Por qué el castigo es un método ineficaz de disciplina: Conoce algunas alternativas más útiles

Muchos padres no conocen otra forma de relacionarse con sus hijos que a través del castigo y control.

Guía de: Maternidad

Cuando le preguntas a los padres que castigan a sus hijos si consiguen resultados (a largo plazo) ninguno me ha contestado que sí. Y pongo entre paréntesis a largo plazo porque imagino que la conducta “castigada” es la que se quiere modificar o que los hijos no repitan.

Y aún sin ver resultados, es decir, no consiguen modificar la conducta o que no se repita; muchos de ellos siguen esperando que en algún momento sí les dará resultado. ¿Cuesta entenderlo, o no?

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Muchos padres no conocen otra forma de relacionarse con sus hijos que a través del castigo y control. Por eso, muchos temen perder este control que consideran deben tener sobre sus hijos y por eso los castigan.

Para entender porqué no es eficaz y las implicancias negativas que los castigos tienen, existen varios autores. A mí me gusta muchísimo el libro de Adele Faber y Elaine Mazlish “cómo hablar para que los niños escuchen y cómo escuchar para que los niños hablen”.

En él las autoras nos muestran a través de muchos casos diferentes cómo el castigo conduce a sentimientos de odio, venganza, desafío, culpabilidad, desmerecimiento y autocompasión.

También nos comparten la visión de diferentes autores para explicarnos porqué el castigo es un método de disciplina ineficaz, como por ejemplo:

1.- El empleo del castigo sólo ayuda al niño a desarrollar un mayor poder de resistencia y de desafío. (Children: The Challenge [Los niños: el desafío], doctor Rudolf Dreikurs. Hawthorn. 1964).

2.- (…) el castigo requiere control externo sobre una persona por medio de la fuerza y la coerción. Los agentes del castigo muy rara vez respetan o confían en la persona castigada. (“El caso contra las nalgadas”. Brian G Gilmartin, Doctor en Filosofía, en Human Behavior, febrero de 1979. Tomo 8,Numero 2).

3.- (…) el problema con el castigo es que no da resultado, que es una distracción y que en vez de que el niño se arrepienta de lo que hizo y piense en la forma de enmendarse, se preocupa con fantasías de venganza. En otras palabras, castigar a un niño en realidad lo privamos del importantísimo proceso interno de enfrentarse a su propio mal comportamiento” (Haim Ginott).

Aunque lo ideal sería que puedan leer el libro porque entrega muchas herramientas y formas para relacionarnos con nuestros hijos desde el respeto, detallo algunas de las alternativas que proponen las autoras para el castigo:

1. Señalar una forma de ser útil.

2. Expresar una enérgica desaprobación (sin atacar el carácter del niño).

3. Indicarle lo que usted espera de él.

4. Demostrarle al niño cómo cumplir en forma satisfactoria.

5. Ofrecerle una elección.

Cada uno de los puntos está muy bien complementado en el libro con diversos ejemplos cotidianos de familias, para diferentes grupos etarios. ¡Ojalá lo puedan leer! A mí me acompaña a diario y vuelvo a él cada vez que me veo sobrepasada.

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