En 1981 el laureado director británico Ridley Scott, quien dos años antes había sorprendido al mundo con su aterradora cinta “Alien, el Octavo Pasajero”, comenzó a rodar la película “Blade Runner”, una película neo-noir y de ciencia ficción protagonizada por Harrison Ford y que se basaba parcialmente en la novela corta “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” (1968), del escritor Philip K. Dick.

Estrenada mundialmente en 1982, “Blade Runner” estaba ambientada en una distópica y babilónica ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos, donde se describía un futuro en el que, mediante bioingeniería, se fabricaban seres humanos artificiales denominados replicantes, a los que se empleaba en trabajos peligrosos y como esclavos en las colonias del mundo exterior de la Tierra.

Fabricados por Tyrell Corporation para ser “más humanos que los humanos” —especialmente el último modelo Nexus-6—, los replicantes eran indistinguibles físicamente de un ser humano normal, aunque tenían una mayor agilidad y fuerza física, y carecían teóricamente de la misma respuesta emocional y empática, por lo que podían ser detectados tras ser sometidos a un test Voight-Kampff, un examen científico-psicológico.

Tras un sangriento motín ocurrido en una colonia espacial exterior y que había sido liderado por Roy Batty (un brillante y fornido replicante de pelo platinado que era utilizado como soldado), los replicantes eran declarados ilegales en la Tierra, por lo que un cuerpo especial de la policía, los Blade runners, se encargaba de identificar, rastrear y matar —o “retirar” en la jerga de la propia policía— a los replicantes fugitivos que se encontraban en la Tierra.

De ese modo, cuando un grupo de cuatro replicantes se encontraban sueltos en Los Ángeles (Leon, Zhora y Pris, todos liderados por Roy Batty), un experimentado blade runner llamado Rick Deckard era sacado de su semi-retiro para eliminarlos a todos.

Las cosas se complicaban para Deckard cuando se involucraba románticamente con Rachel, la joven secretaria del doctor Eldon Tyrell (el mandamás de la Corporación Tyrell), que era una replicante experimental, pues tenía recuerdos implantados de la sobrina de Tyrell que le permitían contar con una base emocional, por lo que ella creía que era humana. Entre tanto, Roy Batty dejaba un reguero de muertos y sangre para encontrarse con el doctor Tyrell y averiguar cómo podía detener el proceso irreversible de su muerte, pues los replicantes sólo podían tener cuatro años de vida.

Después de “retirar” a Leon, Zhora y Pris, Deckard finalmente se enfrentaba a Roy Batty en un ruinoso edificio. El policía, escapando del peligroso replicante, quien le quebraba los dedos de su mano derecha para que no pudiera disparar su arma, intentaba huir saltando desde la azotea de un edificio a otro, quedando colgado de una viga. Cuando Deckard ya no podía soportar más y finalmente se desprendía de la viga, antes que cayera al vacío donde le esperaba una muerte segura, Roy Batty, quien experimentaba agudos dolores físicos pues estaba a punto de morir, lo sujetaba por la muñeca, salvándole la vida.

En ese momento, un sorprendido Deckard se daba cuenta que el violento replicante, a punto de morir, pues ya comenzaban a cesar sus cuatro años de existencia, había valorado tanto la vida, que incluso estaba dispuesto a salvar la vida de cualquier persona, incluida la suya.

Roy Batty, con una paloma en las manos y antes de expirar, en esos momentos recordaba algunos de los grandes momentos de su vida, pronunciando uno de los monólogos más recordados de la historia del cine: “He visto cosas que ustedes no creerían. Naves de ataque en llamas más allá del hombro de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Hora de morir”.

Si bien después de su estreno mundial “Blade Runner” recibiría críticas mixtas de parte de la prensa especializada, hoy es considerada un verdadero clásico cinematográfico de los ’80, una cinta de culto y una de las películas más influyentes de todos los tiempos.

El crítico español Jesús Palacios, por ejemplo, escribió en una reseña que “cambió no sólo la manera de hacer cine, que la cambió radicalmente, si no que cambió nuestras costumbres, cambió la manera de percibir la realidad …Blade Runner abolió el futuro y nos hizo percibirlo como un presente continuo en el que estamos todavía inmersos”, mientras que el crítico Alex Ioshpe escribió que ” ‘Blade Runner’ es una película única, increíble a cada nivel. Es un relato profético y emotivo que se mantiene como una de las más originales e inteligentes películas de ciencia ficción jamás realizadas”.

“Blade Runner”, según los entendidos, es considerada un clásico del cine por su novedosa y compleja historia (los replicantes son una alegoría de la humanidad), las descollantes actuaciones del elenco, la acertada dirección de Ridley Scott, la evocadora música de Vangelis y, finalmente, por su soberbia estética y ambientación.

Respecto a este último punto el autor David Lyon, en su libro “Postmodernidad” (1994), escribió que “el escenario de ‘Blade Runner’ es de decadencia urbana: edificios abandonados que fueron majestuosos en el pasado (interpretados por los teóricos postmodernos como símbolos de la modernidad caída), calles abarrotadas y cosmopolitas, interminables mercados callejeros, basura sin recoger y una llovizna gris constante…Sin duda, el progreso está en ruinas…Columnas griegas y romanas, dragones chinos y pirámides egipcias se mezclan con gigantescos anuncios de neón de Coca-Cola y Pan Am…La imagen dominante es de decadencia, desintegración y caótica mezcla de estilos. ¿Qué hace postmoderno a Blade Runner? Para empezar, se cuestiona la realidad misma. Los replicantes quieren ser personas reales, pero la prueba de la realidad es una imagen fotográfica, una identidad construida. Ésta es una forma de ver la postmodernidad: un debate sobre la realidad”.

Con respecto al célebre monólogo final pronunciado por el replicante Roy Batty, éste había sido escrito por David Webb Peoples, sin embargo, la forma final en la que aparece en la película contó con la aportación del actor holandés Rutger Hauer, quien la noche antes de rodar la famosa escena de su personaje eliminó algunas líneas del guion original y agregó la famosa frase “will be lost in time, like tears in rain” (“Se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia”), pues las del guion le parecían demasiado extensas para ese momento.

A 40 años de su filmación, así luce hoy el elenco de esta soberbia película, que el año 2017 tendría una secuela con el título “Blade Runner 2049″:

1) Harrison Ford (Rick Deckard):

2) Rutger Hauer (Roy Batty) (1944-2019):

3) Sean Young (Rachel):

4) Edward James Olmos (Gaff):

5) Daryl Hannah (Pris):

6) M. Emmet Walsh (capitán Bryant):

7) William Sanderson (J.F. Sebastian):

8) Brion James (Leon Kowalski) (1945-1999):

9) Joanna Cassidy (Zhora):