Kurt Cobain: Su desconocida faceta como pintor y dibujante
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- Jorge Fuentes
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Kurt Cobain, el legendario líder, cantante y guitarrista de Nirvana, en sólo siete años y con tres álbumes de estudio, se transformó en una estrella de rock de fama mundial y marcó a toda una generación de melómanos con su música, aunque pocos saben que el músico fallecido en 1994 a los 27 años de edad también eran un consumado dibujante y pintor, desarrollando un personal arte visual que se manifestaría en bocetos, dibujos, cuadros, collages y hasta cómics.
El biógrafo Charles R. Cross, en su libro “Heavier Than Heaven”, relata que a los seis años de edad Kurt Cobain hizo un dibujo tan perfecto de Mickey Mouse de memoria, que su abuelo, Leland, lo acusó de haberlo calcado. “No es verdad”, se defendió el pequeño Kurt, quien, a continuación, para demostrar que no estaba mintiendo, dibujó el retrato del pato Donald, y luego el de Goofy (Tribilín).
Cuando estaba en segundo grado en la escuela primaria Robert Gary, su maestra dijo: “Kurt dibuja todo lo que ve y lo reproduce exacto, como una foto. Tiene un gran talento para las artes plásticas”.

Un pequeño Kurt Cobain pintando en un caballete que recibió como regalo de sus abuelos paternos, con motivo de su octavo cumpleaños.
La madre del músico, Wendy, recuerda que “cada regalo que Kurt recibía era un pincel o un caballete. Casi hicimos que acabara aborreciendo el dibujo y la pintura. Nunca estaba contento con sus obras de arte, nunca estaba satisfecho con ellas, algo típico en los artistas”. Su abuela Iris Cobain agrega que “a Kurt le gustaba dibujar. Pero su talento venía acompañado de un problema que persiguió a Kurt toda su vida. Kurt nunca estaba satisfecho con sus creaciones”.
Un día, en la víspera de la celebración de Halloween, el pequeño Kurt Cobain volvió a casa con un ejemplar del periódico del colegio, que tenía en la portada un dibujo que había hecho el mismo Kurt, un honor que normalmente estaba reservado a los niños que iban en los cursos superiores. Sin embargo, Kurt no se mostró demasiado entusiasmado con ese honor pues, según él, su dibujo no era nada del otro mundo.
“Su actitud hacia los adultos cambió a raíz de eso. Todo el mundo le decía lo mucho que le encantaban sus dibujos y él nunca estaba satisfecho con lo que hacía”, comentó la madre del artista.
En su diario de vida, tras el divorcio de sus padres, el joven Cobain daría rienda suelta a la angustia que le produjo ese episodio a través de una serie de cómics ilustrados, con toda clase de personajes.
A medida que Kurt fue creciendo, algunos profesores serían fundamentales en su formación artística, pues lo estimularon a desarrollar su arte visual. “Siempre estaba garabateando o dibujando algo”, recuerda Nikki Clark, excompañera de instituto de Cobain.
Por esa época, el cantante sentía cierta inclinación artística por dibujar imágenes prohibidas, desde escenas pornográficas y de violencia hasta monstruos o representaciones diabólicas. Su compañero Bill Burghardt recuerda que una vez Kurt le enseñó un dibujo fotorrealista de una vagina, aunque él al ver el dibujo le preguntó qué era aquello.
En otra ocasión, Kurt dibujó una caricatura de Michael Jackson que sugería que el cantante tenía una de sus manos apoyada en la entrepierna. Y cuando su maestro le advirtió que el colegio podría considerarlo inapropiado para exponerlo en una muestra, él lo reemplazó por un dibujo de Ronald Reagan satirizado.
Siendo ya adolescente, Kurt Cobain, para evadir el aburrimiento que le producían las clases, hacía toda clase de dibujos, desde autos hasta guitarras y alienígenas, y, por supuesto, toda clase de dibujos prohibidos. Su primera novia, Tracy Marander, recuerda que al músico “le fascinaban las cosas de mal gusto”.
Con el tiempo, el arte visual de Kurt Cobain tomaría un cariz más oscuro y violento. Krist Novoselic, bajista de Nirvana, rememora que “Kurt se tomaba en serio su arte. Le servía como medio de expresión, a través del cual exponía su visión del mundo. Una visión que surgía de formas muy distintas, y en ocasiones resultaba morbosa y retorcida. De hecho, todo su arte es decadente y retorcido. Kurt era bastante coherente en su temática. Todo, para él, estaba un poco jodido y oscuro”.
Según recuerda Novoselic, además de cuadros y dibujos, Cobain también hacía esculturas, instalaciones y collages en los que empleaba cualquier objeto que tenía a mano, como vinilos, lápices y máquinas de afeitar.
El vocalista, por entonces, desarrolló un interés particular por la fisiología humana. Muchas de sus obras representan el nacimiento, la muerte, la sexualidad y hasta la secreción. La portada del disco “In Utero” (1993), el último álbum de Nirvana, se hizo eco de esta obsesión por el cuerpo humano, pues muestra a un ángel transparente al que se le pueden ver los órganos, músculos y huesos, tal como en las láminas de los libros de medicina.
El reverso de ese álbum sería una obra de la autoría de Cobain, un collage que montó en el living de su casa con fetos plásticos, órganos de maniquíes anatómicos, flores y caparazones de tortuga.
Una de las tantas pinturas que Kurt Cobain tenía en su casa era una que mostraba a una figura esquelética caída, sosteniendo flores de amapola primaverales que aparentan tener mucha más vida. Esta pintura sería usada para la portada de “Incesticide”, álbum recopilatorio de rarezas, lados b y otras grabaciones de estudio lanzado por Nirvana en diciembre de 1992.
En la contraportada del famoso álbum “Nevermind” (1991), en tanto, se puede apreciar una foto de un mono de juguete puesto sobre un fondo que parecen brasas ardiendo. Sin embargo, en realidad, esa imagen es un collage de Kurt que el músico había pegado en su refrigerador y que hizo con imágenes de carne cruda extraídas de un folleto de supermercado, el Infierno de Dante e ilustraciones de enfermedades vaginales provenientes de revistas médicas.
Las obras de Kurt Cobain, que habían permanecido ocultas durante años en los archivos del patrimonio del cantante, finalmente serían exhibidas públicamente el año 2017, en calidad de atracción principal, en la “Seattle Art Fair” (“Feria de Arte de Seattle”), a la que acudieron representantes de casi 100 galerías de diez países a vender sus obras más populares. Los bocetos, dibujos y pinturas de Kurt Cobain, que no estaban a la venta, presentaron así a la audiencia una faceta desconocida, expresiva y creativa del desaparecido líder de Nirvana.
En aquella exhibición, una de las obras más comentadas por el público fue una de las obras pictóricas más conocidas de Cobain, la pintura de un macilento humanoide anfibio despatarrado sobre un fondo amarillo titulada “Fistula”.
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