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¿Cuál es la importancia del dolor que experimentan las mujeres durante el parto?

El dolor, que tanto miedo genera, tiene funciones específicas y de gran utilidad.

El miedo al parto tiene su origen no solo en razones físicas, sino que también debido a una gran influencia cultural y educacional. Nuestra cultura occidental está bastante orientada a esconder, disminuir, o muchas veces, eliminar el dolor a toda costa. En el terreno específico del nacimiento y parto, la evidencia muestra que la información entre familiares y amigos, incluso entre personal de la salud, está muy vinculada a los riesgos y dolores del parto vaginal, versus la seguridad y ausencia de dolor en las cesáreas.

Como este artículo no es en defensa de una u otra vía de parto, no voy a detenerme en comentar la creencia anterior, ya que por muy equivocada que la encuentre, hay que aceptarla y buscar la forma de transformarla y erradicarla para beneficio de las madres y sus familias.

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Volviendo al tema central, como muy bien lo explican Michelle Sadler y Magdalena Rivera en un artículo publicado en agosto de 2015, titulado “El temor al parto: Yo no me imagino el parto ideal, yo me imagino el peor de los partos”; los discursos médicos, medios de comunicación y relatos de experiencias de partos de otras mujeres configuran un imaginario del parto como un evento riesgoso y extremadamente doloroso, que merma la confianza de las mujeres en su capacidad de dar a luz y les infunde miedo sobre el proceso.

Mediante entrevistas realizadas a mujeres gestantes y puérperas, y a obstetras de salud privada en la Región Metropolitana de Chile, las autoras establecen que el temor al parto emerge como una dimensión relevante para la aceptación de intervenciones que no están médicamente justificadas, donde los temores principales de las mujeres se vinculan al dolor del parto y a los daños que puedan sufrir sus bebés.

Los conceptos de dolor y sufrimiento aparecen vinculados, lo que se traduce en la construcción de una experiencia bien dramática si entendemos que el sufrimiento conlleva indefensión, miedo, soledad, pánico y pérdida de control.

¿Para qué duele el parto?

Dicho todo lo anterior, mi intención no es negar o esconder el dolor en el parto, ya que este dolor cumple funciones muy importantes para favorecer un nacimiento. De todos los artículos y papers que he leído en el último tiempo, hay una entrada en el blog deEn Suelo firme, que me parece muy completo y de fácil comprensión, de hecho lo citaba en talleres de preparación al parto que dictaba. En él se detallan cinco funciones de dolor en el parto:

1.- Función de concentración: ¿Te imaginas dar a luz mientras tecleas frente al ordenador o lees un libro? No, ¿verdad? Yo tampoco. El dolor, en primer lugar, tiene la función de captar nuestra atención, hacer que nos concentremos en lo que está sucediendo, aislarnos del mundo exterior y buscar un lugar seguro e íntimo donde recibir al bebé.

2.- Función corporal: El dolor proporciona información a nuestro cuerpo sirviendo de guía para el movimiento, facilitando la adopción de posturas, indicando cuándo es el momento de mover este y no otro segmento de nuestro cuerpo y facilitar, con ello, la progresión del parto.

3.- Función hormonal: El dolor es el motor del equilibrio hormonal. Esto significa que nuestro cuerpo está diseñado para responder fisiológicamente al dolor poniendo en marcha la liberación de endorfinas cuya finalidad es hacernos sentir placer, compensando (que no eliminando, pues como ves, está ahí por algo), el dolor.

4.- Función de resistencia: Nuestro cuerpo responde al dolor sacando fuerzas extremas, aumentando nuestra resistencia y capacidad muscular ante el esfuerzo que está teniendo lugar.

5.- Función de protección: El dolor durante el parto va a cumplir un papel esencial en la prevención de lesiones, protegiendo los tejidos, pues nos hace conscientes en todo momento de cómo están (posición, grado de estiramiento, etc.) las distintas partes del cuerpo (articulaciones, músculos, ligamentos, etc.). Esto cobra especial importancia en nuestro suelo pélvico: si dejamos de sentir nuestra vulva, vagina y periné (por suministro de anestesia epidural a ese nivel), nuestros músculos quedarán dormidos (no los sentimos, pierden sus reflejos y no los podemos mover) y, por tanto, desprotegidos, sin posibilidad de adaptarse al paso de la cabeza del bebé distendiéndose con nuestra ayuda consciente y sin opción a desencadenar el reflejo de eyección fetal”.

Como siempre digo, la información es poder. No tengo dudas de que además de estas creencias en torno al parto, la relación con el dolor y el sufrimiento tienen muchísimo  que ver con la falta de conocimiento e información acerca de este proceso. El nacimiento de un hijo y de una madre es una experiencia única e irrepetible para la mujer. En la medida en que tengamos una experiencia positiva, la maternidad resulta también más placentera y luminosa.

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