La tormentosa historia de amor y odio entre Marcelo Ríos y su ex esposa Kenita Larraín
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- Jorge Fuentes
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En el verano del 2004 la modelo chilena María Eugenia “Kenita” Larraín era una de las mujeres más controvertidas de nuestro país. Tras su mediático noviazgo con el famoso futbolista Iván Zamorano, la pareja había decidido casarse el 14 de febrero de ese año, pero el matrimonio se había cancelado abruptamente luego de una pelea que motivó a Kenita a tomar un avión y viajar a España para buscar consuelo entre los brazos del tenista español Carlos Moyá, con quien Kenita había tenido un romance unos años antes. “Después que se canceló la boda muchos empezaron a criticarme; para la gente pasé de ser la ‘princesa de Chile’ a ser ‘la mujer más mala del mundo’ “, recordaría la maniquí de ojos azules.
En los meses siguientes la modelo, que ya había sido vinculada sentimentalmente con el arquero de la selección chilena de fútbol Nelson Tapia y el animador Felipe Camiroaga y quien era llamada en tono de burla por algunos como María Eugenia “Larruín”, conoció en los estudios de Canal 13 al célebre y polémico Marcelo “Chino” Ríos, el único tenista latinoamericano en ser número 1 del mundo, quien quedó cautivado de inmediato por ella.
El Chino, famoso por su carácter altanero, arisco y explosivo y quien acababa de separarse de su primera esposa -la costarricense Giuliana Sotela, madre de su hija Constanza Ríos-, comenzó a salir entonces con Kenita a espaldas de la prensa, yendo a discoteques y locales nocturnos y visitándola regularmente en su casa ubicada en el barrio alto de Santiago. La prensa de farándula se enteraría de este romance luego que se publicara una foto de ambos abrazados amorosamente y visitando un video club de la extinta cadena Errol’s. El periodista Ángel Carcavilla, tras ver la imagen de ambos, opinó que “parecía que ambos acababan de hacer el amor durante toda una tarde y tenían ganas de ver una película comiendo una pizza, relajados y enamorados”.
El romance entre el Chino y Kenita floreció rápidamente, aunque vivió su primera dificultad debido a la afición de Ríos al consumo del alcohol (al ron especialmente), que lo hacía ponerse más agresivo e insolente de lo habitual. Según la biografía no autorizada “Rubia de los ojos celestes”, escrita por el periodista Sergio Marabolí, el Chino, para no perder a Kenita debido a sus excesos con el alcohol (una vez, borracho, le quitó el teléfono celular al padre del tenista Fernando González y lo hizo añicos contra una pared), le dijo: “No te quiero perder y por eso voy a cambiar. Acuérdate de mí’’, comprometiéndose a someterse a un tratamiento antialcohol llamado pellet.
Según el periodista Sergio Marabolí, por esta época “se logró estabilizar la dependencia del alcohol en Marcelo y la pareja comenzó a disfrutar de los paseos, los paisajes, las películas y el buen sexo, pues cercanos a María Eugenia Larraín cuentan que ella siempre elogió a Ríos por ser un buen amante”.
La relación entre el Chino y Kenita iba tan viento en popa que el ex tenista no dudó en pedirle matrimonio durante una glamorosa cena en la suite presidencial del The Ritz-Carlton Santiago, donde le regaló un carísimo anillo de brillantes y oro blanco. Kenita, por cierto, dio el sí de inmediato y la pareja se casó 10 días más tarde, el 7 de abril del 2005, en el departamento de la maniquí, a donde llegó una oficial del registro civil, el padre, madre y hermano de la novia, además de su nana y de la señora Alicia Mayorga, la madre de Marcelo Ríos. El padre del tenista, Jorge Ríos, no acudió a la ceremonia, pues andaba de viaje atendiendo unos asuntos comerciales.
La mediática pareja se fue de inmediato de luna de miel a San Francisco, Estados Unidos, y Tahití, donde pudieron disfrutar sin el acoso de la prensa de farándula. Tras regresar a Chile, Kenita Larraín fue contactada por TVN para reemplazar en el matinal “Buenos Días a Todos” a Tonka Tomicic, quien se iba de vacaciones por dos semanas. La idea era que la modelo de ojos azules formara el trío de animadores estelares, junto a Felipe Camiroaga y Jorge Hevia.
El Chino quedó furioso y descolocado con la noticia, pues sabía que el fallecido “Halcón de Chicureo” –uno de los apodos de Camiroaga- había tenido un romance con su mujer. Si bien el Chino aceptó que Kenita trabajara en TVN, todo el tiempo estuvo monitoreando los programas donde aparecía su esposa. La producción de TVN se enteró y decidió invitar a Marcelo al set. El “Chino’’ no quería ir, pues detestaba a Felipe Camiroaga, pero igualmente asistió al programa, aunque de mala gana.
El programa fue un desastre para Ríos, quien apareció con cara de pocos amigos y cuando las cámaras dejaron de grabar lanzó lejos unas piezas de plástico que había en una mesa. Más tarde, cuando estaba en su casa junto a Kenita, ocurrió la primera discusión entre ambos por celos. “Viste cómo te miraba ese huevón” le dijo el Chino a Kenita, refiriéndose obviamente a Felipe Camiroaga.
