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El oscuro pasado de Boris Becker: Infidelidades y una hija extramatrimonial que le valió un divorcio millonario

La mala gestión de las finanzas del extenista en bancarrota comenzó con un millonario divorcio por tener una hija por fuera de su matrimonio.

Guía de: Tenis

No suena a sorpresa. No parece una locura. El pasado de Boris Becker coincide con el de muchas otras estrellas. Celebridades del deporte que dilapidan sus fortunas. Que la gestionan sin saber demasiado. O, para peor, que creen que nunca caerían del pedestal.

Las dos caras de la moneda: la fama, el éxito, la popularidad gracias a una formidable carrera deportiva (fue el tenista más joven en ganar Wimbledon con 17 años) que chocan de frente con una vida privada oscura y repleta de escándalos.

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Sin embargo, hay un detalle -y no de los pequeños-, que hace el error del alemán mucho más grande del de otros personajes notables. Que lo convierte en insalvable. Y es que la “aventura sexual” que tuvo con Ángela Ermakova, estando casado con Bárbara Feltus, derivó en un hijo por fuera del matrimonio.

Era 1999, año del retiro del jugador, quien más adelante tendría un asunto más complejo que resolver que la decisión de dejar el tenis. Porque Ermakova utilizó todos sus encantos para seducirlo y el tenista sucumbió. Se dejó llevar.

Según sus propias palabras, se trató de “los 5 segundos más caros de mi vida”. Porque claro, dos años después, esa relación clandestina llevó -prueba de ADN mediante- a tener que a reconocer a Anna, la hija con Ermakova.

Al gran campeón le llovieron las demandas de todo tipo. Y desde todos los ángulos. Pese a que los abogados del deportista intentaron hacer creer que la modelo rusa le había sustraído semen como parte de una operación para denigrarlo, Becker acordó pagarle 5 millones de dólares.

Por supuesto. Feltus no se quedó de brazos cruzados y también recurrió a la justicia. Entre juicios y honorarios, el nacido en la ciudad de Leimen desembolsó 17 millones de la moneda estadounidense.

Su exmujer se quedó, además, con una mansión ubicada en Miami, Estados Unidos, y con la custodia de sus hijos. ¿Se puede perder algo más? Exacto: en 2002 se lo condenó a pagar 500 mil dólares por evadir impuestos entre 1991 y 1993.

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En bancarrota

Todas estas situaciones explican y le dan sentido a la pésima noticia que Becker recibió 16 años después (la semana pasada) que reflejábamos aquí: fue declarado en bancarrota por no poder pagar una deuda de más de 6 millones de dólares contraída con un banco en 2015.

Los esfuerzos de sus abogados de demostrar que podría pagar fueron en vano. El propio protagonista también creyó que habría ventajas por ser quién es, por haber sido un campeón, por haberse cansado el brazo de levantar trofeos en el plano deportivo.

Otro error. En el registro civil de Londres fueron inflexibles, aunque la opinión de Christine Derrett, responsable de tomar la decisión final, difiera un poco (mucho) de la de Becker.

“La orden se basa en un discutido préstamo que yo estaba preparado para pagar en un mes”, tiempo que en la capital inglesa no parecieron estar dispuestos a esperar.

Para el alemán, “es decepcionante que mi solicitud para que la audiencia fuera pospuesta hasta entonces fue rechazada”, agregando que “mis ganancias están claramente publicadas y tengo los medios para saldar esta deuda”.

Boris volverá en una semana adonde todo comenzó: por primera vez desde que es oficialmente “pobre”, asistirá a Wimbledon (donde como dijimos, ganó la primera vez fue a sus 17 años) y ahora se destaca como comentarista para la señal inglesa BBC.

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