Los hombres que se robaban las miradas en el Coliseo romano por su gallardía y grandes capacidades al enfrentarse a toda clase de retos, luchando por su vida ante temibles animales o feroces guerreros no eran idolatrados solamente por su gran destreza en el combate, sino que despertaban una gran atracción sexual.

De hecho, aunque muchos de ellos eran esclavos o pertenecían a clases sociales sumamente bajas que accedían a participar de este sangriento espectáculo por el pago que les garantizaban, eran aclamados por su fama y grandes victorias, siendo figuras de hombría que despertaban deseo en las mujeres.

Muyinteresante.com.mx destaca que su sudor era de gran valor en Roma, llegando a venderse, por ejemplo, para ser usado en perfumes y tratamientos de belleza o recogerse en vasijas para llevar a modo de recuerdo.

Asimismo, su sangre era considerada un afrodisíaco y se acostumbraba que las jóvenes se cortaban el cabello con una espada mojada en el líquido vital de un gladiador fallecido para sus noches de boda, como una manera de conseguir una vida matrimonial larga y fructífera.

Pero en ocasiones la atracción llegaba a propuestas muchísimo más directas. Un caso bastante explícito es el de los gladiadores que eran contratados como guardaespaldas por la élite romana, trabajo que tomaban luego de su retiro o en ocasiones para tener una fuente de ingreso adicional, cuando no les correspondía arriesgar la vida en el Coliseo, aunque claro, sus servicios podían ser solicitados para funciones que trascendían más allá de la protección, llegando a recibir pagos adicionales por realizar favores sexuales a mujeres poderosas.