La increíble historia de amor entre un guardia de las SS nazis y una prisionera judía

La joven Helena Citrónová y el cabo austríaco Franz Wunsch protagonizaron en 1942 un curioso romance.

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En 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, un grupo de dos mil mujeres judías solteras procedentes de Eslovaquia fueron deportadas en tren a Polonia, al temido Campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau. Entre ellas se encontraba la joven judía Helena Citrónová, de 20 años de edad, quien a poco de llegar comenzó a trabajar en un comando exterior demoliendo edificios y cargando escombros. “Dormía sobre paja infestada de pulgas y miraba aterrorizada cómo las demás mujeres que me rodeaban comenzaban a abandonar toda esperanza y a morir”, recordaría Helena muchos años después, en una entrevista concedida a la BBC.

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Para escapar de la dureza y brutalidad del trabajo diario, que era sinónimo de muerte para muchas de sus compañeras de reclusión, Helena Citrónová se las arregló para ser trasladada a unos almacenes de Auschwitz conocidos como Effektenlager o simplemente Kanada, un “comando de limpieza” donde se llevaban todas las maletas y pertenencias de los deportados para que fueran ordenadas, clasificadas y enviadas de vuelta a Alemania para su venta y sufragio de la guerra.

Allí, por cierto, las condiciones de vida eran un poco más soportables para los judíos, pues en algunas ocasiones los prisioneros que laboraban allí al revisar y clasificar las maletas de los deportados se encontraban con alimentos que podían ingerir, a escondidas de los guardias de las SS.

Trabajadoras judías del "comando de limpieza" Kanada.

Trabajadoras judías del “comando de limpieza” Kanada.

A poco que Helena llegara a trabajar en Kanadá se celebró el cumpleaños de uno de los jóvenes guardias de la SS que supervisaba los trabajos de clasificación del barracón, el SS-Rottenführer (cabo primero) Franz Wunsch, un joven austríaco de 20 años que se había unido a las SS dos años antes.

“Durante la hora de la comida la Kapo nos preguntó si alguna de nosotras sabía cantar o recitar algo bonito, pues ese día era el cumpleaños del hombre de la SS. Las muchachas decían: ‘Canta, canta, tal vez así te deje quedarte aquí’. Entonces canté dos veces una canción alemana que había aprendido en la escuela. Fue así como él se fijó en mí. Y en ese momento, creo, se enamoró. Eso fue lo que me salvó”, relataría Helena Citrónová.

El cabo de las SS Franz Wunsch y la prisionera judía Helena Citrónová. Ambos se conocieron en 1942, en el campo de concentración de Auschwitz.

El cabo de las SS Franz Wunsch y la prisionera judía Helena Citrónová. Ambos se conocieron en 1942, en el campo de concentración de Auschwitz.

En efecto, después de oír cantar a Helena, el cabo de las SS Franz Wunsch quedó prendado de ella y a partir de allí intentó cortejarla con miradas disimuladas, palabras fugaces, gestos de amabilidad y cariño y breves notas que se pasaban cuando se cruzaban en el barracón, sin un ápice del sórdido deseo sexual que mostraban otros guardias de las SS, que no se contuvieron de abusar sexualmente de determinadas reclusas. Todo ello, a pesar de que el mismo Adolf Hitler había prohibido terminantemente las relaciones entre alemanes y judíos.

Con el tiempo, la proximidad entre Helena y Franz se estrechó y las atenciones y gentilezas del joven oficial, que incluso salvó a una hermana de Helena de morir en la cámara de gas, fueron ganando el afecto de la joven prisionera judía. “Con el paso del tiempo, llegó un momento en que de verdad lo amé. Arriesgó su vida por mí más de una vez”, relataría Helena Citrónová.

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, la derrota absoluta de la Alemania Nazi y el descubrimiento de los ominosos campos de concentración por los ejércitos aliados, los destinos de Helena y Franz Wunsch tomaron derroteros diferentes y no volverían a verse brevemente sino hasta 1972, pese a que el ex cabo de las SS emprendió una búsqueda desesperada para dar con el paradero de Helena que le tomó unos dos años.

Al no encontrarla, Franz Wunsch regresó a Austria, donde trabajó como empleado hasta 1971, año en que fue apresado y trasladado a Viena junto a Otto Graf, también guardia de las SS en Auschwitz, ambos acusados de “participación en el asesinato en masa en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau”. Helena Citrónová, quien por entonces vivía en Checoslovaquia, en ese momento salió del anonimato y viajó a Austria, donde declaró a favor de Franz Wunsck, quien quedó absuelto de todos los cargos y fallecería el año 2009 en su país natal.

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Algunos autores que investigaron esta insólita historia de amor que nació en los oscuros días del Holocausto aseguran que tras su deportación al campo de concentración de Auschwitz en 1942, Helena Citrónová en un principio trató de evitar al cabo de las SS que se enamoró de ella, pero al final llegó a quererle gracias a la protección que le ofrecía.

“Fue casi un agradecimiento, pero la realidad es que Helena odiaba a los nazis. Al final, y aunque llegó a afirmar que le amó, se olvidó de él. No se enamoró realmente. Incluso se despreció a sí misma después por sus sentimientos. No obstante, cuando Franz Wunsch fue juzgado en la década de los 70′, Helena Citrónová testificó en su favor. Acudió por compasión y contó la protección que le había proporcionado. Lo salvó y para ella fue como saldar una deuda”, relató la escritora Mónica González, autora del libro “Amor y Horror Nazi: Historias Reales en los campos de concentración”.

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