• Andrea Cova Moore, equipo de Facts
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Chile enfrenta una de las tasas más altas de sobrepeso y obesidad infantil en Latinoamérica, una tendencia que preocupa por sus consecuencias a largo plazo en la salud pública. De hecho, un nuevo informe de UNICEF advierte que actualmente hay más niños y adolescentes con obesidad que con bajo peso, con 188 millones de jóvenes afectados a nivel global, lo que equivale a que uno de cada diez menores en el mundo padece obesidad.

Al observar la situación local, este informe revela que el panorama en Chile es grave: el 27% de los niños y niñas de entre 5 y 19 años vive con obesidad, ubicando al país entre los más afectados. El documento se basa en datos de más de 190 países. Este problema representa una amenaza para la salud y el desarrollo infantil, ya que los alimentos ultraprocesados están desplazando cada vez más a frutas, verduras y proteínas en una etapa vital para el crecimiento.

En otras cifras, el Mapa Nutricional de la Junaeb muestra que entre 2023 y 2024 hubo un aumento en los estudiantes con malnutrición por exceso, pasando del 50% al 50,9%.

En este contexto, y con el fin de abordar esta problemática, la semana pasada el Senado despachó a ley un proyecto que añadirá una hora extra de actividad física en los colegios. La medida busca garantizar que los alumnos realicen algún tipo de práctica física, la cual no podrá ser reemplazada por la asignatura de Educación Física.

Evolución

El Tablero de Vigilancia del Estado Nutricional de la Población Bajo Control del Sistema Público de Salud es una plataforma pública en línea que incorpora datos de niñas, niños y adolescentes (de 0 a 19 años), con información consolidada desde 2017 y que planea ampliarse a gestantes, mujeres postparto y personas mayores. Los datos disponibles muestran que la obesidad en menores de 5 años aumentó un 5,2%, y, por otra parte, entre 2019 y 2024 el incremento fue de 3,8%. Este resultado evidencia una tendencia a la desaceleración de la obesidad en ese grupo etario a nivel nacional.

Factores

Andrea Albagli, subsecretaria de Salud Pública, explica que el sobrepeso y la obesidad en la población son consecuencia de un “entorno obesogénico”, es decir, uno que favorece el consumo de alimentos con alto contenido calórico y bajo valor nutricional, sumado a una baja actividad física. Este fenómeno, añade, se ve determinado por causas ambientales y sociales que agravan la situación.

La OMS define el entorno obesogénico como aquel que “fomenta la ingesta calórica elevada y el sedentarismo”, considerando los alimentos disponibles, su accesibilidad y promoción, las oportunidades para realizar actividad física y las normas sociales relacionadas con la alimentación.

Según Albagli, esto demuestra “la necesidad de fortalecer las políticas públicas y las intervenciones estructurales que regulen factores clave como la inactividad física y los relacionados con la alimentación, como la oferta y publicidad de alimentos poco saludables”.

Anna Pinheiro, nutricionista e investigadora de Nutrición y Dietética de la Universidad del Desarrollo, señala que la nueva ley que promueve el aumento del tiempo de movimiento en las escuelas “representa un avance importante, considerando que el sedentarismo afecta a más del 70% de la población en ese grupo etario”. A su juicio, el exceso de peso tiene un origen multifactorial y su abordaje debe ser integral, combinando estrategias que fomenten la alimentación saludable y la actividad física.

Pinheiro agrega que el Programa Nacional de Alimentación Escolar (PAE) cumple con las orientaciones nutricionales del Ministerio de Salud, pero el desafío está en mejorar su aceptación entre los estudiantes y sus familias.

En sus estudios, explica, se ha detectado un alto porcentaje de escolares que desayunan y almuerzan dos veces. Por eso, considera clave reforzar la preferencia por alimentos menos procesados y sin sellos de advertencia, promover la comida casera y priorizar los productos de temporada. También plantea que, desde la política pública, es necesario ampliar la oferta de alimentos saludables mediante ferias libres y puntos de venta en todo el país, de modo que “la opción saludable sea la más fácil y la más económica”.

Impacto en esta población

Claudia Rojas, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad Andrés Bello, considera que la nueva ley es un paso en la dirección correcta, “pero no es suficiente por sí sola”. A su juicio, si no se mejora la calidad de la alimentación escolar y familiar, el impacto será limitado.

Subraya que es fundamental reforzar la educación alimentaria en los establecimientos, involucrar a las familias y controlar las colaciones y alimentos que se venden dentro y fuera de los recintos. Además, sostiene que la planificación de la actividad física semanal debe ser completa: no basta solo con caminar, sino que hay que incorporar ejercicios aeróbicos y de fuerza.

Por su parte, Albagli destaca que la evidencia internacional respalda la importancia de fomentar estilos de vida activos desde la infancia, especialmente desde el entorno escolar. Según explica, la nueva ley “representa un avance simbólico y pedagógico relevante, porque instala el derecho al movimiento como parte del aprendizaje”.

Sin embargo, advierte que la medida no debe reducirse a una clase adicional, sino integrarse en toda la jornada escolar a través de recreos activos, pausas saludables y transporte activo. Además, recalca la necesidad de capacitación docente continua para innovar en estrategias lúdicas y motivacionales que transformen la cultura educativa. También plantea que esta es una oportunidad para conectar la escuela con su entorno comunitario, “promoviendo, por ejemplo, rutas seguras para caminar o andar en bicicleta al colegio, siempre que el contexto lo permita”.