Hace unos años se hizo pública una centenaria fotografía en blanco y negro digitalizada que mostraba el bar del antiguo Hotel Plaza de Saltillo, en México, histórico establecimiento que dejó de operar en 1910. La imagen, archivada hoy en la Fototeca del Archivo Municipal local, no parece ser especialmente llamativa, pues a primera vista aparecen diez hombres que integran la típica escena de un bar en la época prerrevolucionaria mexicana.

En la imagen destacan tres sujetos que sirven detrás de la barra. Uno más, con sombrero, aparece en actitud cabizbaja y sentado en la mesa de enfrente. A su lado lado, otro hombre de traje y sombrero, sostiene un vaso con su brazo derecho. Al fondo, pegado a la pared llena de recuadros con imágenes que no son apreciables ante la cámara, se aprecian dos mesas más que son ocupadas por otros tres parroquianos. Y casi en la esquina y al fondo, aparecen dos clientes de pie que aparentemente iban pasando cuando la cámara inmortalizó la imagen.

Hasta ahí, todo en la fotografía parece normal. Pero cuando se dirige la mirada a la parte superior de los anaqueles detrás de la barra, algo parece no encajar con los elementos visuales en la imagen, ya que montado sobre un barril que se encuentra encima de la barra de la cantina, aparece claramente la imagen de un niño rubio cuyo cuerpo aparece ligeramente transparente, de tal manera que parece casi mimetizado con el papel tapiz de la pared del fondo.

La imagen del pequeño niño, por cierto, parece totalmente fuera de lugar, sin mencionar el hecho de que el mueble donde se encuentra tiene una altura que rebasa fácilmente los dos metros.

¿Qué hace un niño en lo alto de un barril en un bar? ¿Cómo llegó hasta ahí? ¿Quién es? Ante la falta de respuestas, la tradición oral de Saltillo encontró una única explicación lógica: se trataría de un fantasma, pues no se tienen documentos, al menos oficiales o conocidos, que revelen quién pudo haber sido ese infante cuya misteriosa imagen semitransparente apareció en una foto tomada hace más de 100 años en el bar del hotel que originalmente fue propiedad del norteamericano W. R. Russell, antes de ser adquirido en el 2003 por el Gobierno de Coahuila, para posteriormente pasar a ser una de las dependencias de la Universidad local.