Los aterradores hechos narrados en la célebre película de terror “El Conjuro” (2013), una de las cintas más escalofriantes de este nuevo milenio, acaecieron en una vieja casa de 286 años de antigüedad construida alrededor de 1826, ubicada en el 1677 del Round Top Road, en Harrisville, Rhode Island, Estados Unidos. La misma propiedad donde la leyenda asegura que aún sigue embrujada por la demoníaca presencia de Bathsheba Thayer, una mujer adoradora del diablo y asesina de niños, quien vivió en la casa en el siglo XIX.

Según los datos históricos, esta mujer (quien inspiró el personaje de Bathsheba Sherman en la película “El Conjuro”) nació en 1812. En 1844, cuando tenía 32 años, contrajo matrimonio con Judson Sherman, un granjero con quien tuvo un hijo llamado Herbert.

Se cuenta que antes de ello Bathsheba había estado a cargo del cuidado del hijo de su vecino, cuando misteriosamente el niño apareció muerto. Según los médicos, el cráneo del menor había sido empalado con una pequeña herramienta. Aunque Bathsheba fue la última persona que estuvo con el niño, el caso jamás llegó a los tribunales.

La leyenda relata que una semana después del nacimiento de Herbert, Bathsheba fue sorprendida por su esposo mientras sacrificaba a su pequeño hijo utilizando una aguja de coser. Furiosa, trepó a la cima de un árbol, donde proclamó su devoción por satanás y lanzó una maldición sobre todo aquel que se atreviera a vivir en su casa. Enseguida se ahorcó.

Desde entonces, toda suerte de hechos sobrenaturales ocurrirían en el inmueble donde había vivido aquella fatídica mujer.

El matrimonio conformado por Ed y Lorrain Warren, los célebres investigadores de sucesos paranormales que se harían mundialmente famosos gracias a la saga cinematográfica de la película “El Conjuro”, investigaron a principios de los años 70′ la residencia, luego de que la familia Perron -integrada por Roger Perron, su esposa Carolyn y sus cinco hijas- reportaran una serie de escalofriantes sucesos gatillados supuestamente por la presencia demoníaca de Bathsheba Thayer, un espíritu femenino malvado que tenía el cuello torcido, presumiblemente debido a un ahorcamiento.

“Creo que ese espíritu buscaba poseer a nuestra madre para luego matarla a ella y a mis hermanas. Quienquiera que fuera ese espíritu, se percibía como la dueña de la casa y le molestaba la competencia que mi madre planteaba para ese puesto”, relataría Andrea Perron, una de las cinco hijas del matrimonio Perron, quien agregó que en 1974 los Warren llevaron a cabo una sesión de espiritismo dentro del inmueble, durante la cual su madre Carolyn Perron al parecer fue poseída y por poco pierde la vida.

“Pensé que me iba a desmayar. Mi madre comenzó a hablar un idioma que no es de este mundo con una voz que no es la suya. Su silla levitó y fue arrojada al otro lado de la habitación”, relató Andrea.

La familia Perron, quienes habitaron la casa de 286 años de antigüedad entre 1971 y 1980.

Los Perron, por motivos económicos, debieron seguir viviendo en esa aterradora casa hasta 1980. Posteriormente, en los años venideros, los misteriosos hechos que habían ocurrido dentro de sus muros inspiraron múltiples libros y producciones, entre ellas la película “El Conjuro”, aunque allí no se grabó la cinta. La casa, por entonces, era tan famosa, que sus propietarios organizaban recorridos diurnos para los visitantes y fanáticos de lo paranormal.

“Hasta el día de hoy, se han reportado allí innumerables sucesos. Las escalofriantes historias, incidentes y recuerdos de los residentes y visitantes de la propiedad se han contado en docenas de producciones”, rezaba un anuncio de la compañía inmobiliaria Mott & Chace Sotheby’s International Realty en su página web, cuando se puso en venta la casa.

La casa real donde ocurrieron los hechos narrados en la película “El Conjuro” y la casa de ficción que se utilizó en esa cinta.

Curiosamente, pese a la mala fama de la vivienda, la propiedad sería comprada a mediados del 2022 por Jacqueline Núñez, una promotora inmobiliaria de Boston que pagó por ella 1,5 millones de dólares a los antiguos dueños, quienes a su vez la habían comprado el 2019 en 439 mil dólares.

“Esta compra es personal para mí. No es un desarrollo inmobiliario. Se trata de mis propias creencias. Soy una persona profundamente espiritual. Es una parte muy importante de mí. Esta casa es una oportunidad para conectarse con personas que se mudaron y fallecieron”, relató Núñez al medio “The Wall Street Journal”, agregando que pensaba continuar con las investigaciones paranormales nocturnas en la propiedad, además de los recorridos diurnos y transmisión de eventos en vivo.

“La posible presencia allí de un ser maligno no me provoca miedo”, concluyó.