Apóstol Santiago: Estos milagros que se le atribuyen habrían sido claves para los españoles en América

El Santo Patrón de España habría intercedido a favor de los españoles durante dos batallas libradas los años 844 y 1541.

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Santiago de Zebedeo, también conocido como Santiago el Mayor, fue uno de los apóstoles más destacados de Jesús de Nazaret. Nacido probablemente en Betsaida (Galilea), fue un pescador hijo de Zebedeo y Salomé, y hermano de Juan, autor del cuarto de los Evangelios y otro de los doce apóstoles.

Tras la muerte de Cristo, Santiago cruzó el mar Mediterráneo para predicar el Evangelio en la Hispania (actual España y Portugal), antes de ser apresado y condenado a morir decapitado -el 25 de julio del año 42- por orden del rey Herodes Agripa I, regente de Judea.

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Tras el martirio de Santiago, sus siete fieles ayudantes (nombrados Obispos por San Pedro, el primer Papa) trasladaron su cuerpo desde el puerto de Haffa, en Palestina, hasta Gaellicia (Galicia), desembarcando en Iria Flavia.

Cientos de años más tarde, en el año 813, el obispo de ese lugar, Teodomiro, descubrió un altar con tres sepulcros. En uno de ellos descubrió un cuerpo decapitado con la cabeza depositada a la altura de las manos con una inscripción que decía: “Aquí yace Santiago, hijo del Zebedeo y de Salomé”.

Teodomiro comunicó de inmediato el hecho al rey Alfonso II de Asturias, quien viajó rápidamente desde Oviedo para visitar el lugar. allí, nombró al apóstol patrón del reino y mandó construir una iglesia en su honor.

Por entonces, el nombre original del apóstol -Iacobus o Yacob- derivaría en San Yacob, que terminaría castellanizándose y transformándose en Santiago.

La siguiente mención histórica del apóstol Santiago se produciría en la batalla de Clavijo (844), una de las más célebres de la Reconquista. Dirigida por el rey Ramiro I de Asturias y capitaneada por el general Sancho Fernández de Tejada contra los musulmanes, se originó por la negativa del monarca cristiano a seguir pagando tributos a los emires árabes, especialmente un vergonzoso tributo que consistía en entregar cien doncellas vírgenes.

Se cuenta que las tropas cristianas de Ramiro se encontraban algo amedrentadas antes de la batalla, pues temían que los musulmanes, debido a su mayor número, les infligieran una dura derrota. Sin embargo, una noche, en sueños, el apóstol Santiago se presentó ante el rey Ramiro, animándolo para que no cejara en el combate.

Según cuenta la leyenda, al día siguiente, mientras se desarrollaba la batalla cerca de Logroño, en el monte Lanturce, una gran cruz roja en forma de espada apareció en los cielos y el mismo apóstol Santiago, montado en un caballo blanco, descendió para entrar a formar parte de la batalla. Los españoles, entonces, al grito de “Santiago y Cierra, España”, derrotaron inapelablemente a los musulmanes.

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Desde entonces, “Santiago y Cierra, España” (“cierra” se refiere a la orden castrense para que las formaciones de infantería y las brigadas de caballería de manera estratégica acometan al enemigo), se convertiría en una célebre proclama que acompañó durante siglos a los Ejércitos Imperiales y, más tarde, a los Tercios Españoles para conquistar el mundo y transformar a España en el siglo XVI en la primera e indiscutida potencia mundial.

Tras el descubrimiento del sepulcro donde descansaban los restos de este apóstol de Cristo, alrededor del año 813, numerosos fieles comenzaron a peregrinar a lo que es hoy Santiago de Compostela para expresar su devoción. Desde entonces, Santiago de Compostela se convertiría en uno de los centros de peregrinación más importantes de la cristiandad junto con Roma y Jerusalén.

7 siglos después de la famosa batalla de Clavijo, librada por cristianos y árabes en sueño español, el apóstol Santiago volvería a aparecer en las crónicas históricas. En 1541, el capitán español Pedro de Valdivia, el conquistador de Chile, a poco de llegar al valle central de nuestro país, debió librar una dura batalla contra un formidable ejército indígena comandado por el cacique Michimalonco, quien había liberado a los indígenas picunches del dominio inca y había ordenado dar muerte al hijo de Vitacura, jefe inca de la zona, por vincularse y aceptar los requerimientos de los españoles.

El soldado cronista español Mariño de Lobera relata que, tras acampar en una de las laderas del cerro Huelén (actual cerro Santa Lucía), las huestes de Pedro de Valdivia se encomendaron al Santo Patrono de España y, al grito de “Santiago y Cierra, España”, acometieron contra el ejército indígena que los sobrepasaba muchas veces en número. Sin embargo, cuando la batalla ya se inclinaba en favor del ejército de Michimalonco, y Valdivia y sus hombres ya se veían derrotados y próximos a la muerte, sorpresivamente los indígenas dejaron sus armas y huyeron despavoridos del combate.

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Mariño de Lobera cuenta que Valdivia, una vez que hubo recuperado el aliento tras la ardua batalla, hizo traer a su presencia a varios de los indios principales que habían caído prisioneros y los interrogó por separado. Para su sorpresa, todos relataron lo mismo: “Cuando estábamos más seguros de la victoria, vimos venir por el aire un guerrero de brillante armadura, montando un caballo blanco con la espada fulgurante, como si fuese de fuego, amenazando a nuestro bando; e pronto comenzó a hacer tal estrago en él, que todos quedamos pasmados e despavoridos. Por eso, dejamos caer las armas de las manos, ya que nunca habíamos visto cosa parecida”.

Mariño de Lobera comenta que debido a este milagroso hecho los españoles, el 12 de febrero de 1541 y a los pies del cerro Santa Lucía, habrían bautizado a la naciente ciudad española que fundaron allí como Santiago del Nuevo Extremo: “E por tanto, declaramos abogado e patrón del pueblo cuya fundación intentamos al glorioso Apóstol Santiago, en cuya resolución ponemos luego manos a la obra a los doce días del mes de febrero de mil e quinientos cuarenta e un años”.

Hoy, el apóstol Santiago, cuya festividad se conmemora el 25 de julio, es el Santo Patrón de España y uno de los símbolos nacionales de la Madre Patria.

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