Pam Shriver puede no parecer conocida en la actualidad. Sin embargo, fue una animadora del circuito entre los ’70 y los ’90, compartiendo cancha con leyendas de la talla de Chris Evert y Martina Navratilova, y otras protagonista del deporte de entonces como la trasandina Gabriela Sabatini -quien volverá a jugar- y Lindsay Davenport.

Luego de finalizada su carrera en el año 1997 (y tras haber ganado 21 títulos en individuales y nada menos que 22 Grand Slams en dobles), se venía desempeñando como comentarista de televisión, cumpliendo su rol sin hacer demasiado ruido.

Pam Shriver junto a Martina Navratilova, con quien ganó 20 Grand Slams como doblista / www.lanacion.com.ar

Pero recientemente, a raíz de una terrible confesión, su nombre volvió a sonar fuerte. Quien llegara a ocupar el 3° puesto de la WTA, habló sobre una relación tóxica que la unió a su entrenador, y de cómo ese romance le trajo serios traumas sociales.

El nombre del coach que la preparó desde niña es Don Candy. Cuando ella tenía 17 y el preparador 50, Shriver le confesó que estaba enamorada de él, un hombre casado que decidió aceptarla y, como consecuencia, cometer infidelidad contra su esposa.

Pam “arrojó la primera piedra” para traspasar los límites de la relación “coach-tenista”. Pero, de acuerdo a su relato, “él era el adulto aquí. Debería haber sido el adulto de confianza. En un mundo diferente, habría encontrado la manera de mantener las cosas profesionales, solo después de la terapia empecé a sentirme un poco menos responsable. Ahora, por fin, me he dado cuenta de que lo que pasó es culpa suya”.

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En una época en la que este tipo de situaciones comienzan a darse a conocer a menudo, es que la oriunda de Baltimore decidió destapar este noviazgo. ¿De forma polémica? Teniendo en cuenta que pasaron más de 40 años de su declaración de amor, y que Candy falleció en 2020 (por ende ya no puede defenderse), es probable.

Siguiendo con su relato, Pamela Howard Shriver Lazenby aseguró que, si bien el hombre no cometió abuso sexual, la relación “empeoró mi capacidad de establecer relaciones normales y fijó ciertos patrones que se repitieron; mi continua atracción por hombres mayores y mis dificultades para entender cómo mantener límites saludables”. 

Más allá de la exitosa carrera que logró, detalló que le fue imposible no pensar en la infidelidad de Candy para con su mujer Elaine. Ese fuerte sentimiento de culpa la hacía, en ocasiones, desviarse de la pista. Hasta que llegó a un límite en que le fue imposible continuar, y decidió que era necesario seguir con otro entrenador.

Debido a su propia experiencia, la exjugadora advirtió de manera dramática que “creo que las relaciones con entrenadores son alarmantemente comunes en el deporte en general. Pero mi especialidad es el tenis, donde he sido testigo de muchos casos en mis más de cuatro décadas como jugadora y también como comentarista”.

Por ese motivo, completó su descarnado testimonio al decir que “cada vez que oigo hablar de una jugadora que sale con su entrenador, o veo a un fisioterapeuta masculino trabajando con un cuerpo femenino en el gimnasio, se me dispara la alarma”.