Luca Prodan: La historia del genial y autodestructivo cantante y líder del grupo Sumo
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- Jorge Fuentes
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Luca George Prodan, el futuro cantante y líder del grupo argentino Sumo, nació en Roma el 17 de mayo de 1953 como hijo de Mario Prodan, un ciudadano italiano de aristocrática familia nacido en el imperio austrohúngaro y de Cecilia Pollock, hija de escoceses que habían vivido en China antes de la Segunda Guerra Mundial. En Escocia, un adolescente Luca concurrió a la Gordonstoun School, prestigioso colegio de la alta sociedad considerado como uno de los mejores de Europa, famoso por su estricto régimen de disciplina (donde las duchas de agua fría y los duros ejercicios físicos eran la norma) y al cual asistía en ese tiempo el mismísimo príncipe Carlos de Inglaterra.
En ese colegio Luca Prodan conocería a Timmy McKern, quien se convertiría en uno de sus mejores amigos y en futuro manager de Sumo. Allí, cuando faltaba un año para finalizar sus estudios y harto del estricto régimen disciplinario del lugar, en 1970 Luca se escaparía del instituto para recorrer Europa en solitario hasta regresar a su casa en Roma.
En la década del ’70, Luca Prodan, que ya era un consumado melómano admirador de artistas como Syd Barrett, David Bowie, Leonard Cohen, Nick Drake, Brian Eno y John Lennon, se radicó en Londres, donde experimentaría en carne propia la explosión y auge del movimiento punk y post-punk, con bandas como Sex Pistols, XTC, The Fall, Public Image Ltd., Wire, Ian Dury & The Blockheads y Joy Division. En la capital británica, Prodan formaría su primera banda, The New Clear Heads, grupo que sólo alcanzaría a sacar unos demos e incorporaría otros ritmos predilectos de Luca como el dub y el reggae blanco.
Viviendo en Londres, Luca se iniciaría en el peligroso consumo de heroína. En 1979, su hermana Claudia se suicidó con su novio, tras inyectarse esta droga y encerrarse en un auto e inhalar monóxido de carbono. Tras esto, Luca caería en un coma debido a su adicción a la peligrosa droga, que por cierto casi le cuesta la vida.
Posteriormente, Luca comenzaría a consumir alcohol para contrarrestar su adicción a la heroína y mitigar el dolor por la muerte de su hermana Claudia, sin mencionar que todavía estaba resentido con su padre por haberlo enviado a ese internado en Escocia en el que había sido tan desdichado.
En Inglaterra, Luca recibiría una carta de su entrañable amigo de origen escocés Timmy McKern, quien se había radicado en la provincia de Córdova, en Argentina. Luego que Luca viera una foto de la familia de McKern en las bellas sierras de Córdoba, decidió cruzar el Atlántico en 1980 para vivir en Argentina, en una época en que se vivían los últimos años de la dictadura cívico-militar de ese país.
En Argentina, el inquieto Luca Prodan se abocó de inmediato a la tarea de formar una banda. Después de unos cambios en su formación Luca fundaría Sumo, banda que además de él en la voz contaba con Germán Daffunchio en la guitarra, Diego Arnedo en el bajo, Roberto Pettinato en el saxofón, Alberto “Superman” Troglio en la batería y Ricardo Mollo en la guitarra.
Sumo debutaría en los bares de Buenos Aires en 1982, entregando un sonido y una propuesta musical (con una mezcolanza de sonidos que incluían el post punk y el reggae) nunca antes escuchado en la Argentina.
En 1982 la Junta Militar que gobernaba el país trasandino, debido a la Guerra de las Malvinas, ordenó no difundir la música en inglés. Sumo, por entonces, era una banda que tenía una gran particularidad: Gran parte de su repertorio estaba en inglés, idioma que Luca Prodan hablaba a la perfección, aunque la prohibición de la música en ese idioma no impediría que la banda continuara con su novedosa propuesta musical; de hecho, Sumo ganó aún más popularidad dentro del circuito underground argentino.
Naco Goldfinger, ex saxofonista de Los Fabulosos Cadillacs, relataría que “yo era fanático de Sumo. Nunca volví a ver a un grupo argentino que me pusiera la piel de gallina como esa base de reggae, ese humo. Luca sabía de qué iba. Lógico: Cuando vivía en Inglaterra, mientras acá recibíamos un disco por mes, él veía bandas todas las noches”.
Tras sacar el demo independiente “Corpiños en la Madrugada”, en forma de casete y con distribución limitada, en el año 1985 Sumo lanzaría su primer disco oficial, “Divididos por la Felicidad” (un juego de palabras con la traducción del nombre de la banda inglesa Joy Division), en el que plasmaban mucho reggae con influencias de Bob Marley con sonidos del funk y el post punk. “Mejor no hablar de ciertas cosas” y “La rubia tarada” -tema en el que Luca hacía una lúcida sátira sobre la vida de la clase alta en Argentina- serían los dos mayores éxitos radiales de este álbum que también incluía piezas como “Regtest”, canción de sonido oscuro pero con toques musicales jamaicanos.
