El día que censuraron a Hermógenes Conache en Viña
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- Jorge Fuentes
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En 1984 se iba a celebrar el XXV Festival de la Canción de Viña del Mar, y la organización ya había contratado a tres humoristas nacionales para hacer reír al “monstruo” del Festival, apodo con que se suele aludir al caprichoso público apostado en las graderías de la Quinta Vergara.
Pero las cosas no comenzaron bien. Dos de los humoristas (Ronco Retes y Checho Hirane) fracasaron estrepitosamente, por mucho que el segundo se pusiera a saltar en una cama elástica para ganarse al público y disminuir las pifias, cosa que consiguió a medias.

Cuando llegó el turno de Hermógenes Conache, un conocido humorista proveniente de la Octava Región, la cosa pareció cambiar totalmente. El humorista comenzó con una batería de chistes blancos totalmente efectivos, que le ganaron los primeros aplausos del público. Parte de su rutina fue la siguiente:
“…Yo provengo de una familia muy humilde. Mi madre era lavandera y mi padre mástil. Somos 10 hermanos, cinco hombres, cuatro mujeres y yo (ante las risas y pullas del público, Hermógenes les dijo: “Gracias, colegas”). Y los 10 hermanos dormimos en la misma cama todos juntos, tan apretados que todos soñamos lo mismo. Y la cama es tan dura que a las cuatro de la mañana tenemos que levantarnos a descansar. Y somos pobres como ninguno. Como seremos de pobres que no teníamos ni hambre. La única vez que comí carne fue una vez que me mordí la lengua. El perro de la casa una vez ladró y se desmayó. Y la casa es tan chiquita, que tenemos que salir todos fuera para que el sol pueda entrar. Entre mis hermanos tengo un hermano tan pavo que cree que el sexo está entre quinto y séptimo. Un día subió 15 pisos buscando la bajada…Un día fui al lago Reñaca y se estaba ahogando una señora muy pituca, de esas que se bañan con abrigo. Y decía: “auxilio, que alguien me salve, S.O.S., auxilio, S.O.S.” y un curadito que estaba ahí le dijo: “Ya pos, vieja, decídete. ¿Quién te salva? Ese o ese”….”
Sin embargo, las cosas comenzarían a torcerse en cuanto Hermógenes comenzó con su imitación del “soapisa”, un afeminado vendedor de sopaipillas que promocionaba su mercadería del siguiente modo: “ ¡Soapisa¡ (Sopaipillas), ¡Soapisa¡…con ukelele (Mostaza), con huizipirizo (Ketchup) y con…. ¡ahhhhh! (Ají)”.
Hermógenes, ya posesionado en su rol de “Soapisa”, comenzó a contar las andanzas del personaje por la Quinta Región:
“…En el Casino de Viña del Mar me salieron persiguiendo unos tipos, con tan mala suerte que ninguno me alcanzó. Me dijeron: “Adiós, reina”, y ahí yo me indigné. Les dije: ¿Cómo que reina? Princesa, porque mi mamá todavía no se muere”. Después subo a una micro y pago tarifa de estudiante. El chofer pregunta: “¿Estudiante? ¿Y dónde estudiaste vos?”. “En la escuela de investigaciones”, respondí. “¿Y porqué en Investigaciones”, preguntó de nuevo el chofer. “Para que me hagan tira”, dije yo. Entro después a un restaurant y le digo al mozo: ¿Me da una Pepsi?”. “¿Cola?”, pregunta el mozo. “Y a ti que te importa”, le dije yo.”
Las andanzas del “soapisa” fueron subiendo poco a poco de tono, junto con el entusiasmo del “monstruo”, que reía de buena gana. La rutina se fue complementando con pícaras frases del tipo “Flaco mamerto cornudo guajardo… lo saco, lo muestro, lo sacudo y lo guardo….“, que Hermógenes repitía una y otra vez.
En esos momentos, sin embargo, la transmisión televisiva se cortó abruptamente, y pasó a mostrar una entrevista tras bastidores al cantante Sebastián, para después pasar a unos spots publicitarios. En resumen, mientras todo el público de la Quinta Vergara se apretaba el estómago de risa con la picaresca rutina de Hermógenes Conache, el resto de los chilenos sólo pudo ver comerciales.
Al día siguiente, el incidente de la censura televisiva fue comentario obligado en todo Chile y transformó a Hermógenes Conache en personaje nacional. Con el correr del tiempo, pese a que se pensó que el hecho de ser censurado iba a complicar su carrera, en realidad lo ayudó bastante. Sus contratos para eventos se triplicaron en un santiamén, mientras en las ferias y persas ya empezaban a comercializarse con mucho éxito cassetes piratas con la rutina entera del humorista en Viña.
Increíblemente, Hermógenes Conache volvió al Festival de Viña a inicios de la década del 90’, cuando la democracia ya estaba instalada y la tolerancia era mucho mayor. Y para la inminente versión del 2013 del evento viñamarino, el humorista volvió a ser contratado para presentarse en la Quinta Vergara, luego de más de 20 años de ausencia.
“Estar en Viña es muy importante porque lo que me importa es el lugar. Siempre he dicho que después del folclor, el Festival es el lugar ideal para el humorista”, explicó Hermógenes hace unos meses, anunciando también que el “soapisa”, su número más recordado y que marcó todo un hito en la historia del humor en el Festival, no exento de polémica en su momento, esta vez “estaba incluido en el contrato”.
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