Mantas, fajas y textiles: un oficio tradicional

La actividad textil se desarrolla en localidades donde aún tejen mantas y frazadas de lana de oveja sin teñir. Se sigue usando un telar indígena, que se apoya en los muros y se complementa con el huso, la tortera, en ocasiones la rueca y la paleta.
Poncho

Foto: El Mercurio

El papa Juan Pablo II recibió un poncho de regalo cuando visitó nuestro país en 1987.

La lana se empleaba y aún se emplea para la confección de ponchos que, al decir del viajero Edmond Reuel Smith, quien pasó por Chile en el siglo XIX, «eran superiores a los ingleses, porque cuando se mojaban se ponían tiesos y compactos impidiendo que el agua penetrara, de manera similar a la protección que brinda el techo a la casa». Esta indumentaria fue y ha sido usada por todo tipo de personas, especialmente campesinos, independientemente de su condición social.

Otra pieza de valor para la gente de campo es la manta. Tiene la misma forma que el poncho, pero es más corta y de colores más vivos. Se adorna con listas verticales de diferentes tonalidades.

Otras piezas textiles son la faja -que completaba el atuendo del huaso y que era preferentemente de color rojo, pero en la actualidad su uso ha ido disminuyendo-, la testera (pequeña faja tejida con flecos en sus extremos que servía para adornar la testa de los caballos), las alforjas o prevenciones (bolsas tejidas y ornamentadas con dibujos y borlas unidas con tirantes, que se usaban para llevar comestibles cuando se viajaba a caballo), las bolsas tabaqueras, los rebozos, y las chalinas.

Un textil que se teje escasamente en esta época, es el choapino, pequeña alfombra de gran colorido, hecha en técnica de nudo de alfombra, en las localidades de Navidad y Cabeceras (Paredones). Se usaba sobre las monturas.

Esta prenda textil fue ampliamente utilizada por los mapuches, quienes la denominaron como chañuntucu.

Huasos poncho

Foto: El Mercurio

Los huasos son los modelos más fieles del arte textil chileno.

De acuerdo a investigaciones realizadas en la VI Región, se sabe que la actividad textil todavía se desarrolla en aproximadamente cincuenta localidades, donde aún tejen principalmente mantas y frazadas de lana de oveja sin teñir. Para este fin, se sigue usando un telar indígena, que se apoya en los muros y se complementa con el huso, la tortera, en ocasiones la rueca y la paleta.

Se puede ver un trabajo interesante en mi artículo sobre el telar.

Se utiliza también otro tipo de telar, vertical y estacado en el suelo, de escasa presencia en la región, o con una tarima de madera, característico de la zona de Doñihue, en el que se teje una prenda de gran riqueza técnica y ornamental, utilizada por el huaso chileno como atavío de gala, especialmente en festividades ecuestres, criollas y religiosas: el chamanto.

No obstante que el uso del atuendo de huaso ha ido decreciendo, esta prenda se sigue confeccionando, contribuyendo por lo tanto a mantener vigente esta tradición, constituyéndose en el textil símbolo de Chile.

Existe un tercer telar, el de mayor uso, de origen europeo e introducido por los españoles. Es horizontal, con lizos y pedales, corresponde a un concepto más mecanizado de tejido en el que se teje gran cantidad de metros de tela que posteriormente se corta. Se conoce como telar español, rústico o de bayeta. En la actualidad se fabrican en él principalmente frazadas.

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