El 5 de octubre de 1988, en la fase final del régimen militar del general Augusto Pinochet (1973-1990), se realizó en nuestro país un inédito e histórico plebiscito para definir la continuidad de ese régimen autoritario, por lo cual existían dos opciones: la opción SI, que le permitiría a Pinochet continuar al mando del país por ocho años más, y la opción NO, que permitiría la celebración de elecciones presidenciales libres.

Como la historia ya sabe, ese día y luego de más de 15 años de ausencia de votaciones populares en nuestro país, 7.236.241 chilenos inscritos en los registros electorales acudieron en masa a los locales de votación designados para emitir libremente su sufragio. La opción Sí obtendría 3.111.875 sufragios (43% de los votos), mientras que la opción No obtuvo 3.959.495 votos (54,70% de los sufragios válidamente emitidos).

Ello desencadenó un hecho político histórico: la derrota del general Augusto Pinochet, quien debió convocar a elecciones presidenciales y parlamentarias, las que se celebraron a fines de 1989, resultando electo como Presidente de la República el político demócrata cristiano Patrio Aylwin Azócar, quien asumió la más alta magistratura de nuestro país el 11 de marzo de 1990, dando inicio a la anhelada transición a la democracia.

Patricio Aylwin tras asumir la Presidencia de la República el 11 de marzo de 1990, en el Congreso Nacional en Valparaíso.

Curiosamente, desde el histórico plebiscito de 1988 se instauraría una especie de maldición en la política nacional relativa a los candidatos de centro derecha que se postularon a la Presidencia de la República. “Ningún político de derecha que votó Sí va a ser jamás Presidente de Chile”, vaticinaron por entonces algunos videntes locales, predicción que se vería totalmente refrendada con el paso del tiempo, pues todos aquellos candidatos derechistas a la Presidencia que votaron Sí en el plebiscito de 1988, terminaron inapelablemente derrotados y resignando sus opciones en favor del candidato de la alianza política opositora.

Así ocurrió con el ministro de Hacienda del régimen militar Hernán Büchi Buc, quien cayó derrotado ante Patricio Aylwin en 1989. E igual cosa sucedió con el abogado y senador derechista Arturo Alessandri Besa (nieto del ex Presidente de la República Arturo Alessandri Palma y sobrino del ex Presidente Jorge Alessandri Rodríguez), quien perdió la elección presidencial ante el demócrata cristiano Eduardo Frei Ruiz Tagle, hijo del célebre mandatario del mismo nombre.

Sin embargo, el caso más patente de la supuesta maldición del plebiscito de 1988 la encarnó, sin duda, el economista y académico Joaquín Lavín Infante (ex alcalde de Las Condes y Santiago, miembro del partido de derecha Unión Demócrata Independiente y autor del libro “Una Revolución Silenciosa”, lanzado a fines de los 80’s en apoyo al sistema económico del régimen de Augusto Pinochet), quien fracasó sistemáticamente en tres oportunidades en sus intentos de llegar a la Presidencia de la República: en enero del año 2000, tras perder estrechamente en segunda vuelta a manos del socialista Ricardo Lagos; el año 2005, tras caer en primera vuelta ante Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, quienes pasaron a segunda vuelta; y a mediados del año 2021, tras caer sorprendentemente derrotado en la primaria del pacto de centro derecha “Chile Vamos” ante el candidato Sebastián Sichel, cuando todas las encuestas lo sindicaban como el candidato presidencial más seguro y competitivo de la centroderecha para las elecciones presidenciales del 2021.

Joaquín Lavín.

Para demostrar la verosimilitud de la presunta maldición del plebiscito de 1988 -histórica jornada electoral donde tanto Hernán Büchi, Arturo Alessandri Besa y Joaquín Lavín votaron por la opción Sí- hay que consignar que el único Presidente que ha tenido la centroderecha después del término del gobierno militar (y en los últimos 50 años de la historia patria) ha sido el empresario y político Sebastián Piñera Echeñique, ex senador y miembro de Renovación Nacional, quien fue elegido Presidente de la República en un primer período en enero del 2020, y elegido nuevamente para un segundo período a fines del año 2017, obteniendo la tercera mayor cantidad de sufragios en una elección desde el retorno a la democracia.

Piñera, por cierto, quien nació en el seno de una familia de fuerte raigambre demócrata cristiana, votó No en el plebiscito, aportando incluso financiamiento a la campaña contra Pinochet y manteniéndose relacionado con Genaro Arriagada, secretario ejecutivo de la campaña y militante DC. Con ello, según los supersticiosos, habría escapado de los efectos de la maldición del plebiscito de 1988, logrando convertirse en Presidente de Chile.