El Templo de Diana en Efeso: ¿Cómo era una de las siete maravillas del mundo antiguo?

Contaba con 127 columnas y fue descrito como la construcción más grande y magnífica de la Antigua Grecia.

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En Efeso, ciudad griega ubicada en la costa egea, en la actual Turquía, se encontraba una de la siete maravillas del mundo antiguo: El sagrado templo dedicado a Artemisa (o Diana), la diosa virgen. Encargado por el rey Creso de Lidia en el siglo VI a.C. y diseñado por el arquitecto Quersifronte, se construyó sobre terreno rocoso para preservarlo de los terremotos, convirtiéndose en la construcción más grande del mundo griego, con 115,1 metros de largo por 55, 1 metros de ancho. Hecho totalmente de mármol, tenía 127 columnas de 18 metros de alto que rodeaban el cello o cuerpo principal, en cuyo interior albergaba la estatua de la diosa Artemisa, objeto de culto.

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Antípatro de Sidón describió así su primer encuentro con el mítico templo: “He posado mis ojos sobre la muralla de la dulce Babilonia, la estatua de Zeus en los Alfeos, los jardines colgantes de Babilonia, el coloso del sol, la enorme obra de las altas pirámides y la vasta tumba de Mausolo. Pero cuando vi la casa de Artemisa, allí encaramada en las nubes, esos otros mármoles perdieron su brillo”.

Antípatro también agregó que quienes lo contemplaban consideraban que el templo de Artemisa superaba “a todas las construcciones humanas” y que “el Sol no ha contemplado nada parecido”.

En el siglo II d.C., el viajero griego Pausanias escribió lo siguiente a propósito del santuario de Diana: “Tres cosas contribuyen a su fama: la magnitud del templo, que supera a todas las construcciones humanas, el esplendor de la ciudad de Éfeso y el renombre de la diosa”.

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Tras su construcción, el templo de Artemisa en Efeso se convertiría en una gran atracción turística, siendo visitado por mercaderes, reyes y viajeros, que pagaban tributo a la diosa en forma de joyas y otros bienes. El templo era respetado también como lugar de refugio, tradición que se trasladó al mito con la historia de las amazonas que se refugiaron allí huyendo de Hércules y de Dioniso.

El templo de Diana en Efeso sería destruido por un voraz incendio provocado por un pastor trastornado llamado Eróstrato, quien pretendía obtener fama inmortal destruyendo “el más bello de los edificios”.

Ese incendio se produjo el 21 de julio del año 356 a. C., la misma noche que, se dice, nació Alejandro Magno (el historiador romano Plutarco comentaría que la diosa Artemisa estaba demasiado preocupada por este hecho como para salvar su propio templo en llamas). Más tarde, Alejandro ofrecería a los efesios costear su reconstrucción, a lo que se negaron, aduciendo que no era conveniente que un dios le construyera un templo a otra divinidad.

A pesar de que el Templo de Diana en Efeso sería igualmente reconstruido en los años siguientes, siguiendo las líneas del anterior, terminaría siendo arrasado por los godos en el año 262 d.C.. Actualmente, una única columna de aquellas 127 sigue en pie.

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