Robert Todd Lincoln, el hombre que estuvo conectado con tres asesinatos de Presidentes de los Estados Unidos
Guía de: Fenómenos Paranormales
- Héctor Fuentes
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Hijo primogénito del Presidente norteamericano Abraham Lincoln y de su esposa Mary Todd, quienes lo bautizaron así en honor de su abuelo materno, Robert Todd Lincoln (1843-1926) fue el único niño del mandatario que sobrevivió hasta la edad adulta.
Y si bien Robert Todd Lincoln -quien mantuvo una relación distante con su padre y debió sufrir la muerte de su único hijo de sepsis cuando este tenía 16 años- no dejó una marca memorable en la historia como sí hizo hizo su padre, tuvo una vida marcada por algunos sucesos bastante sorprendentes, partiendo del hecho de que estuvo casualmente presente, cerca o en el mismo lugar, cuando ocurrieron los asesinatos de tres Presidentes de los Estados Unidos.
Cuando Robert Todd Lincoln regresó a Washington en abril de 1865, después de formar parte del personal del general de la Unión Ulysses S. Grant y tras presenciar la rendición del general confederado Robert E. Lee en Appomattox Courthouse, sus padres (el Presidente Abraham Lincoln y su esposa Mary Todd) lo invitaron a ir a ver la obra “Our American Cousin” en el Teatro Ford con ellos.
Sin embargo, el joven oficial estaba tan agotado después de su viaje que les comunicó a sus dos progenitores que prefería no asistir a la función. Esa noche, el 15 de abril de 1865, como está registrado en la historia, John Wilkes Booth, un fanático sudista, asesinaría de un disparo al Presidente Abraham Lincoln, padre de Robert Todd Lincoln, quien se encontraba en ese momento en la Casa Blanca y corrió para estar con sus padres, porque el mandatario malherido había sido trasladado a la Petersen House frente al Teatro Ford después de sufrir el disparo; allí Robert veló a su padre en su lecho de muerte.
Increíblemente, en 1863 o 1864, el joven Robert Todd Lincoln había viajado en tren desde Nueva York a Washington durante un descanso de sus estudios de leyes en Harvard. Se bajó del tren durante una parada en Jersey City, solo para encontrarse en una plataforma extremadamente concurrida. Para ser educado, Lincoln dio un paso atrás para esperar su turno para cruzar el andén, con la espalda pegada a uno de los vagones del tren, sin embargo, cuando el tren comenzó a moverse, hizo caer a Lincoln en el espacio entre la plataforma y el tren, un lugar increíblemente peligroso.
Lincoln probablemente hubiera sido arrollado por las ruedas del tren, encontrando una muerte segura, si un extraño no lo hubiera sacado de ese lugar jalándolo por el cuello. ¿Quién fue ese extraño? Nada menos que Edwin Booth, uno de los actores de Estados Unidos más famosos del siglo XIX y quien era hermano del eventual asesino del Presidente Abraham Lincoln, John Wilkes Booth.
Tres lustros más tarde, el Presidente de los Estados Unidos James A. Garfield nombraría a Robert Todd Lincoln como Secretario de Guerra. El 2 de julio de 1881 Lincoln tenía programado viajar a Elberon, Nueva Jersey, en tren con el Presidente, pero el viaje nunca se llevó a cabo. Antes de que el tren de Lincoln y Garfield pudiera salir de la estación, Charles Guiteau le disparó al Presidente Garfield, quien murió dos meses después por complicaciones de la herida.
Curiosamente, eso no sería todo para Robert Todd Lincoln. Pasaron dos décadas sin un asesinato presidencial, pero la extraña suerte de Lincoln asomó de nuevo el 6 de septiembre de 1901. Lincoln viajó a Buffalo por invitación del presidente William McKinley para asistir a la Exposición Panamericana. Aunque llegó un poco tarde al evento, Lincoln se dirigía a encontrarse con McKinley cuando el anarquista Leon Czolgosz asesinó al Presidente tras dispararle dos veces a quemarropa.
Después de estos fatídicos tres momentos de increíble mala suerte, que algunos calificarían simplemente como citas del destino, Robert Todd Lincoln, quien se convertiría en millonario trabajando como exitoso abogado corporativo para varias empresas ferroviarias y relacionadas con trenes en los Estados Unidos, se negaría a asistir a todas las funciones y actos presidenciales.
Cada vez que lo invitaban a algún acto en que participaba el Presidente de los Estados Unidos, Robert Todd Lincoln siempre señalaba lo mismo: “No, no iré y mejor no me pregunten, porque hay cierta fatalidad en la función presidencial cuando yo estoy presente”.
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