Entrevista a Sergio Amira, autor de “Mad Love 500”
Guía de: Literatura Fantástica
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Si algo caracteriza a Sergio Amira, es que siempre está ocupado escribiendo alguna nueva historia fascinante. Así lo demuestran sus libros “Identidad suspendida” (2007), “La muerte de Virgilio” (2013), “Kitsune” (2014) y la novela gráfica “Atómica” (2012). Además, es coautor de las novelas “Psique” (2010) y “WBK” (2013), así como de los webcómics “Zeta” y “Atom Candy”.
Ahora es el momento de hablar de “Mad Love 500”, una historia que bien se puede definir como una road movie literaria a bordo de un Ford Galaxie 500, junto a personajes que a ratos parecen sacados de una película de David Lynch. Un viaje, literalmente, más allá del tiempo y el espacio.
—¿Cómo y hace cuánto tiempo nació la idea de este proyecto?
—Comencé a escribir “Mad Love 500” en mayo de 2010, tras el accidente cerebrovascular de Gustavo Cerati. Si bien Soda Stereo formó parte de la banda sonora de mi preadolescencia, no fue sino hasta el unplugged de 1996 que comencé a apreciar su música, en especial las letras de Cerati. Las circunstancias quisieron que Cerati se vinculara con Sergio Meier dentro de mi idios kosmos. Meier falleció en agosto de 2009, y tras su partida dentro de lo que yo más solía escuchar estaba la discografía completa de Cerati. En cierto sentido, “Mad Love 500” es un diálogo con Meier y Cerati, un reconocimiento y puesta en ejercicio de la influencia de ambos en mi vida y escritura.
—En este nuevo libro hay numerosas referencias a lugares de Chile, como Concón y Quillota. Pero también a personas, como tu amigo, el escritor Sergio Meier. ¿Puedes hablarnos un poco de esa idea?
—Meier consideraba a Quillota su Providence, y él mismo llegó a asegurar que era Lovecraft. Gran parte de mis viajes a Quillota fueron para visitarlo y sostener aquellas inolvidables charlas que comenzaban a la hora de almuerzo y finalizaban con la caída del sol. Él también vino varias veces a Concón, pero dado su estado de salud éramos más los que íbamos a verlo que al revés; amigos entrañables como Carlos Lloró y Patricio Alfonso… Meier solía decirme cuando llegaba a su casa que el día anterior lo había ido a visitar Lloró, o que al siguiente vendría Pato Alfonso. Nunca coincidimos los tres en su casa, no hasta luego de su partida, cuando su viuda nos invitó a almorzar. Fue muy raro ir a su casa y no encontrarlo, esa sensación de ausencia es uno de los principales motores de “Mad Love 500”.
—¿“Mad Love 500” es la primera parte de una serie de seis libros o el primer gran capítulo de una novela dividida en seis partes?
—Son dos arcos argumentales divididos en tres partes. El primer libro corresponde a las nueve primeras etapas del viaje del héroe —tal y como fue descrito por Campbell— y finaliza con “la recompensa”. La segunda, se inicia con la décima etapa, “el regreso a casa”, y es literalmente eso, una vuelta al Concón donde se inicia el relato. Me gustan las historias que terminan así, como “The Unforgiven”.
—¿Y cómo la definirías?
—Una vez leí una frase que dijo Picasso: “Yo no busco, encuentro”. Definiría “Mad Love 500” en estos términos, más que una búsqueda, es un lanzarse al encuentro. Herman Hesse en “Siddhartha” lo expresa mucho mejor de a lo que yo podría aspirar: “Cuando alguien busca, suele ocurrir que sus ojos solo ven aquello que anda buscando, y ya no logra encontrar nada ni se vuelve receptivo a nada porque solo piensa en lo que busca, porque tiene un objetivo y se halla poseído por él. Buscar significa tener un objetivo, pero encontrar significa ser libre”.
—¿Hay que entender a “Mad Love 500” como una road nouvelle?
—Se puede entender en esos términos, aunque tengo la impresión que se parece más a “La búsqueda onírica de la desconocida Kadath” que a “On the Road”. Es un relato más simbolista que naturalista.
—¿Y qué encontrará el lector en “Mad Love 500”, parte 2?
—El libro 2 se metamorfosea de road nouvelle a una suerte de protociencia ficción tipo Cyrano de Bergerac o el Barón de Münchhausen; esa donde se podía ir en globo a la Luna o visitar la superficie del Sol. Los avances científicos han hecho que gran parte de la ciencia ficción temprana pase de ser remotamente improbable a derechamente imposible, y ese es el tipo de belleza que exploro en “Mad Love 500”. La “belleza de la imposibilidad” como diría Meier, o de las “cosas imposibles” en palabras de Cerati.
Dentro de su extensa trayectoria, Sergio Amira destaca por haber sido uno de los fundadores y editor del e-zine Tau Zero. También ha sido antologado en “Visones 2005”, realizada por la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción & Terror, y en “Años Luz. Mapa estelar de la ciencia ficción en Chile” (2006). Y sus cuentos se han publicado en antologías como “Alucinaciones.txt”, “Chile: Relación del Reyno” y “Octocéfalo”, entre otros.
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