La revista Rolling Stone Argentina, a propósito de “Divididos por la felicidad”, escribiría que “el álbum debut de Sumo apareció como un manual de supervivencia para la generación post Malvinas justo cuando empezaba el fin de la alegría democrática. El impacto fue tremendo y aún hoy sigue sorprendiendo la irreverente mirada de Luca Prodan para sacudir una escena tan alejada de sus años de formación en la lejana Inglaterra. De allí proviene el reggae blanco con mueca prepotente, las derivaciones del punk como materia evolutiva en la búsqueda de climas oscuros y actitud combativa, y los primeros experimentos entre rock crudo y música electrónica. Pero lo más interesante aparece en la extraña integración entre la idiosincrasia de un italiano fugitivo y sus secuaces argentinos. Cinco tipos en estado de shock permanente frente al tornado que dirigía una orquesta desquiciada, cantaba raro y revelaba los síntomas de la enfermedad cada vez que subía a un escenario”.
En 1986 Sumó grabaría su segundo álbum, “Llegando los monos”, disco en el que se incluía reggae, rock agresivo y post-punk y que posicionaría en lo más alto de las listas de popularidad la canción “Los Viejos Vinagres”, “un hit que hicimos a propósito”, según relataría el mismo Luca Prodan.
Ese disco también incluía canciones como “El ojo blindado”, “No Good”, “Next Week”, “Heroína” y “Que me pisen” (tema que tenía una inspirada parte final de reggae, cantada en inglés por Luca), que evidenciaban la variedad de sonidos que Sumo manejaba a la perfección. El mismo año 1986 Sumo brindaría un épico concierto en el estadio Obras Sanitarias, en el que se consagraron como una de las bandas más prestigiosas y populares del momento.
La banda, por entonces, era una de las más populares de Argentina, pero desde los márgenes de la cultura rock, pues Luca Prodan y sus compinches pensaban que el desprecio por lo establecido era parte de su leitmotiv como grupo.
“Yo vivo en una casona del barrio histórico de San Telmo. Toda rota la casa, y así me gusta. Es como todo: Como mi campera, como mis zapatos… y también como, a veces, la música de Sumo; pero a la gente le gusta porque, por lo menos, es verdad”, declararía Luca Prodan en una entrevista de la época.
En 1987 Sumo publicaría su tercer y último disco, “After Chabón”, álbum que mostraba cierta madurez en materia musical y lírica y que destacaba por temas como “Mañana en el Abasto”, en el que Luca Prodan entregaba una particular y emotiva descripción de un barrio tradicional de Buenos Aires.
El último recital de Sumo y de Luca Prodan sería en el estadio del Club Atlético Los Andes, en Lomas de Zamora, el 20 de diciembre de 1987. Según relataron testigos, Luca quería tomar ginebra y la policía no lo dejó entrar con la botella. Pil Trafa, cantante de “Los Violadores”, grupo que también tocaría esa noche, recordaría que “Luca estaba muy flaco, amarillo y pálido”.
Sus ex compañeros recordarían más tarde que esa noche, momentos antes de interpretar una poderosa versión de “Fuck you”, la canción final que cerraría la presentación de Sumo, Luca dijo: “Ahí va la última”. Según relataría Timmy Mckern, ex manager de Sumo, Luca no estaba conforme con la cantidad de público que había en el lugar (apenas unas 500 personas) y le dijo: “Mira hasta donde hemos llegado”.
Dos días después, el martes 22 de diciembre de 1987, Luca Prodan, quien por entonces sólo tenía 34 años, fue encontrado sin vida en su habitación de su casa ubicada en la calle Alsina 451, en el barrio bonaerense de San Telmo, que compartía con el músico Marcelo Arbiser. Al parecer, dos de sus amigos encontraron su cadáver con una aguja de heroína inyectada en uno de sus brazos, aunque el certificado de defunción estableció que había sufrido un paro cardíaco debido a una grave hemorragia interna causada por una cirrosis hepática (según algunos, Luca había intentado dejar drásticamente la heroína bebiendo dos botellas de ginebra al día).
Irónicamente, el cuerpo sin vida de Luca Prodan, el calvo ítalo-escocés de familia rica que había sido criado casi como un príncipe, estuvo a punto de ir a parar a una fosa común, pero gracias a Joe Stefanolo –amigo de los integrantes de Sumo y conocido como “el abogado del rock”- se pudo conseguir un espacio en el Cementerio de Avellaneda. Con el tiempo, sus restos cambiarían de lugar dentro del mismo cementerio y hoy yacen debajo de una enorme piedra que mandaron a traer de Nono, Córdoba, un lugar amado por Luca.
Aunque la aparente causa de la muerte de Luca Prodan fue achacada a un paro cardiorrespiratorio y una cirrosis hepática, el fantasma de la droga (heroína) aún sigue rondando.
