• Felipe Quiroga, ex guía de Videojuegos
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Es sin duda uno de los problemas más grandes de la industria del entretenimiento; con cifras astrónomas en pérdidas la piratería ha logrado meterse como un verdadero dolor de cabeza para las distintas desarrolladoras de videojuegos, al generar más de 1000 millones de dólares anuales en pérdidas a nivel global, cifras que ni siquiera han podido cesar con la potenciación de la venta en formato digital . Frente a tan alarmante escenario, algo había que hacer.

Fue a finales de 2014 cuando Dragon Age Inquisition de BioWare Studios, tardó nada más y nada menos que un mes en que pudieran quebrar su sello anticopia para así ser crackeado. Los que somos usuarios y estamos en esta industria sabemos que ese es un tiempo eterno para esperar una copia pirata, donde los amigos con parche en el ojo no tardan ni 24 horas en sacar su versión del juego, por lo que este caso llamó más que la atención.

Pues bien, los especialistas indagando en el tema se dieron cuenta que aquel título contaba con un sistema de defensa no conocido hasta entonces llamado Denuvo. Esta tecnología utiliza un sistema de encriptación secundaria que protege a los productos DRM que vienen en los formatos físicos. 

Esa era la punta del iceberg, pues tras el quebratamiento de la primera versión de este software se reforzó aún más, lo que hizo hasta ahora impenetrable.

¿Ejemplos de lo que digo? Pues a finales de 2015 vimos dos ejemplos de fuertes títulos salidos al mercado como lo son Just Cause 3 y FIFA 16. Ambos, hasta ahora sin poder piratearse.

Es tanta la dificultad que han puesto a estos ladrones tecnológicos que, por ejemplo, en el foro chino 3DM, conocido por hablar este tipo de temas, se refieren a esta tecnología y del estado actual de la industria si es que no logran revertir esta situación.

Ahora la pregunta que me invade en lo personal es ¿logrará este sistema acabar con un problema que ha invadido a la industria? Proyecciones hablan del fin de la piratería de acá a dos años. Al menos le tenemos una gran fe, nublada por los intentos anteriores en esta incesante lucha donde aún no vemos quién saldrá victorioso.