Los hinchas de Universidad Católica han vivido 48 horas de pesadilla. A la eliminación en la ronda preliminar de la Copa Sudamericana contra Palestino, se sumó la noche de este jueves la llegada de Darío Melo, proveniente de la Segunda División Profesional.

El arquero, quien fuera titular en el Mundial Sub 20 de 2013, rescindió el contrato que lo unía a Melipilla para llegar por un año a Los Cruzados. Su arribo desató la furia en redes de los fanáticos.

Y, a decir verdad, está totalmente justificada. Su contratación ratifica que el ciclo de la actual directiva está totalmente terminado, pues desde hace tres años no solamente no se ha competido por ningún título, tampoco se han jugado torneos internacionales.

Ni hablar de lo irrisorio que es que uno de los tres equipos más grandes del país haya buscado un refuerzo dos categorías más abajo, y que más encima haya llegado libre.

No se puede usar como excusa los constantes cambios de localía. Los armados de plantel desde 2022 en adelante han sido paupérrimos, con jugadores que no rindieron para nada.

Asimismo, la principal característica histórica del club, que era potenciar el primer equipo con canteranos, tampoco se ha cumplido en el último tiempo. La gestión ha sido un fracaso total desde que se logró el tetracampeonato.

No solamente por no obtener logros deportivos, donde la principal responsabilidad recae en José María Buljubasich (gerente deportivo), también en la demora de la remodelación de San Carlos de Apoquindo, el que supuestamente iba a estar listo para comienzos de este año.

Sin embargo, los atrasos han sido un problema sin solución, e incluso las últimas informaciones apuntan a que recién se encontrará disponible desde octubre. Las críticas hacia el gerente general Juan Pablo Pareja y el presidente Juan Tagle han sido tan notorias como lapidarias.

No hay más vuelta que darle. Es momento de dar un paso al costado. Los errores han sido demasiados. Lo que lograron nadie se los va a quitar. Pero la institución necesita un nuevo liderazgo y un remezón. Antes de que sea muy tarde.