Días más tarde, por medio de una amiga de la modelo, Marcelo Ríos quedó estupefacto cuando se enteró que Homero, el perro de Kenita que ambos tenían en su casa, había sido un regalo de Felipe Camiroaga a la modelo. Se cuenta que el Chino estalló de furia y de inmediato le dijo a su esposa que no aceptaría más al animal en la casa que compartían ambos: “O se va el perro o caga el matrimonio’’, le notificó. La mascota, finalmente, se iría de la casa de la pareja a la casa de los padres de Kenita, en Las Condes.
Luego que las cosas se calmaran, la pareja pidió un millonario crédito hipotecario para comprar una casa estilo mediterráneo avaluada en más de un millón de dólares, ubicada en Colina del Mirador, en Las Condes. El Chino, para hacerle un gesto amoroso a su esposa por haber rechazado una oferta de trabajo de TVN, pues quería que ella estuviera en su casa para “poder tener muchos hijos”, compró la mansión a nombre de Kenita, para gran estupefacción de su padre, Jorge Ríos, quien sería acusado por Kenita de hacer reincidir a Marcelo en el consumo de alcohol.
Sin embargo, la pareja jamás viviría en aquella mansión, pues Marcelo Ríos decidió invitar a Kenita Larraín a Costa Rica, para ver a su hija Constanza y también para enfrentar un comparendo con su ex esposa Giuliana Sotela, en un Tribunal de Familia de ese país.
Tras el comparendo, el Chino y Kenita, a bordo de un jeep arrendado, fueron a buscar a Giuliana a casa de su madre, ubicada en un exclusivo barrio residencial de San José de Costa Rica, un lugar que tenía muchas curvas y calles bastante empinadas. Luego de estacionar el vehículo, el Chino entró a la casa a buscar a su hija, mientras Kenita quedó de copiloto en el jeep. Sin embargo, en ese preciso instante el freno de mano falló y el jeep con la rubia modelo como único pasajero comenzó a avanzar suavemente en reversa, hasta alcanzar una velocidad de unos 30 kilómetros por hora, estrellándose finalmente contra una reja de madera. Kenita, que a última hora había logrado desembarazarse del cinturón de seguridad, salió despedida del auto, quedando tirada en una zona con hojas y piedrecillas, con algunas heridas y moretones en sus piernas y una pequeña lesión en la espalda y el cuello cervical.
En ese momento comienzan las versiones contrapuestas. El Chino afirmó que había querido llevar a su esposa a un médico, pero al ver que las heridas no eran graves todos habrían preferido volver al hotel donde se hospedaban. Kenita, en cambio, sostuvo que le insistió a su marido que la llevara de inmediato a un médico, algo a lo que Ríos se habría negado de plano, supuestamente argumentando que no podía hacerlo, ya que se encontraba en medio de un juicio en Costa Rica y que él era un personaje famoso. Como sea que fuere, una enfurecida y desilusionada Kenita, en ese momento, se habría sacado su anillo de matrimonio y se lo lanzó al ex tenista, diciéndole: “No te quiero ver nunca más en la vida. Toma tu anillo y llama a la agencia de viajes porque quiero irme ahora”.
Antes de subir al vuelo San José-Miami, Kenita fue atendida en una enfermería, mientras las primeras noticias de su accidente llegaban a Chile. Tras llegar a Miami -donde permaneció un día- y tomar otro vuelo de regreso a Santiago, Kenita se encontró en el avión con otro ilustre pasajero, el tenista nacional Fernando González, quien respetuosamente le preguntó sobre lo que había pasado.
El avión aterrizó en la losa del Aeropuerto internacional Arturo Merino Benítez a las 06.30 de la mañana del 8 de septiembre del 2005. Un enjambre de reporteros gráficos y de televisión que esperaban a Fernando González se encontraron entonces con una surrealista y sorpresiva escena: un empleado de Lan Chile llevaba a María Eugenia Larraín sentada en una silla de ruedas. La modelo, como si estuviera de luto, lucía lentes oscuros y un elegante traje de cuero negro, cuyo pantalón estaba arremangado en su pierna derecha, mostrando una lesión a la altura de la rodilla. “Prefiero no hacer declaraciones, porque después me puedo arrepentir”, les dijo Kenita a los periodistas, antes de dirigirse a la Clínica Las Condes.
