El lado oscuro del Che Guevara: El revolucionario comunista que “amaba matar” y era homofóbico
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- Héctor Fuentes
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Para gran parte del mundo de la izquierda, el célebre guerrillero, político, escritor y revolucionario comunista argentino Ernesto Guevara (1928-1967), mejor conocido como “El Che Guevara”, es un mito latinoamericano y símbolo perenne de la lucha contra las injusticias sociales, basada en la revolución política, el antimperialismo, el marxismo y el comunismo.
Sin embargo, el hombre que se definía a sí mismo como “un pequeño condotiero (soldado mercenario italiano de la Edad Media) del siglo XX” y que escribió que “el verdadero revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor”, escondía también un peligroso lado oscuro, donde hacía gala de una insana pasión por la muerte y la violencia, además de una galopante homofobia.
En una carta escrita a su padre en Argentina, el Che admitía lo siguiente: “Tengo que confesarte, papá, que realmente me gusta matar”, mientras que en uno de sus escritos políticos opinaba que “para enviar hombres al pelotón de fusilamiento no es necesaria la prueba judicial. Ese procedimiento es un detalle burgués arcaico. ¡Esta es una revolución! Y un revolucionario debe ser una fría máquina de matar motivado por odio puro”.
En una página de uno de sus diarios, escrita con fecha 18 de febrero de 1957, donde relata la ejecución del guía campesino Eutimio Guerra, quien tras ser acusado de pasar información al enemigo fue condenado a muerte, el Che Guevara cuenta que “sus compañeros no querían pasarlo por las armas, pero acabé el problema dándole en la sien derecha un tiro de pistola 32 con orificio de salida en el temporal derecho. Boqueó un rato y quedó muerto. Al proceder a requisarle las pertenencias no podía sacarle el reloj, amarrado con una cadena al cinturón. Entonces alguien me dijo con una voz sin temblar muy lejos del miedo: ‘Arráncala, chico, total…’ Eso hice, y sus pertenencias pasaron a mi poder”.
Durante la famosa crisis de los misiles de 1962, cuando los Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron a punto de entrar en una guerra nuclear luego que los norteamericanos descubrieran cientos de misiles instalados en Cuba apuntando a sus ciudades más importantes, el Che Guevara –al igual que Fidel Castro- fue un declarado partidario de usar todo el poder nuclear soviético para borrar a los Estados Unidos de la faz de la tierra.
“Si los cohetes hubieran permanecido en nuestro poder, los hubiéramos usado todos y dirigido hacia el corazón mismo de los Estados Unidos, incluyendo Nueva York, en nuestra defensa contra la agresión. Pero no los tenemos, así que pelearemos con lo que tenemos”, confesó por aquella época el Che Guevara, en una entrevista concedida al diario socialista británico “Daily Worker”.
Payton Alexander, intelectual norteamericano experto en política y relaciones internacionales, comentó por su parte en un artículo que “el Che no es un inocente combatiente por la libertad. Fue apodado como ‘El Carnicerito de La Cabaña’ (fortaleza militar usada como cárcel y centro de fusilamientos por los revolucionarios cubanos), y fue reconocido por ordenar y supervisar la ejecución de cientos de disidentes políticos. Y a veces, por su propia mano”.
El disidente cubano Paquito D’Rivera corroboró lo anterior y aseguró que durante el período en el que el Che Guevara estuvo al mando de La Cabaña, supervisó los “juicios revolucionarios” y la ejecución de los disidentes condenados, entre los que se encontraba su propio primo, quien fue encarcelado y ejecutado en La Cabaña a causa de su condición de cristiano, al igual que otros cientos de prisioneros de esa cárcel.
En 1964, desde la tribuna de las Naciones Unidas, el Che, tras ser consultado por los fusilamientos sumarios arbitrarios que se habían implementado tras el triunfo de la revolución cubana en 1959, no se mostró arrepentido e incluso se vanaglorió de aquello: “Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario”, declaró.
En cuanto a otro lado desconocido de su personalidad, el Che Guevara, al igual que Fidel Castro, profesaba un odio declarado a los homosexuales, a quienes calificaba de “pervertidos” e “incapaces”, pues representaban todo lo contrario a su ideal del “hombre nuevo”, el renovado ser humano que debía surgir en Cuba después de la revolución marxista.
El periodista Manuel Villatoro, en un artículo escrito para el medio español ABC, comentó que, “según el Che, los homosexuales eran contrarios al ideal de ‘hombre nuevo’. Eran pervertidos sexuales. Por eso los persiguió y los internó en campos de trabajo. Los castristas aunaron todos sus esfuerzos para que la sociedad viera a los guerrilleros barbudos como hombres viriles capaces de salvar a la revolución. En la revolución, la homosexualidad se consideraba una fase que había que superar si se pretendía cumplir con los objetivos marcados por el sistema”.
