La trágica vida de Tommy Morrison, el joven boxeador de “Rocky V”: Drogas, peleas y descontrol sexual lo llevaron al ocaso
Guía de: Cine
- Alejandra Sarasqueta
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Tommy Morrison se convirtió en una figura de gran popularidad cuando en 1990 Sylvester Stallone lo convocó para ser uno de los protagonistas de “Rocky V”. La película prometía ser un gran éxito, tras la repercusión que había tenido su predecesora, “Rocky IV” (1985), la más taquillera de la saga.
Antes de que el cine le diera un nombre, Morrison venía abriéndose camino en el mundo del boxeo desde muy joven, para construir una vida marcada por el éxito, el fracaso, las reiteradas reinvenciones y unas debilidades que marcarían su destino. Con solo 10 años ya tenía un tatuaje de dos guantes de box: se lo había hecho su madre, una ex convicta que había pasado 9 meses en la cárcel acusada de homicidio.
Tras abandonar la escuela, empezó a pelear. A sus 15 años, decía tener 21 para poder competir. La juventud no le jugaba en contra: vencía a los adultos y ganaba dinero fácil. En su Oklahoma natal comenzó a construir su leyenda, asegurando ser pariente del legendario héroe del western, John Wayne, y haciéndose llamar como él, The Duke.
Para 1989, a sus 20 años, ya podía jactarse de haber peleado 19 veces, manteniéndose invicto y logrando 15 KO. Fue entonces cuando Frank Stallone, hermano de Sly, lo vio pelear y lo sugirió para la quinta película de Rocky Balboa.
Así Tommy Morrison conservó su nombre de pila para convertirse en Tommy Gunn en “Rocky V”, donde interpretó a una joven promesa del boxeo. La película es aun hoy considerada la peor de la saga, con la puntuación más baja (5.3) en el sitio IMDb. Pero eso no impidió que Morrison tuviera la popularidad necesaria para destacarse como figura del boxeo.
Cuando parecía estar viviendo su gran momento, llegaron los problemas. El joven de puños fuertes tenía debilidad por las noches de fiesta, donde recorría bares y bebía hasta que, desmayado, debían rescatarlo. Su vida amorosa también era un descontrol. Sus allegados aseguran que llegó a estar con una persona distinta cada noche y es un hecho que estuvo casado con dos mujeres al mismo tiempo.
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Apenas un año después del estreno de “Rocky V”, llegaría la primera caída, cuando en octubre de 1991, se perfilaba como favorito para ganar contra Ray Mercer. Cuando el representante de su oponente se dio cuenta que Morrison consumía esteroides, lo dejaron pelear hasta que no resistió más. Mercer le ganó en el quinto round por KO. Fue su primera derrota en un ring.
“La gran esperanza blanca”, como lo apodaron, parecía desvanecerse. Tommy Morrison reflexionó y volvió a centrarse en su carrera, logrando diez victorias consecutivas. Pero en 1993, en lo que prometía ser una victoria fácil contra Michael Bentt, perdió en el primer round por KO. La noche anterior había sido visto en un concierto y bebiendo cerveza.
De millonario a la nada, otra vez. Morrison volvió a Oklahoma para llevar una vida más tranquila. Tras algunas peleas exitosas, en 1995 perdió contra Lennox Lewis, dejando en evidencia que ya no era el mismo. Su carrera en el mundo del boxeo estaba por terminar, pero su drama personal aun tenía varios capítulos por delante.
En 1996, un combate en el que participaría fue cancelado por razones médicas. Pronto se supo que Morrison tenía HIV. Con 27 años, declaró: “Hubo un momento de mi vida en el que tuve un estilo de vida permisivo, alocado e imprudente. Sabía que cualquiera podía contraer esta enfermedad, pero también creí que las posibilidades de contraerla eran muy escasas”.
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Según reporta Infobae, el hermano de Tommy sostuvo que contrajo la enfermedad por las medicinas que se inyectaba para mejorar su rendimiento sexual. Sus dos novias se enteraron de la existencia de la otra, pero esto no puso fin a ninguna de las dos historias. Morrison se casó en 1996 con una de ellas, Dawn Freeman-Hosterman, pero luego viajó a México a casarse con su otra novia, Dawn Brady.
Su vida nunca logró encaminarse. Trabajó como comentarista deportivo pero fue despedido tras manejar ebrio. Se colocó implantes en los bíceps pero se le infectaron y tuvo más problemas de salud. Dejó de tomar la medicina para el HIV y comenzó a consumir cocaína.
En 2000, fue condenado a prisión por posesión de armas, cocaína y metanfetaminas, aunque solo pasó un año en la cárcel. Tras algunas peleas en otro intento vano por recuperar su éxito, surgió otra polémica. Tommy Morrison sostuvo que no tenía HIV y que los exámenes de sangre difundidos habían sido un intento de arruinar su carrera. Al día de hoy, no se ha podido confirmar si tenía o no la enfermedad.
El boxeador falleció el 1° de septiembre de 2013, a los 44 años, acompañado por Trisha, su tercera esposa. En sus últimos años, poco se supo de él. Las fotos de esos años fueron tomadas en procedimientos judiciales, donde se lo puede ver demacrado, apenas una sombra del que había sabido ser.
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