Jorge Ríos, el padre del tenista, al enterarse de la mediática llegada de Kenita a Santiago, que en su opinión había dejado a su hijo como un agresor, acusó a la modelo de querer extorsionar a su hijo y falsear los hechos del accidente. “Las informaciones que se han publicado son falsas. Lo que se ha hecho es una infamia. Marcelo fue a ver a su hija con Kenita, para lo cual arrendaron un jeep. Mi hijo se bajó a tocar el timbre y pasaron algunos minutos mientras salían a recibirlo su ex señora (Giuliana Sotela) y su hija (Constanza); en ese momento Marcelo se da cuenta de que el jeep se comienza a ir hacia atrás, recorre un corto recorrido y choca con una reja. Él va a ver qué es lo que pasa y encuentra que Kenita está en el suelo. Se asusta, llega donde ella y la abraza, la trata de consolar y tranquilizar, pero al ver que no pasa a mayores, que tiene algunas rasmilladuras y moretones, se tranquiliza…Luego le preguntan si quiere ir a una clínica o un hospital, pero ven que no es necesario y la llevan al hotel. Su ex esposa (Giuliana Sotela) se va y cuando se quedan solos en la habitación ella le arma un escándalo, diciéndole: ‘¡Cómo se te ocurre ir a buscar a tu hija y dejarme sola!’. Ante la sorpresa de Marcelo, ella no acepta que la haya dejado sola y se va (…). Esto no era un verdadero amor”.
El Chino, luego de intentar en vano comunicarse telefónicamente con su esposa desde Costa Rica (se dice que la llamó al menos 10 veces), se contactó —vía satélite— con el periodista Mauricio Israel del canal nacional Megavisión. El Chino, saliendo al aire para todo el país en horario prime, partió diciendo que “es súper bajo divulgar los problemas de un matrimonio a todo el mundo por televisión, pero después de todo lo que vi y escuché, no me queda otra cosa que decir la verdad. No me pueden dejar como el malo, porque no es así… Y no tengo otra opción de defenderme de tanta mentira y del daño que (Kenita) me hizo. Que no la haya ayudado es totalmente falso. Nunca la dejé sola, porque cuando ella parte al aeropuerto yo voy detrás y le digo que no se vaya, le ofrezco ir a una clínica para curarse las heridas porque se les podían infectar, pero no aceptó. Tomó el avión en Costa Rica, que si hubiese estado tan grave no la dejan subir, y se queda un día en Miami para después ir a Chile. Yo le curé las heridas y sé dónde están: en una rodilla, la espalda y en un hombro. El moretón lo tenía de antes, de cuando fue a esquiar…ella es una persona que no merece estar al lado mío. Mi matrimonio no va a seguir, yo creo que esto se termina acá, porque yo no puedo tener a alguien al lado que actúa así’’.
El Chino, pasado el momento de furia, en todo caso habría intentado reconciliarse con Kenita. Un mes después de la ruptura se le vio escondido entre los pilares del Parque Arauco, observando cómo su ex mujer desfilaba en la pasarela durante un desfile de modelos de la temporada primavera-verano en ese centro comercial, y más tarde la siguió a Buenos Aires, Argentina, donde se encontró con ella en un mall de Palermo, pero todo fue inútil. La rubia no quería saber nada de él y el matrimonio se acabó después de sólo cinco meses.
Años después, el 16 de noviembre de 2016, Marcelo Ríos daría una polémica entrevista tras ser invitado al programa “El Cubo”, de Chilevisión. Allí el Chino aseguró que el haberse casado con Kenita Larraín había sido “la estupidez más grande que hice en mi vida” y que su actual señora, Paula Pavic, era “cien mil veces más inteligente, 100 mil veces más bonita, 100 mil veces más señora, 100 mil veces más mamá”, que Kenita.
Por la misma época, María Eugenia Larraín declararía que “yo no llegué a Chile en silla de ruedas. Llegué al aeropuerto saltando en un pie, porque había una rodilla que me dolía mucho por las heridas. Marcelo y yo éramos muy distintos, pero aun así me casé con él. No digo que sea una mala persona, simplemente digo que no tenemos nada en común (…) Ahora lo veo como un extraño. Nuestra separación fue uno de los momentos más dolorosos de mi vida. Había apostado a hacer mi familia, di el paso para casarme. Era otra oportunidad que me daba la vida, pero tampoco resultó. Ahora Marcelo es prehistoria para mí. Sané todo eso. Lo solté. Ya lo solté hace rato, toda la parte dolorosa que tuvimos. Tengo una vida totalmente distinta. Fui mamá hace poquito, estoy casada”.
Kenita agregó que Marcelo Ríos “después de los seis meses, de un día para otro pasó del amor al odio. Y hasta el día de hoy habla con mucha rabia, con mucha mala onda, dolor. Me imagino que no ha liberado eso. Si yo le diera lo mismo no me tendría tanta rabia. Me tiene una rabia terrible. Le cambia la cara. Yo no digo que él está enamorado de mí. Digo que no ha soltado el tema, ni el dolor, ni el resentimiento, que todavía no ha superado”.
El último capítulo de esta turbulenta y breve relación de amor y odio entre estas dos celebridades nacionales se viviría en octubre del 2019, cuando Marcelo Ríos publicó en su cuenta de Instagram una imagen junto a su actual mujer, Paula Pavic, agregando el siguiente mensaje: “Faltaba la más linda y la mujer que me hizo tener la hermosa familia que hoy tengo. Te amo”.
Uno de los tantos comentarios que dejó esta publicación fue la de una usuaria que escribió inocentemente: “Es más linda que la Kenita”, a lo que el inefable Chino respondió en su único y particular estilo: “Pero obvio, no hay comparación de ningún tipo. No habli hueas”.
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