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Deterioro en la salud mental de los niños, niñas y adolescentes: Las cifras que esclarecen el panorama

Diagnóstico detecta altos índices de un importante deterioro en la salud mental de los jóvenes chilenos. Conoce los detalles aquí.

La Defensoría de la Niñez entregó su “Diagnóstico sobre la situación de derechos de la niñez y adolescencia 2024” que realiza un análisis de los antecedentes obtenidos del Observatorio de Derechos del último año. El informe analiza distintos ejes y, como uno de los resultados más relevantes, destaca la categoría salud mental y sus preocupantes cifras que “alertan sobre un deterioro importante en esta arista, especialmente en la adolescencia”. De acuerdo con el estudio, en 2023, el 52,9% de los adolescentes estudiantes de educación media de la zona norte de Santiago cumplen con criterios para uno o más problemas de salud mental: 35,2% para depresión, 25,9% ansiedad generalizada y 28,2% para consumo problemático de sustancias.

También destacan como punto clave que existen “una serie de afectaciones en materia de bienestar socioemocional en los adolescentes”, estos se refieren a problemas como, por ejemplo, dificultades para conciliar el sueño y al aumento de adolescentes que siempre o casi siempre sienten que no pueden superar sus problemas.

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En cuanto al suicidio, los resultados indicaron que desde 2021 a 2022 se evidenció un aumento de 37% en la tasa de suicidio y de 44% en adolescentes de 14 a 17 años, así como el preocupante incremento de adolescentes que siempre o casi siempre tienen pensamientos suicidas identificados en la Encuesta de Juventudes del Injuv. Asimismo, el estudio revela una elevada sensación de desorientación, ansiedad, vulneración, angustia, estrés y miedo en los adolescentes por el camino hacia la vida adulta.

Los factores que inciden

Anuar Quesille, Defensor de la Niñez, explica que la salud mental tiene factores que permiten su desarrollo, estos son los “determinantes sociales de la salud”, en las cuales son clave no solo factores individuales, sino que los aspectos sociales y psicosociales. Lamentablemente, vemos este recrudecimiento de la situación y afectaciones en la salud metal (aunque ya era alto antes) luego de una pandemia, que implicó una restricción de movimiento y cambios importantes en las rutinas de los niños, niñas y adolescentes”, influyó en la situación.

El experto detalla que, particularmente, se observa un alto deterioro de la salud mental en el caso de los adolescentes, dado que diversas dimensiones de su desarrollo están siendo afectadas. “En este marco, podemos ver que la ruptura de hábitos, cambios de socialización, excesivo uso de pantallas y redes sociales, aumento de situaciones de violencia, entre otros, pueden estar afectando su salud, siendo urgente la aplicación de medidas por parte del Estado para acompañar sus trayectorias, prevenir afectaciones y reparar en el caso de que sea necesario”.

Por su parte, Macarena Norambuena, directora de la Clínica de Atención Psicológica (CAPSI) de la Universidad Andrés Bello (UNAB), señala que el deterioro de la salud mental infantil se puede pensar que tiene relación con el aumento de problemas como la ansiedad y la depresión, los cuales se pueden atribuir a factores sociales como la violencia, el abuso, la pobreza, y las dificultades al interior de los colegios y familias. Añade que “seguimos viviendo las secuelas de la pandemia y los problemas de salud mental que aquejan a los padres”.

A juicio de Ana Vásquez, Directora de la Clínica Jurídica de la UNAB, un factor que puede tener consecuencias de orden psicológico en niños, niñas y adolescentes, es el abuso sexual, “algunos de los cuales tienen lugar en los espacios escolares, razón por la cual los colegios y escuelas deben velar siempre por la protección, bienestar, seguridad física, psíquica y social de los niños que conforman su comunidad escolar. Todas las autoridades, profesionales, docentes, paradocentes y funcionarios tienen la responsabilidad de ser garantes de los derechos, cuidado y protección de los niños, niñas y adolescentes en los dispositivos de educación, razón por la cual es relevante que el Protocolo que deben tener establezca antecedentes, normas y procedimientos para actuar en caso de sospecha o abuso sexual”.
¿Y el Gobierno?
Quesille menciona que “observamos que la inversión presupuestaria del Estado ha aumentado en esta materia, con incrementos importantes en programas de tratamiento como también en líneas de prevención frente al suicidio, lo cual es sumamente positivo”.

No obstante, la autoridad asegura que aún existen altas brechas en gasto respecto a tratamientos de salud y acceso a los mismos, “los cuales no alcanzan a todas las necesidades de niños, niñas y adolescentes, siendo especialmente crítica la falta de atenciones de especialidad psiquiátrica, lo que se suma a una falta estructural de especialistas en la materia. Por otra parte, vemos una preocupación por parte del Estado centrada en el tratamiento de las afectaciones, no considerando la misma relevancia al abordaje de los determinantes sociales que están afectando la salud mental de los niños, niñas y adolescentes, reflexión que es clave empezar a realizar”.

En tanto, Norambuena explica que dentro de las materias que el Gobierno considere debe “pensar en el aumento de programas de prevención y promoción de salud mental al interior de los colegios, y en el aumento del financiamiento para programas de prevención y tratamiento para atención primaria, secundaria y terciaria”.

Si te encuentras en una situación en que requieras apoyo o conoces a una persona que lo necesite, existen líneas de ayuda haciendo click aquí.

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