La tragedia del Apolo 1: Las tres muertes que inspiraron la llegada del hombre a la Luna

El 27 de enero de 1967 tres astronautas fallecieron en una prueba de rutina del naciente programa espacial norteamericano.

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El 27 de enero de 1967, tres semanas antes del lanzamiento de la misión espacial Apolo 1, que pretendía llevar por primera vez al hombre a la Luna, los tres miembros de la misión, los astronautas norteamericanos Gus Grissom, Roger Chaffee y Edward White – el primer estadounidense en pasear por el espacio- realizaron lo que parecía ser una etapa más en su dura rutina del entrenamiento: una especie de ensayo general llamado “Ensayo Desconectado”, con el objetivo de realizar una desconexión de los sistemas de tierra para comprobar que el Módulo de Mando podía autoabastecerse de energía y seguir navegando en el espacio en caso de una emergencia. A primera vista el ensayo no revestía el menor peligro y tampoco había combustible ni balones explosivos. A la 1:00 de la tarde de esa funesto día los tres astronautas entraron a la cápsula espacial sin imaginar que no saldrían de ella con vida.
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La tragedia se desencadenaría en menos de medio minuto. Después de seis horas de tediosas pruebas, a las 6:31:04 pm del 27 de enero de 1967 uno de los astronautas alertó por el intercomunicador sobre un incendio que se había declarado en la cabina.“¡Ey! ¡Fuego!”, gritó. Pocos segundos después, otra voz (o la misma) exclamó: “El fuego es terrible ¡Sáquennos de acá!”.

A continuación se escucharon confusos gritos de dolor, mientras la imagen del monitor de televisión mostraba a Ed White tratando de abrir la escotilla mientras las llamas barrían la imagen. A las 6:31:22 la transmisión se interrumpió. Después, el silencio total. 27 segundos después que se declarara el incendio, los tres astronautas ya habían muerto.

Los operarios que estaban fuera de la cápsula espacial incendiada, ubicados en la llamada “Habitación Blanca”, habían corrido a liberar a los tres astronautas atrapados, pero mientras intentaban abrir la escotilla de la puerta, el módulo de mando se estremeció debido a una explosión interna. Varias partes de la nave volaron y los operarios salieron despedidos por la onda expansiva. La entrada de oxígeno del exterior alimentó el fuego interior de la cabina pero después lo extinguió.
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Una vez consumada la tragedia, se tardó cerca de una hora y media en poder extraer los cuerpos de los restos calcinados de los tres astronautas desde la cápsula espacial carbonizada. El intenso calor había sido tal que había fundido sus trajes de nylon con la estructura. Todos tenían el cuerpo casi totalmente quemado, pero posteriormente se determinó que las quemaduras habían sido posteriores a su deceso, que se había producido por la inhalación del monóxido de carbono.

La investigación oficial determinó más tarde que el incendio se había producido producto de unos cables en mal estado que provocaron una chispa, que fue alimentada por el oxígeno al 100 % de la cápsula espacial. Además, se estableció que el fuego se desató a los pies de los astronautas, lo que les impidió reaccionar con celeridad. También se determinó que el sistema de apertura de puertas no era el adecuado, que el sistema de apoyo externo en caso de emergencia era deficiente y que la cabina estaba llena de materiales inflamables, sobre todo redes de nylon y velcro, elementos destinados al almacenamiento, sin mencionar que los trajes presurizados de los astronautas también habían sido confeccionados con nylon.
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La tragedia del Apolo I y la muerte de sus tres astronautas desató una ola de pesar en los Estados Unidos y puso en serio peligro el plan espacial norteamericano de llevar al hombre a la luna.

Sin embargo, esas mismas muertes, la exhaustiva investigación posterior y las adecuadas respuestas científicas y tecnológicas a todos los errores encontrados, posibilitaron al cabo que el programa espacial alcanzara su objetivo. Se corrigieron todas las fallas y se perfeccionaron los protocolos de seguridad; las puertas y escotillas se modificaron; los cables fueron recubiertos y ocultos; el material interior se convirtió en completamente ignífugo; y los trajes de los astronautas ya no fueron hechos más de nylon sino de una mezcla de fibra de vidrio y teflón llamada Tela Beta.

Virgil "Gus" Grissom.

Virgil “Gus” Grissom.

Visionariamente, Virgil “Gus” Grissom, uno de los tres astronautas fallecidos en la tragedia del Apolo I , había escrito en su diario: “Habrá riesgos, como los hay en cualquier programa experimental, y tarde o temprano, caeremos dentro de la ley de probabilidades y perderemos a alguno. Ojalá nunca pase, pero si sucede, espero que los norteamericanos no piensen que ese fue un precio muy alto a pagar para el programa espacial. Nadie nos obliga a entrar en esas naves. Volamos sabiendo que si algo malo pasa, no existe la mínima chance de ser rescatados. Lo hacemos porque tenemos completa confianza en los científicos y en los ingenieros que construyen y diseñan la nave y en nuestro centro de control. Ahora: a la Luna”.

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