El director de cine Rodrigo Espina, autor del documental “Luca”, relata que “es cierta la teoría de que se inyectó heroína y murió por eso. Después de tanto tiempo creo que no tengo por qué ocultarlo. Es verdad. Una de las formas de cortar la heroína es con Geniol o con veneno de rata. La (heroína) que él se inyectó vino con mucho veneno de rata y le explotó no sé qué cosa (…). Lo cierto es que Luca se moría de eso o de cualquier otra cosa. Su cuerpo no daba más. Yo mismo tiré lo que quedó de la heroína que se inyectó. Fui uno de los primeros que cayó a la casa. Agarré la heroína, la tiré a un baldío, me comí unas puteadas grandes de alguien… Así fue. No sé quién se la dio, hay una historia media negra con una tercera persona que está bajo secreto”, explicó, apuntando quizás a la novia de Luca Prodan por aquel entonces, Silvia Ceriani, quien no era muy querida por el entorno de Sumo y que de hecho en el libro “Luca Prodan: Libertad divino tesoro”, de Oscar Jalil, sería tildada de “chica diabólica y adicta a la aguja”.
Luca Prodan, con su muerte, no pudo ver el fin de la Guerra Fría y la caída del Muro de Berlín en 1989, tal como vaticinó en la letra de la canción “No tan distintos”: “Waiting for 1989. We don’t want no more war” (“Esperando 1989. No queremos más guerra”).
El prematuro deceso de Luca Prodan, además, concluiría una de las décadas más funestas del rock argentino, ya que su muerte fue la antesala del deceso del cantante Miguel Abuelo (líder de Los Abuelos de la Nada) y Federico Moura (el carismático cantante de Virus), ambos muertos prematuramente en 1988.
Según sus conocidos, Luca Prodan era un artista carismático, talentoso, educado y erudito, con una enorme sensibilidad para la música, la historia del arte y la literatura, los personajes y el lenguaje de la calle, los excéntricos y la música folk. El saxofonista Roberto Petinatto recordaría que “en el fondo Luca era un intelectual, pero no quería… Se bañaba todo en ginebra para que no se le acusara de ser un León Gieco o un Bob Dylan”.
Luca Prodan también sería recordado por componer canciones monoacórdicas (de un solo acorde). “El rock puede o debe ser simple, dos acordes”, fue su frase de cabecera durante muchos años.
Luca Prodan también sería recordado como un personaje sensible y cosmopolita que manifestaba profunda admiración por artistas folklóricos como Mercedes Sosa o Atahualpa Yupanqui, aunque también podía ser burlesco, furioso e irreverente, no dudando en enfrentarse abiertamente a famosos artistas intocables del rock argentino como Charly García, Luis Alberto Spinetta, Miguel Mateos o Soda Stereo. En una ocasión, de hecho, se burló de los Soda Stereo por su extracción social acomodada y por sus extravagantes peinados y Gustavo Cerati, consultado en nuestro país por el tema, respondió diciendo que “Luca a veces no sabe lo que dice, pues la mayoría de la veces anda borracho”.
Sumo, tras su disolución después de la muerte de Luca Prodan en 1987, dejaría su ADN musical en dos importantes bandas del rock argentino: Las Pelotas (integrados por Alejandro Sokol, Germán Daffunchio y Alberto “Superman” Troglio) y Divididos (con Ricardo Mollo y Diego Arnedo). Ambas bandas lograrían plasmar un estilo musical propio, aunque indudablemente conservaron algunas de las enseñanzas musicales del desaparecido Luca.
Germán Daffunchio, compañero de Luca Prodan en Sumo, comentaría que “la tragedia que vivimos, que fue la tragedia de Luca, es que a Luca de alguna manera lo devoró el personaje. Cuando murió no vino ninguno de todos los que se le aparecían para decirle: ‘Eh, vamos a tomar una ginebra’. Al Luca del Abasto, al de los bares y bares, se lo comió el personaje. Fue una lucha que perdimos. No logramos que dejara de tomar. De usarlo como remedio, el alcohol terminó siendo el veneno. Se murió a los 34 años. Era un pendejo… Pero ya no quería más nada. Estaba saturado de la vida”.
Timmy McKern, manager de Sumo y uno de los mejores amigos de Luca Prodan, confesaría por su parte que no le importaba si el cantante había muerto por heroína o exceso de alcohol, pues en su opinión “Luca murió por una sobredosis de su vida (…), estaba tan hecho pelota que reventó”.
A más de tres décadas de la muerte de Luca Prodan, fallecido a la prematura edad de 34 años, hoy es considerado un símbolo del rock argentino de la década de los 80′ y uno de los mejores músicos -pese a ser europeo de nacimiento- de la historia del rock pop latinoamericano.
Video de Sumo: “Los Viejos Vinagres” (1986):
Video de Sumo: “La Rubia Tarada” (1985):
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