El desembarco de los nuevos vampiros II

Al margen de las múltiples novelas que hoy combinan “no muertos” con romance juvenil, el “efecto Crepúsculo” también ha abierto un espacio para otro tipo de bebedores de sangre, mucho más agresivos y peligrosos.

Guía de: Literatura Fantástica

Un moderno Boeing 777 de Lufthansa aterriza en el aeropuerto internacional JFK de Nueva York. Parece la llegada de un vuelo más, pero claramente algo anda mal. No hay contacto de radio, todas sus luces están apagadas, las ventanillas tienen sus persianas abajo y durante horas nadie abre las puertas. Entonces las autoridades temen lo peor: un accidente o incluso un atentado terrorista.

Nocturna

Suma de Letras

Del Toro crea vampiros que son brutales y monstruosos.

Pero cuando el equipo de especialistas logra ingresar, se encuentran con un escenario tan dantesco como incomprensible: todos los pasajeros están muertos, en sus asientos, sin señales aparentes de violencia. Este es el comienzo de “Nocturna”, la primera entrega de la trilogía de vampiros de Guillermo del Toro, el afamado productor, guionista y director de películas como “El Espinazo del Diablo”, “Blade II”, las dos partes de “Hellboy” y “El Laberinto del Fauno”.

Co-escrita junto a Chuck Hogan (“El Príncipe de los Ladrones”), “Nocturna” es un buen ejemplo del otro lado del fenómeno vampírico actual. Aquí no hay romance ni jovencitas en peligro ni galantes vampiros. Esta es la orilla salvaje y más bien clásica de este subgénero, y que también se ha visto favorecido con el llamado “efecto Crepúsculo”.

Es que los vampiros de “Nocturna” son criaturas salvajes, perversas, repugnantes y pestilentes. En otras palabras: monstruos. Básicamente lo que habían sido los vampiros hasta la llegada de Meyer.

Otro buen ejemplo es “Déjame entrar”, del escritor sueco John Ajvide Lindqvist, cuya exitosa novela inspiró una versión cinematográfica que ahora Hollywood está convirtiendo en un remake. Su protagonista, Oskar, es un niño de doce años que vive en el suburbio de Blackeberg (Estocolmo), a principios de los años ‘80. Le encantan los dulces y tiene la extraña afición de coleccionar recortes de prensa sobre brutales asesinatos. Pero Oskar es blanco de las burlas y el acoso constante de sus compañeros de clase.

DEJAME ENTRAR

Espasa

La novela inspiró la película del mismo nombre.

Hasta que un día a su edificio llega una nueva vecina, Eli, que se muda al departamento de al lado, acompañada de un extraño hombre llamado Hakan. Ella también tiene doce años, pero es diferente a los niños de su edad que Oskar conoce: huele raro, es muy pálida, su cabello tiene canas, sólo sale de noche y no parece que le afecte el frío. A partir de ese momento Eli y Oskar se volverán inseparables, unidos por un extraño lazo formado por el amor y la soledad. Porque Eli en realidad es un vampiro que supera en muchas décadas sus aparentes doce años. Y cuya llegada coincidirá con una oleada de horribles asesinatos.

Otra faceta del lado menos romántico de los nuevos vampiros es el regreso a la figura e imagen clásicas del vampiro en Occidente: Vlad, el empalador, también conocido como el conde Drácula.

En “Vlad: La última confesión del conde Drácula”, de C.C. Humphreys, la trama arranca en Transilvania, pero en 1501. Hasta allá llega el príncipe Horvathy, que se instala en el castillo de Poienari, en los Cárpatos, con la misión de conocer la verdad acerca del conde Vlad Tepes, antiguo campeón de Valaquia. Y para lograr su objetivo, decide entrevistar a las tres personas más cercanas al conde.

El primero es Ion Tremblac, un antiguo caballero y el mejor amigo de Vlad, que ha pasado años en prisión después de que éste lo traicionara. La segunda es una mujer —abadesa de un convento— de nombre Ilona Ferenc. Mitad húngara, mitad valaca, Ilona fue raptada para convertirse en concubina del sultán Mehemet, destino del que la salvó el propio Vlad para hacerla su amante. Y el tercero en testificar es el hermano Vasilie, un ermitaño que durante años fue confesor de Drácula.

A través del relato de ellos se irá armando la figura del temido Vlad Tepes. Una tarea difícil pero trascendental, ya que el cardenal de Urbino, Domenico Grimani —en su calidad de enviado papal—, tendrá una influencia decisiva sobre el príncipe Horvathy y la decisión de perdonar o no los pecados de Vlad.

Drácula, el no muerto

Random House Mondadori

Una impecable secuela del clásico del siglo XIX.

Otro título que aborda la figura del famoso conde es precisamente “Drácula, el No Muerto”, escrita por Dacre Stoker, sobrino nieto de Bram Stoker, junto con Ian Holt, historiador y guionista experto en Drácula.

Esta secuela está basada —según afirman los autores— en el estudio de las notas dejadas por el mismísimo Bram Stoker (algunas de las cuales se reproducen en un apéndice al final del libro). Y cuya trama comienza en 1912, un cuarto de siglo después de los acontecimientos narrados en la historia original. El competente doctor Seward ahora es un adicto a la morfina, y Jonathan Harker se ha transformado en un alcohólico incapaz de mirar de frente a su esposa, Mina, que mantiene intactas su belleza y juventud.

Ambos tienen un hijo, Quincey, que estudia Derecho en La Sorbona, aunque lo suyo realmente es el teatro. Pero una serie de asesinatos atribuidos a Jack el Destripador —el doctor Van Helsing está entre los sospechosos— pondrá en peligro a todos los que un cuarto de siglo antes se vieron involucrados en la muerte del conde.

Otro título en esa línea es “Pacto con el Vampiro”, de Jeanne Kalogridis. Ambientada cincuenta años antes de los acontecimientos narrados en la novela de Bram Stoker, esta es la primera entrega de la trilogía/precuela Diarios de la Familia Drácula.

PACTO CON EL VAMPIRO

Factoría de Ideas / Océano

Y aquí comienza la trilogía/precuela de "Drácula".

La historia está protagonizada por el joven Arkady Tsepesh, quien se ve obligado a abandonar Londres para regresar a su natal Transilvania, debido a las malas noticias sobre la salud de su padre. Acompañado de su esposa Mary Windham —embarazada de siete meses— recorren Europa de oeste a este, pero al mismo tiempo parecen ir viajando hacia un mundo primitivo y peligroso, donde los mitos recorren la tierra junto a los seres de carne y hueso. Es que Arkady Tsepesh no es sólo el heredero de una antigua familia de la nobleza transilvana; él es el último descendiente de aquella temida figura que era… Vlad el Empalador.

Por último, “La sanguijuela de mi niña”, del reconocido Christopher Moore, representa una aproximación ligeramente diferente, con un fuerte énfasis en la ironía y el humor negro. Es que cuando la joven Jody se despierta una mañana con parte de su cuerpo quemado y una sed de sangre terrible, debe enfrentarse a una inesperada realidad: se ha transformado en vampiro.

Ahora debe olvidar su rutina humana y comenzar a actuar como la nueva criatura que es. Y eso no será nada de fácil para ella, una chica que no ha visto una película de vampiros en su vida. Dónde dormir, cómo conseguir sangre fresca, cómo mantener las apariencias ante su madre, serán todo un reto.

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