¿De dónde nació decirle “pega” al trabajo en Chile? Conoce la historia
Guía de: Mitos y Enigmas
- Héctor Fuentes
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“Tengo que levantarme temprano mañana para ir a la pega” o “Todavía no encuentro pega”. Esas dos recurrentes frases aluden en nuestro país al trabajo, pero ¿Por qué le decimos “pega” al trabajo?

El puente Cal y Canto es considerado una de las mayores obras de ingeniería del período colonial. Fue construido con piedras, ladrillos y una mezcla de cal y huevos como elemento aglutinante.
En 1767 el enérgico corregidor de Santiago, Luis Manuel de Zañartu, ordenó la construcción de un gran puente sobre el río Mapocho, que la historia conocería como Cal y Canto. Con 202 metros de largo, 12 metros de altura sobre el río, y afirmados sobre cimientos de 4,2 metros de profundidad, su estructura estaba hecha de cal y de ladrillos y rocas traídas desde las canteras del cercano cerro Blanco. A lo largo del puente se observaban nueve arcos, que enmarcaban una calzada de 8,4 metros de ancho.
Se estima que se utilizaron unos 100 mil a 500 mil huevos para pegar los ladrillos y rocas de la estructura, pues de la clara del huevo mezclada con la cal viva, reducida a polvo fino, se fabricaba un excelente cemento o elemento aglutinante.
Juan Carlos Arellano Yévenes, miembro de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía, comenta que “en 1767 comenzó la construcción del puente de Cal y Canto en Santiago y se necesito mucha mano de obra, que consistía en pegar las piedras con cal. Muchos santiaguinos pasaban como dato el hecho de ir a la pega de las piedras a sus conocidos, de allí comenzó la tradición de llamar como ‘pega’ al trabajo”.
¿Y que pasó con el puente? Con el paso del tiempo, el puente Cal y canto se volvió en un símbolo de la ciudad de Santiago, agrupando a su alrededor garitas semicirculares en las que se instalaron tiendas en las que se vendían frutas y dulces, además de boticas, panaderías, bodegas de vinos, relojerías, sombrererías, talabarterías y hasta la imprenta del diario “La Estrella de Chile”.

Restos originales de la granítica estructura del puente Cal y Canto, que se encontraron durante la construcción de la Línea 2 del Metro de Santiago.
Según informa el Consejo de Monumentos Nacionales, “la construcción del puente fue inaugurada en 1782 y se mantuvo en buen estado hasta 1888, cuando las obras de canalización del río Mapocho deterioraron su estructura, produciendo el derrumbe de un tramo. Como consecuencia, el puente debió ser dinamitado unos meses después. Desde entonces, el puente quedó en el imaginario capitalino, formando parte de la memoria histórica de la ciudad, hasta que en 1985, en el contexto de la construcción de la Línea 2 del Metro de Santiago, se encontraron los restos subterráneos del puente colonial. En 1986, los restos del puente Cal y Canto fueron declarados Patrimonio Histórico por su valor patrimonial, arquitectónico e histórico para la ciudad de Santiago. Actualmente, algunos de estos restos se encuentran en la Estación Cal y Canto del Metro de Santiago y pueden ser observados diariamente por los transeúntes”.
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