“El nombre del viento”, imperdible de la fantasía heroica
- Matías Bakit, Equipo de Literatura Fantástica
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Recuerdo que “El nombre del viento”, de Patrick Rothfuss, se vendía el año pasado con una publicidad que incluía frases, a lo menos, ambiciosas. Se decía que el libro estaba a la altura de las obras de Ursula K Le Guin y de George R. R. Martin. Incluso, una de las críticas incluidas en la portada de “El nombre del viento” aseveraba que el libro merecía “un lugar al lado del Señor de los Anillos” en la estantería.
Dudar era razonable, más aun considerando el tamaño del libro, de casi 900 páginas. En un género acostumbrado a dividir en tres casi todo lo que se escribe, Rothfuss había decidido lanzar todo en un solo volumen. Una jugada arriesgada para “El nombre del viento”.
Sin embargo, a poco empezar de leer, los temores desaparecen. De hecho, probablemente, la principal característica del libro es lo fácil y rápido que pasa esa cantidad de páginas, que terminan siendo pocas.
“El nombre del viento” (Plaza & Janés), cuenta la historia, en clave de fantasía medieval, de Kvothe, un personaje de leyenda en el pasado, pero actualmente en decadencia. Anteriormente fue un aventurero indomable, estudiante genial, músico inigualable y arcanista sin rival (lo que en el mundo de Rothfuss sería un símil a “mago”). Hoy, sin embargo, Kvothe vive años de decadencia, olvidado por amigos y enemigos, como regente de una aislada posada. Hasta ahí llega “Cronista”, quien lo convence de contar su historia. El protagonista decide hacerlo en tres días.
“EL nombre del viento” es el primer día de narración, el primer volumen de una trilogía, en donde Kvothe narra su niñez y adolescencia. Sus días felices, su pérdida, sus primeros pasos en la magia, sus estudios y, principalmente, su amor de tintes épicos, casi imposible. Kvothe es bueno prácticamente en todo lo que hace, pero pese a eso, no puede ser feliz. Esa idea gira en torno a toda la obra.
Las páginas pasan volando ante una narración ágil, entretenida, en la que se deja advertir al lector de que al protagonista le esperan, al mismo tiempo, la luz y la oscuridad, el auge y la caída, la gloria y la derrota.
Leyendo “El nombre del viento”, es posible advertir que Rothfuss usa elementos de “Canción de Hielo y Fuego” y de “Historias de Terramar” para dar forma a su mundo, sin embargo, en ningún momento da la impresión de que al leer estemos revisitando mundos conocidos o historias ya conocidas. Por el contrario, “El nombre del viento” logra el objetivo de crear un mundo nuevo, difícil misión, habiendo ya tantos que visitar.
Con este libro, Patrick Rothfuss –quien había intentado, sin éxito, ser ingeniero y psiquiatra- logró reconocimiento de críticos y autores, e incluso de algunos famosos escritores de la actualidad del género fantástico.
“El nombre del viento” ganó, el 2007, los premios Quill, Best Book of the Year de Publishers Weekly y Best Book, de Fantasy Literature. La continuación, titulada “The wise man’s fear” ya está lista y será lanzada, en inglés, el próximo 1 de marzo de 2011.
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