Jacobo Machover, escritor y periodista y exiliado cubano, autor del libro “La cara oculta del Che: desmitificación de un héroe romántico”, en una entrevista concedida a la BBC el año 2017, comentó que “suele olvidarse que fue el Che Guevara quien creó el primer campo de trabajo de Cuba, en la península Guanahacabibes. Una prisión donde metían a funcionarios y militantes del Partido Comunista que no habían cumplido con las normas, y que fue el primer paso hacia más campos iguales en 1960, tristemente conocidos como Unidad Militar de Ayuda a la Producción. Enclaves en los que fueron encerrados homosexuales, católicos y adeptos a las religiones afrocubanas. Esos centros eran como los campos de reclusión nazis. Sólo cambiaron la inscripción ‘El trabajo libera’ por ‘El trabajo los hará hombres’, claramente dirigido a los homosexuales, ya que ellos creían que el homosexualismo era una desviación patológica que podía curarse”.
Machover agregó que el Che “es una figura que ha sido magnificada por todas partes del mundo. Se lo considera un héroe revolucionario, un romántico, un humanista, cuando en realidad en mi país, en Cuba, fue uno de los principales responsables de las ejecuciones que se produjeron en 1959 e incluso antes, cuando estaba en la Sierra Maestra luchando con Fidel Castro. A mí me parece que es una vergüenza seguir mostrando afiches y camisetas con la cara de alguien que es un verdadero asesino, y sin ninguna razón, de gente que no había sido juzgada”.
Machover añadió que el Che “sigue siendo un mito porque no se sabe toda la verdad. No se sabe suficientemente, en todo caso. Digamos que quien creó el mito del Che Guevara fue por un lado Fidel Castro y, por otro, una serie de intelectuales europeos, norteamericanos, y latinoamericanos también, que lo elevaron a la categoría de un ser perfecto, el ser más completo de nuestra era, como dijo el filósofo francés Jean Paul Sartre. Creo que hay una gigantesca mentira alrededor de ese hombre que le profería un culto a la muerte desde siempre, desde incluso antes de ser revolucionario…El Che Guevara escribía en su diario de viajes por América Latina durante su primer viaje en 1951-1952: ‘Degollaré a todos mis enemigos’, lo que da una idea de la patología de ese hombre. Él escribe en su mensaje a la Tricontinental en 1967, poco antes de morir en Bolivia, que el revolucionario debe ser una máquina de matar. Todos sus discursos están llenos de ese tipo de culto a la muerte, la muerte de los demás, no de la suya”.
A pesar de que no pocos creen que el Che era cubano, Ernesto Guevara nació el 14 de junio de 1928 en Rosario, Argentina, en el seno de una familia acomodada, lo que le permitió acceder a estudios superiores de medicina en 1947. Por esa época, y según afirmó su amigo de juventud Carlos Ferrer en un documental, el futuro revolucionario ya había demostrado que padecía de una “hipersexualidad” latente, lo que quedó demostrado cuando perdió su virginidad a una temprana edad con la empleada del hogar contratada por sus padres.
Carlos Figueroa, otro amigo de juventud de Che Guevara cuando el futuro guerrillero vivía en Córdoba, Argentina, aseguró por su parte que los impulsos primarios del Che lo llevaban a cometer agresiones sexuales que él consideraba normales. “Yo le puse el ‘Gallo Rápido’, porque estaba comiendo, y al entrar la mucama la obligaba a subirse a la mesa para hacerle el sexo desesperadamente. Después se deshacía de la infeliz, y seguía comiendo como si nada. Usaba a las mujeres de nivel social inferior como objetos sexuales”.
Humberto Corzo, director del sitio Cubanet, Prensa Independiente, opinó que el Che Guevara, un hombre que fue admirado durante décadas por escritores, políticos y cineastas de todo el mundo como una suerte de quijotesco paladín que luchó contra los molinos de viento imperialistas, y que pasó a la posteridad por su famoso retrato con boina, barba, cabello largo y mirada perdida, era en realidad un violento y fanático ególatra que no ha podido salir victorioso del juicio de la historia.
“El Che fue dogmático, rencoroso, envidioso, arrogante, soberbio, mentiroso, racista, carente de moral, mercenario y homófobo. Una fría máquina de matar que el fanatismo de la izquierda ha convertido en héroe”, concluyó.
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