“La Dama coja”: La mujer amputada que para los nazis fue la “espía aliada más peligrosa”

Virginia Hall se infiltró en la Francia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial y contribuyó al éxito de la victoria de su coalición.

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“Virginia Hall debe ser encontrada y destruida, pues es la espía aliada más peligrosa. Debemos acabar con ella”, fue el escueto comunicado que escribió el célebre nazi Klaus Barbie -alto oficial de la Gestapo y conocido como el “Carnicero de Lyon” por las atrocidades que cometió durante la ocupación alemana de Francia-, para referirse a una de las espías aliadas más célebres de la Segunda Guerra mundial.

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Virginia Hall, quien sería bautizada por los alemanes con el apodo de “La Dama Coja”, debido a que usaba una pierna ortopédica de madera, fue una de las espías aliadas más importantes del SOE (Special Operations Executive), organización del espionaje británico encargada de enviar agentes a los territorios franceses ocupados para organizar sabotajes, espiar, robar e incluso matar a oficiales nazis. La misma espía que fue lanzada en paracaídas en la Francia ocupada en agosto de 1941, convirtiéndose en los 15 meses siguientes en un auténtico dolor de cabeza para los alemanes.

De acuerdo a los registros de su actividad como espía, Virginia Hall “se convirtió en una experta en operaciones de apoyo: organizó movimientos de resistencia; suministró a los agentes dinero, armas y suministros; ayudó a escapar a los aviadores derribados; ofreció casas seguras y asistencia médica a agentes y pilotos heridos”.

Nacida en 1906 en Estados Unidos en el seno de una familia acomodada de Baltimore, Maryland, a los 21 años y gracias a sus estudios superiores, ya hablaba con fluidez alemán, francés e italiano. Sin embargo, a los 25 años de edad, sufriría un accidente de caza que le significó la amputación de la mitad de su pierna izquierda, que la obligaría por el resto de su vida a llevar una pierna ortopédica de madera.

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Virginia Hall intentó ingresar al Departamento de Estado de su país natal, pero por entonces no estaba permitido contratar a personas con miembros amputados. De ese modo, se trasladó a París en 1939 para unirse al Servicio Francés de Ambulancias, pero pocos meses después se produjo el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación de Francia por las tropas del Tercer Reich.

Cuando los alemanes entraron en París, Virginia huyó en compañía de una amiga con destino a Inglaterra. Allí conoció casualmente a Vera Atkins, espía británica nacida en Rumania que se dedicaba a reclutar posibles agentes para la sección F (por la inicial de “France”) del Special Operations Executive (SOE).

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“La Dama coja”, quien por entonces tenía 37 años de edad, tras ser reclutada por el SOE, fue la primera espía aliada en ser enviada a Francia, donde se instaló sin llamar la atención en una granja del pequeño pueblo de Crozant. Allí se hizo pasar por una anciana granjera, dedicándose aparentemente a cuidar vacas y hacer queso que vendía a las tropas alemanas. Para pasar inadvertida y aparentar más edad de la que tenía, se tiñó el pelo, se sometió a un tratamiento dental y, cuando la ocasión lo ameritaba, conseguía caminar sin cojear, pese a los fuertes dolores que sentía en la cadera.

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Virginia Hall establecería su base de operaciones en Lyon y las zonas aledañas, donde ideó toda clase de operaciones de sabotaje contra los alemanes, algunas de ellas muy llamativas. Por ejemplo, sabiendo que a los soldados de la Wehrmacht les gustaba visitar regularmente los burdeles franceses, convenció a muchas de las camareras para que introdujeran heroína en sus copas. Su propósito era que se convirtieran en adictos y que, cuando estuvieran en primera línea, padecieran un severo síndrome de abstinencia que les impidiera combatir.

También se le ocurrió usar a las prostitutas francesas que atendían a los soldados para contagiarlos a propósito con peligrosas enfermedades de Transmisión sexual (ETS). Con la ayuda del doctor Jean Rousset, el ginecólogo encargado supuestamente de certificar que las meretrices galas que atendían sexualmente a los oficiales y soldados teutones no sufrieran de ETS, daban el visto bueno a las prostitutas que padecían sífilis o gonorrea para que infectaran a los alemanes con estas enfermedades, de modo de incapacitarlos en el futuro en el frente de batalla. A su vez, ambos organizaron una clínica para ayudar a los miembros de la Resistencia que fueran heridos en combate.

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Virginia Hall, tras convertirse en una verdadera pesadilla para los alemanes, debió huir de Francia en noviembre de 1942 luego que los nazis la localizaran gracias a un “topo” que la Gestapo había logrado introducir dentro de la Resistencia francesa. Logró cruzar los Pirineos, pero fue detenida en España por entrar sin visado. Durante seis semanas estuvo recluida en una prisión en Figueras (Gerona), hasta que la embajada de Estados Unidos logró liberarla.

Posteriormente, “La Dama coja” pasó a formar parte de la OSS, la Oficina de Servicios Estratégicos de Estados Unidos predecesora de la actual CIA. Más tarde, usando una tarjeta de identificación francesa falsificada con el nombre de Marcelle Montagne y con el nombre en clave de “Diane”, regresaría a la zona ocupada de Francia (Borgoña) en marzo de 1944, donde suministró armas, entrenamiento y dirección a grupos de resistencia franceses, llamados maquis, contribuyendo de ese modo al éxito de la invasión aliada a Francia tras el Día D.

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Tras la victoria de los aliados y el fin de la Segunda Guerra Mundial, Francia le otorgó a Virginia Hall la Croix de Guerre avec Palme, mientras que Gran Bretaña la convirtió en miembro de la Orden del Imperio Británico. El gobierno de Estados Unidos, en tanto, le entregó la Cruz del Servicio Distinguido, la segunda máxima condecoración del ejército de ese país que se entregaba a quienes hubieran efectuado acciones de extraordinario heroísmo contra el enemigo.

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Finalizada la guerra, Virginia Hall trabajó para la CIA hasta su jubilación. Hoy, unas instalaciones de esta agencia gubernamental llevan su nombre. “La Dama coja”, la intrépida mujer que sería definida por los nazis y la Gestapo como la “espía aliada más peligrosa”, fallecería en su Maryland natal en 1982, a los 76 años de edad.

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