Isaac Asimov y sus robots, sorprendente universo
Guía de: Literatura Fantástica
- Alberto Rojas
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Dentro de la extensa y variada bibliografía de Isaac Asimov, los robots ocupan un lugar especial. Así lo demuestran sus numerosas novelas y cuentos. En ese contexto, su mayor aporte fue concebir las llamadas Tres Leyes de la Robótica, verdaderos mandamientos que, según Asimov, permiten regular la relación entre hombres y máquinas. Y que han trascendido el ámbito de la ciencia ficción para instalarse en el campo de la robótica actual, donde son tomadas muy en serio.
1- Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano resulte dañado.
2- Un robot debe obedecer las órdenes dadas por un ser humano, excepto cuando tales órdenes contravengan la primera ley.
3- Un robot debe proteger su propia existencia, siempre que no vaya contra la primera o segunda ley.
A partir de estos tres “mandamientos robóticos”, Asimov fue construyendo tanto personajes como historias en donde el conflicto hombre-robot se fue expresando de diferentes maneras. Es el caso de Susan Calvin, la dura e inflexible jefa de robosicología en US Robots and Mechanical Men, Inc, el mayor fabricante de robots en el siglo XXI. Y que se siente mucho más cómoda entre seres artificiales que con humanos.
En el mundo de Calvin, el desarrollo cerebros positrónicos de platino-iridio permite que los robots ya existan de forma temprana en el siglo XXI (aunque en la realidad no sea así). Y buena parte de su trabajo es estudiar su comportamiento —a veces defectuoso, a veces brillante—, que suele sorprender también al lector.
Otros personajes clave dentro del universo de robots “asimovianos” son Mike Donovan y Greg Powell, dos ingenieros de campo que también trabajan para US Robots and Mechanical Men, Inc. Y que muchas veces les toca resolver problemas e insólitas situaciones con robots en el espacio exterior o estaciones espaciales.
Mención aparte merecen la dupla formada por el detective Lije Baley y su colaborar, el robot humanoide Daneel Olivaw, que en “Bóvedas de acero” (1954), “El sol desnudo” (1957) y “Los robots del amanecer” (1983) se desenvuelven en un futuro donde la actitud de los terrícolas —temerosos de la tecnología y presencia de los robots; lo que Asimov llama “El Complejo de Frankenstein”— se contrapone a la de los habitantes de otros planetas, acostumbrados a la presencia de androides, al punto de sufrir una cuasi dependencia de ellos.
Un título imprescindible es “El hombre del bicentenario” (1976) —ganadora del Hugo al año siguiente—, donde el inolvidable robot Andrew busca la aceptación de los humanos, aunque eso le signifique dejar de existir. Y que en 1999 fue llevada al cine en una versión libre, protagonizada por Robin Williams.
En este punto vale la pena aclarar que “Yo, Robot” es un volumen de cuentos sobre robots publicado por Asimov en 1950, posteriormente reeditados en otras antologías. Y que no guardan ninguna relación con la película protagonizada por Will Smith y que el estudio simplemente compró los derechos del título.

Pero este no fue todo. Antes de su fallecimiento, Asimov exploró un nuevo rumbo en el contexto de las numerosas obras sobre robots que había escrito y que a comienzos de los ’80 unió cronológicamente con la premiada saga Fundación a través de la novela “Robots e Imperio”.
A la luz de las Tres Leyes de la Robótica, Asimov planteó el argumento de una novela en la que apareciera un robot incapaz de seguir estas tres leyes, lo que determinaría un nivel de autonomía nunca visto, sólo equiparable al grado de incertidumbre capaz de despertar en los humanos.
Su muerte impidió que Asimov diera forma a dicha idea, pero las conversaciones con su colega Roger MacBride Allen (“Asalto a Selonia” y varias novelas de “Star Wars”), dio como resultado una trilogía en la que por primera vez aparece un robot de estas características en el universo de Asimov.
Así surgió “Calibán” (1998) —en abierta cita al personaje de “La Tempestad”, de William Shakespeare— , un robot que habita el planeta Inferno, donde es culpado de intento de asesinato. Y Alvar Kresh, como representante de la ley en dicho planeta, deberá descubrir lo que se esconde detrás de este caso.
“Calibán”, “Inferno” y “Utopía” conforman una bien entrelazada trilogía inmersa en la lógica de las relaciones humano-robot delineadas por Asimov. Pero sin caer en el intento de imitar su estilo. Una prueba más de su talento.
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