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Marcelo Salas: El adiós del Matador a la U (III)

Como figura del inolvidable equipo azul, su juego y exhibición por canchas sudamericanas lo hicieron trascender y partir al cuadro de la banda sangre: River Plate

Al año siguiente ya había dejado de ser sorpresa para los defensores rivales y su producción mermó: diecisiete goles en el torneo local más otras cinco en el reestreno azul en la Copa Libertadores completaron las 22 conquistas de ese 1995, donde ya era ídolo y emblema azul, titular indiscutido en la recordada campaña del Bicampeonato.

Salas en River

Foto: El Mercurio

Los goles del Matador provocaron el interés de los dos grandes de Argentina: Boca y River, finalmente el ídolo azul llevó sus celebraciones al Monumental de Nuñez.

Por esos años ya se comenzó a hablar de su transferencia al exterior, el irresistible cóctel que entrega sumas inalcanzables para nuestro mercado pero que nos priva definitivamente de disfrutar presencialmente y con regularidad de la magia del Matador chileno.

El infaltable y oportuno sobrenombre deportivo ayuda a su recordación en los medios y ser destacado en obligatorias primeras planas, no obstante su origen tiene un antecedente, como tantas otras denominaciones en nuestro país, en el cordobés Mario Alberto Kempes y en el éxito musical cuya letra relata dolorosos y permanentes vejámenes de décadas pasadas.

Merced a sus recientes antecedentes y la gran campaña en la Libertadores de 1996, los dos más grandes equipos argentinos, Boca Juniors y River Plate durante ese año comenzaron a tironear al jugador, ganando la pulseada los millonarios, previo un frustrado acercamiento -revisiones incluidas- con los xeneizes donde le bajó el pulgar Carlos Salvador Bilardo, técnico campeón del Mundo en México ’86. Enfrentado a la presión de sus dirigentes por confirmar los antecedentes del temuquense por la envergadura de la inversión optó por una salida fácil: señalar que nunca antes hubo un chileno triunfador y figura en Argentina.

Salas en River

Foto: Héctor Yáñez, El Mercurio

La leyenda de Salas creció en sus temporadas en River gracias a los goles y títulos que ganó con los argentinos.

Ante la oferta disminuida de un préstamo con opción para Boca, lo que para otro jugador hubiese sido tocar el cielo, el maduro jovencito se plantó y la rechazó. Seguramente bien aconsejado, tenía claro que su vitrina azul, semifinalista en la Copa Libertadores, y el protagonismo local le acercarían una mejor opción.

Esta llegó rápidamente: transferencia definitiva al glorioso River Plate, estimativamente, en 2,6 a 3,5 millones de dólares!, según dónde se cuente la historia y las inauditables cifras de este tipo de acuerdos, cuyos contratos se conocen sólo en caso de incumplimiento.

Dejaba atrás una estela de 76 goles!, talento, viveza, victorias, jugadas y emociones que el hincha azul nunca más volvió a ver y tener en ese nivel. En su primera estación hacia el éxito dejó enormes ganancias económicas y deportivas a quienes creyeron en su talento, la magia de sus goles y su personalidad dentro del campo de juego.

Devoto de sus convicciones y de sus extraordinarias condiciones no necesitaba de mucho más para seguir subiendo a sus veintidós años!, llegar a equipos importantes con fortalezas en el juego y disponer de asistencias. El haría el resto.

Para el recuerdo, su golazo en la Copa Sudamericana:

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