.
Por lo mismo, es recomendable que empieces por prestar atención a las sensaciones que experimentas cada vez que tras haber comido y quedado satisfecho, igual tienes un antojo de comer algo. Esto lo puedes hacer, por ejemplo, en el almuerzo o la cena y no puedes resistirte a un postre.
Otro de los métodos para reconocer un antojo del hambre natural que siente el organismo es fijarse en los tiempos en que esas ganas de devorar un bocado te ataca. Si estás pensando en prepararte algo para comer, pero acabaste de almorzar antes de dos horas antes, probablemente no estés realmente hambriento y sólo “antojado”.
Si esos dos métodos no funcionan siempre está al alcance de la mano una sencilla introspección. De pronto, tienes que analizar cuáles son las causas del temido antojo. Quizás hay algo que te está preocupando en demasía, sufres de estrés por el trabajo o tienes problemas personales que afectan tu emocionalidad.
Sólo tú sabes mejor que nadie lo que te está sucediendo y empujando hacia ese tentador helado o chocolate, lo importante es que logres reconocer a tiempo esa “adicción” y controlarla. De seguro, tu cuerpo y la balanza te lo agradecerán.
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