“El cementerio sin lápidas y otras historias negras”: Imaginación ilimitada

El autor compendia diez cuentos en los que se mezcla fantasía y realidad, horror y alegría, luz y oscuridad. Desde un caballero que encuentra el Santo Grial en casa de una anciana del siglo XXI, hasta un niño que vive en un cementerio.

Hasta hace algunos años, era prácticamente imposible encontrar en Chile alguna de las novelas de Neil Gaiman. Con dedicación y mucha suerte, hurgando en el fondo de las estanterías, se podía uno encontrar un desvencijado ejemplar de los “Hijos de Anansi”.

Una lástima, pues el autor —británico, de 50 años, fanático twittero— tenía un precedente en otro género, por el que valía la pena leer sus trabajos: Las fabulosas novelas gráficas “Sandman”, material que si se vendía en las tiendas de cómics de Santiago y que se han transformado en objeto de culto en el mundo.

El cementerio sin lápidas y otras historias negras

Foto: Roca

Diez cuentos que explican el éxito de Gaimna.

Afortunadamente, de a poco, la situación empezó a cambiar. Primero fue la película “Stardust”, que se basa en una novela de su autoría, luego aparecieron la película y el libro “Coraline” y finalmente, el año pasado, llego el mundialmente elogiado “Libro del Cementerio”.

Esta racha no se detuvo este año, ya que en las librerías chilenas es posible encontrar su último trabajo: “El cementerio sin lápidas y otras historias negras”, libro de cuentos en el que Gaiman se pasea libremente por los límites entre la fantasía, la realidad y un muy sutil uso del terror.

“Los cuentos son como ventanas diminutas, que nos permiten asomarnos a otros mundos, a otras formas de pensamiento, a otros sueños. Son vehículos que nos transportan hasta fines del universo y nos traen de vuelta a casa a tiempo para cenar”.

Esta frase, escrita en la introducción, se cumple fielmente en el libro, pues es la imaginación del lector la que hace todo el trabajo. Gaiman no se preocupa, necesariamente, en dar demasiados detalles u explicaciones. Sólo abre, de forma cuidadosa y sin ruido, una ventana por la que resulta imposible no mirar.

Cómo ya está dicho, Gaiman juega entre la fantasía y la realidad. Mezcla situaciones cotidianas con fantásticas, trae leyendas antiguas a los tiempos modernos o, bien, narra símiles de realidad en un mundo fantástico. Al final, el efecto que se produce, es el que todas las historias fantásticas, a mi parecer, debieran generar. El lector termina creyendo.

Como ya está dicho, este es un libro de cuentos, aunque cada uno bien podría ser una novela. Son diez.

Una historia policial usando nombres e imaginería de diversas historias infantiles; los encuentros, a través de toda la vida, de un hombre normal y un trol; un extraño juguete espera a que los niños lo encuentren y le hablen; un estafador relata sus fechorías en un mundo fantástico; los meses del año se reúnen a contar historias; un caballero de la mesa redonda encuentra, en pleno siglo XXI, el santo grial en casa de una anciana; un gato que tiene el poder de alejar el mal; una fiesta adolescente con extrañas invitadas; un particular grupo gastronómico que busca desesperadamente saborear la única delicia que no ha pasado por sus bocas y un niño que vive en un cementerio y habla con sus habitantes.

Son los variados mundos en los que Gaiman se mueve. Entre fantasía y realidad. Entre el horror y la alegría. Tanto, que a veces logra que el lector olvide los límites entre estas cosas.

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