El Horten Ho 229: El futurista avión “invisible” que desarrollaban los nazis
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- Héctor Fuentes
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En la fase final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, soldados norteamericanos del VIII Cuerpo del General Patton que tomaron una base aérea en Alemania se toparon con una futurista y avanzada aeronave alemana con diseño de ala volante.
Era el caza Horten Ho-229, un innovador avión desarrollado por los hermanos Walter y Reimar Horten (oficiales de la Luftwaffe pioneros en aviones de ala total sin cola), notable por su capacidad de reducir la detección por radar, una tecnología muy avanzada para su época, lo que representó un gran salto en la ingeniería aeronáutica, siendo considerado un precursor de los modernos aviones furtivos.
Tras su captura, los aliados estudiaron con detalle esta aeronave para comprender e integrar sus tecnologías en futuros desarrollos aeronáuticos.
El Horten Ho 229 fue un prototipo de cazabombardero que llegó tarde a los combates aéreos de la Segunda Guerra Mundial. Fue concebido originalmente por los hermanos Horten a principios de la década de 1930, cuando Alemania, debido al tratado de Versalles, tenía prohibido poseer una fuerza aérea.
Los hermanos siguieron algunas de las ideas del diseñador de aviones Frederich Lippisch, pionero de las aeronaves con ala delta, triangular, rompiendo con lo que se conocía en aquellos años, pues por entonces la mayoría de las aeronaves de combate tenían alas elípticas, como el Spitfire británico.
Construido por Gothaer Waggonfabrik AG a requerimiento del jefe de la Luftwaffe alemana, el Reichsmarschall Hermann Göring, el último prototipo del Horten Ho 229 (se llegaron a construir tres) fue la única aeronave que se acercó a la satisfacción ideal de su requisito de prestaciones “1000, 1600, 1000″, es decir, transportar 1000 kilogramos de explosivos, a una distancia de 1600 kilómetros y a una velocidad de 1000 kilómetros por hora.
Debido a su diseño de de “ala voladora”, presentaba muchas ventajas, partiendo por el hecho de que era difícil de identificar con un radar. Su diseño suave y sutil hacía que tuviera menos resistencia, por lo que gastaba menos combustible y volaba más rápido que los aviones que tienen el mismo motor.
Los Horten lograron que su prototipo fuera estable haciendo el ala larga y fina, para que el peso del aparato se repartiera por toda su superficie, lo que también disminuyó la fricción y aumentó la estabilidad del aparato.
El piloto tenía que yacer boca abajo, pues estaba sentado sobre un primitivo asiento de eyección impulsado por un resorte, pero la ventaja de esto era que la cabina estaba lejos del fuselaje y esto hacía al aparato más aerodinámico.
El Ho 229 fue construido en forma mixta, con la sección central y cabina del piloto en estructura de tubos de acero y el resto de madera. Se añadió carbón (conductor eléctrico) a los contrachapados y a la pintura para atenuar su visibilidad ante el radar británico, convirtiéndose así en uno de los pioneros del sigilo aéreo.
Russ Lee, curador del Museo Smithsonian del Aire y el Espacio de Washington DC, Estados Unidos, explicó que los nazis decidieron construir esta futurista nave luego que la aviación alemana convencional no pudiera imponerse sobre los cazas de la Real Fuerza Aérea en la Batalla de Inglaterra.
“Los alemanes, por supuesto, perdieron la Batalla de Inglaterra y Walter Horten se dio cuenta de que Alemania necesitaba un nuevo tipo de avión de combate. Y uno que fuera todo ala parecía interesante. El término revolucionario no es inapropiado cuando se habla del Ho 229. Los hermanos Horten eran más avanzados que nadie en ese campo en aquella época. Una de las grandes cosas de este avión era su estabilidad en el vuelo, a pesar de que no tenía cola. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, el prototipo fue llevado a Estados Unidos. En el camino, pasó un tiempo en un centro de pruebas británico, en Farnborough, cerca de Londres”.
Algunos expertos describen al Horten Ho 229 como el “primer bombardero invisible del mundo”, a pesar de que su papel original habría sido derribar las flotas de bombarderos aliados que estaban atacando objetivos industriales y ciudades alemanas.
Al Bowers, científico de la NASA que trabaja en el Centro de investigación de Vuelos Neil Armastrong de California y que ha puesto a prueba los principios de diseño de los hermanos Horten durante años, aseguró que la genialidad de estos diseñadores alemanes residió en usar un ala acampanada. “El Ho 229 se adelantó décadas a su tiempo. Creo que algún día será presentado como el progenitor del futuro de la aviación”.
El único fuselaje superviviente de Horten Ho 229, el V3, se halla hoy expuesto en la Sala Paul E. Garber del Museo Nacional del Aire y el Espacio en Suitland, Maryland, en los Estados Unidos.
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