El escalofriante caso de Arlis Perry: Fue encontrada en un altar del modo más traumático posible
- Alberto Stephens, ex Guía de Grandes Misterios
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Con solo 19 años, recién casada y un buen trabajo en una firma de abogados en California, Arlis Perry tenía toda una vida por delante, la que le fue arrebatada de forma escalofriante.
El 12 de octubre de 1974, la joven tuvo una discusión con su marido, Bruce Perry, respecto a las ruedas del vehículo que compartían. Algo que parece insignificante, pero que terminó cobrando mucha importancia.
La pelea los separó para siempre, porque la mujer se fue a rezar sola a la iglesia del campus de la Universidad de Stanford, donde vivían. Nunca más volvió, pues horas más tarde fue encontrada muerta.
A las tres de la mañana, cuando notó que ella no había regresado, el hombre le avisó a la policía de Stanford, quienes al llegar al lugar notaron que todas las puertas estaban con llave.
Recién a las seis de la mañana, el guardia Stephen Crawford la pudo hallar. Lo que vio causó conmoción total en Estados Unidos: estaba en el altar con un picahielo atravesado en su cabeza.
Pero eso no es lo que más estupor provocó en la comunidad universitaria: también había sido estrangulada y, lo peor, fue abusada sexualmente con un candelabro.
Durante los interrogatorios posteriores, Crawford le aseguró a los oficiales que a las dos de la mañana revisó que en la capilla todo estaba normal, pero que cuando llegó antes de ver a la víctima, la puerta del lado oeste estaba abierta tras ser forzada desde adentro.
Se encontraron rastros sexuales en una almohadilla cerca de su cuerpo, junto a una huella en el candelero con el que la atacaron. Los resultados fueron negativos en el caso de su marido y el trabajador de la universidad, por lo que se les declaró inocentes.
Además de ellos dos, otras cinco personas estuvieron en la parroquia esa noche. Cuatro fueron identificadas, pero una quinta no. Sin embargo, nunca se supo de quién se trataba.
Cuarenta y cuatro años después, el caso dio un giro dramático. Crawford, considerado el principal sospechoso y para muchos el culpable del asesinato, se suicidó en junio de 2018 cuando la policía llegó a su casa con una orden de arresto.
Un dato para el cierre: el ex guardia dejó Stanford dos años después de la muerte de Perry, y de la gente que estuvo en la iglesia fue el único que evitó dar una nueva muestra de ADN y huellas, luego de que la policía los contactara en una investigación que siempre estuvo abierta.
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