El “monstruo” de Ivalo que habría atacado a soldados de una división soviética en la Segunda Guerra Mundial

En un bosque de Finlandia, sus cuerpos fueron encontrados mutilados.

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El 30 de noviembre de 1939 la Unión Soviética, sin previa declaración de guerra, invadió el vecino y helado territorio de Finlandia, dando inicio así a la denominada Guerra de invierno, tres meses después del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. El Ejército Rojo, de ese modo, comenzó a batirse en los helados campos de batalla de la pequeña nación finesa, contra un reducido pero tenaz ejército local que, ayudados por el invernal clima y la geografía local, les daría bastante dolores de cabeza a los invasores.

 

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Los soviéticos de inmediato organizaron una operación bélica para atacar el norte de Finlandia, donde las defensas eran más precarias. El objetivo era tomar el puerto de Petsamo, que les daría a los rusos la llave para tomar la capital de Finlandia, Helsinki, aunque antes de llegar a Petsamo los soviéticos primero debían atravesar la zona de Ivalo.

La división soviética que fue enviada a ese lugar avanzaba por los campos helados de esa región boscosa, cuando recibió el alerta de varios pobladores locales, quienes les dijeron que debían viajar sólo por la carretera para llegar lo mas rápido posible a pasar la noche en el pueblo de Ivalo o en una zona despejada y expuesta, haciéndoles hincapié que de ninguna manera debían acampar en los bosques, porque sino jamás volverían a ver la la luz del sol.

El coronel soviético a cargo de la división invasora, creyendo que el aviso era un engaño para que los rusos se dirigieran por carretera a una de las tantas y comunes emboscadas finesas, hizo todo lo contrario y condujo a sus hombres al medio de un espeso bosque en la zona de Ivalo para pasar la noche. Esa sería la última vez que se les vio con vida.

Al día siguiente, una unidad finlandesa, atraídos por una columna de humo, se acercó al lugar donde había acampado la división soviética, sólo para encontrar los cuerpos de todos los soldados soviéticos de la unidad, desmembrados y mutilados. Esparcidos por la nieve que se había tornado de color rojo, en medio de un desolador paisaje, había diseminados órganos y miembros humanos y numerosos casquillos de balas, además de un fuerte olor a pólvora.

Los rostros aterrados que todavía tenían algunos de los cadáveres indicaban que, supuestamente, habían sido atacados por una entidad ominosa y desconocida.

Un soldado soviético congelado en medio del paisaje helado de Finlandia.

Un soldado soviético congelado en medio del paisaje helado de Finlandia.

Si bien se pensó en un primer momento que los soldados soviéticos habían sido atacados por una jauría de osos, lobos, linces o zorros, un macabro hallazgo dejó a todos perplejos. La piel desollada de un soldado soviético, que había sido violentamente arrancada de su cuerpo, apareció colgando de la rama un árbol, a modo de macabro trofeo.

Posteriormente, la explicación del Ejército Rojo de la masacre de Ivalo sería que los soldados se quedaron sin comida y se atacaron entre ellos, recurriendo al canibalismo, aunque ello no explica la gran cantidad de suministros encontrados en el campamento, ni la piel desollada del soldado colgando del árbol.

La piel desollada de un soldado soviético que se encontró en los bosques de Ivalo.

La piel desollada de un soldado soviético que se encontró en los bosques de Ivalo.

Los pobladores locales aseguraron, desde entonces, que el responsable de la masacre de Ivalo había sido Surma, un “monstruo aterrador” del folklore finés que representa la muerte súbita y violenta, cuyo aspecto es el de un perro gigante con cola de serpiente y cuya mirada puede convertir a sus víctimas en piedra.

Surma, según las creencias de Finlandia, es el guardián de las puertas del Tuonela, el inframundo finés y su trabajo es impedir que las almas escapen. Según las antiguas leyendas de ese país, Surma podía ser invocado tras dedicarle un poema, con el propósito de eliminar a una persona o conjunto de personas del modo más brutal posible.

 

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Otros autores, en tanto, especulan que el autor de la masacre de Ivalo habría sido Piru, un espíritu maligno que habita en los bosques de Finlandia, aunque a diferencia de Surma éste disfruta sometiendo a sus víctimas a juegos de inteligencia, torturándolas en caso de perder.

Como sea que fuere, la masacre de la división soviética en el bosque finés de Ivalo durante la Guerra de Invierno de 1939-1940 todavía sigue siendo un completo enigma y hoy es uno de los tantos misterios inexplicables de la Segunda Guerra Mundial.

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