Abbās ibn Firnās: El sabio árabe que voló por primera vez hace más de mil años

El primer vuelo de la humanidad se produjo el año 875 d.C. en Al Andalus, España.

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Muchos piensan que el hombre surcó por primera vez los aires a comienzos del siglo pasado, cuando, con pioneros de la aeronáutica como los hermanos Wright, comenzó a desarrollar los primeros aeroplanos.

Sin embargo, hace más de mil años, el año 875 d.C para ser más exactos, en Al Andalus (Andalucía, España), un polímata árabe llamado Abbās ibn Firnās (810 d.C-887d.C), se transformaría en el padre de la aviación al volar durante 10 minutos gracias a un artefacto más pesado que el aire: un planeador hecho de madera, seda y plumas, parecido a las actuales alas delta.

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Al-Qāsim Abbās ibn Firnās nació el año 810 en los alrededores de la ciudad de Ronda (Málaga, España). Y al crecer adquirió una vasta cultura, descollando en diversas disciplinas, lo que le valió ser convocado a la ciudad más rica e influyente de Al-Andalus, Córdoba, donde destacaría como científico, inventor, poeta, filósofo, alquimista, músico y astrólogo en las cortes de los emires al-Hakam, Abderramán II y Muhammad I.

Abbās ibn Firnās fue el primer sabio en utilizar en Europa las tablas astronómicas de Sinhind, de origen hindú, que resultarían básicas en el desarrollo de la ciencia europea. También desarrolló la primera esfera armilar (o astrolabio esférico) de Europa, utilizada para realizar cálculos y observaciones astronómicas aproximadas; experimentó con arena y piedra para producir cristal; inventó una especie de planetario con anillos encadenados que representaba el movimiento de las estrellas y creó el Al-Maqata, un ingenioso reloj de agua que daba la hora de día o de noche. Su cultura y erudición eran tales que sus coterráneos lo bautizarían con el sobrenombre de “Hakim Al Andalus” (“El sabio de Al Andalus”).

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En el campo de la aeronáutica Abbās ibn Firnās, quien estudió con detalle el vuelo de los pájaros, es considerado como uno de los padres de la aviación, al ser el precursor del paracaídas y por ser la primera persona que diseñó, construyó y probó con éxito artefactos que se podían elevar y mantener en el aire, seiscientos años antes de que el polímata italiano Leonardo da Vinci desarrollara sus famosos diseños de máquinas voladoras, y más de mil años antes de que los hermanos Wright, a bordo de un aeroplano de 35 kilos de peso y un motor de 12 caballos, hicieran en 1903 su famoso vuelo durante 12 segundos, cubriendo 36 metros sobre la bahía de Kitty Hawk en Ohio.

El año 852 d.C. Abbās ibn Firnās altó al vacío desde el alminar de la Mezquita de Córdoba, utilizando una lona a modo de innovador paracaídas. El resultado fue un descenso relativamente rápido, con un aterrizaje tosco pero efectivo, que le causaría algunas heridas leves.

Posteriormente, en el año 875 d.C, cuando ya tenía 65 años de edad, el sabio árabe diseñó una especie de alas delta, un ingenioso planeador a base de madera y tela de seda, adornada con plumas de diversas aves, con el que se lanzó desde las colinas de la Ruzafa, cercanas a Córdoba, en medio de la expectación de una pequeña multitud que se había congregado en ese lugar, incluyendo a muchos miembros de la corte de Muhammad I, emir del califato andalusí.
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Aprovechando las bonancibles corrientes de aire de Ruzafa, Abbās ibn Firnās y su planeador desarrollaron un vuelo sostenido que duró aproximadamente unos 10 minutos. Sin embargo, el control del aparato resultaría bastante deficiente, lo que posiblemente provocó el accidentado aterrizaje en el que el sabio árabe se fracturó ambas piernas. Más tarde, tras hacer un análisis exhaustivo de su aterrizaje, Abbās ibn Firnās llegó a la conclusión que a su artilugio volador le faltaba una cola como la que tienen los pájaros.

12 años después de este extraordinario y primer vuelo, Abbās ibn Firnās -cuyo nombre sería latinizado posteriormente como Armen Firman- fallecería a la edad de 77 años, convirtiéndose para la historia en el primer hombre que volaba con un artefacto más pesado que el aire y que pudo sobrevivir para contarlo.

Hoy, un centro astronómico de su ciudad natal, un cráter de la Luna y un puente en Córdoba (España) llevan su nombre. Y en Irak hay una estatua suya en la carretera del aeropuerto internacional de Bagdag.
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