Los mitos creados por el cine sobre el hundimiento del Titanic: ¿Que pasó en realidad?
Guía de: Mitos y Enigmas
- Héctor Fuentes
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En la noche del 14 al 15 de abril de 1912, el transatlántico británico Titanic —de la naviera White Star Line—, el mayor y más lujoso barco jamás construido, que realizaba su viaje inaugural entre Southampton y Nueva York, chocó por su lado de estribor contra un iceberg en el océano Atlántico frente a las costas de Terranova, lo que provocó su hundimiento en menos de tres horas, a las 02:20 del 15 de abril. Allí fallecieron 1.513 personas por ahogamiento o hipotermia, lo que convirtió a este naufragio en el más fatal de la época y en una de las mayores tragedias marítimas de la historia.
El naufragio del Titanic, que supuso una conmoción en el mundo entero, sobre todo en Nueva York y en Inglaterra, ha sido abordado por el cine en varias películas y documentales, aunque sin duda la más famosa y vista de todas fue “Titanic (1997), una epopeya histórica y romántica dirigida por el director James Cameron, ganadora de once premios Oscars (incluyendo mejor película y mejor director) y que debido a su gran éxito mundial, revivió el interés por la trágica historia del malogrado trasatlántico, dando lugar a la aparición de numerosos libros, exposiciones, y la creación de muchas páginas web.
Así las cosas, conviene revisar varios mitos que todavía rodean la historia del hundimiento del Titanic, mitos que la célebre película protagonizada por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet dio por verdaderos, ya fuera por necesidad del guión o para hacer más atractiva y trepidante la historia. Estos son algunos de ellos:
1) ¿Era el Titanic un barco insumergible?
En un momento de la película, la madre de la protagonista mira hacia el barco desde el muelle de Southampton, una ciudad del sur de Inglaterra, y señala: “Así que este es el barco que dicen que es imposible de hundir”.
Sin embargo, a este respecto hay que consignar que el Titanic, un barco diseñado por los ingenieros navales Thomas Andrews y Alexander Carlisle y que comenzó a ser construido en 1909 bajo la iniciativa del empresario naviero J. Bruce Ismay en los astilleros de Harland and Wolff en Belfast, y que estaba provisto de dieciséis compartimentos estancos que servían para la protección del buque de las averías importantes, nunca fue considerado como insumergible, ya que los medios de comunicación de la época sólo le dieron una imagen de buque grande y fiable.
El profesor Richard Howells, maestro de sociología cultural del King’s College London, en un gran artículo que se publicó en el 2012 a propósito de los 100 años del hundimiento del Titanic, afirma que, en efecto, contrariamente a la leyenda distribuida después del hundimiento, nunca se consideró al Titanic insumergible. “Este es quizás el más grande mito que rodea al Titanic. No es cierto que todo el mundo pensara eso. Es sólo un mito retrospectivo y que genera una mejor historia. Contrario a la interpretación popular, su propietaria, la naviera White Star Line, nunca hizo una declaración contundente de que el Titanic fuera insumergible. Y, en realidad, nadie habló de que el barco era imposible de hundir hasta después que se produjo la tragedia”, sostiene Howells.
El académico detalla que el viaje del Titanic no fue una gran noticia antes de hundirse, pues su buque gemelo, el Olympic, ya le había robado protagonismo en su viaje inaugural desde Southampton a Nueva York en 1911. El Olympic, por cierto, tenía el mismo capitán que el Titanic, recorrió el mismo camino y tenía las mismas instalaciones de seguridad y el mismo número de botes salvavidas.
2) ¿La banda de música del “Titanic” tocó un vals mientras el barco se estaba hundiendo?
Una de las más imágenes más icónicas de la película “Titanic” es aquella que muestra a la banda de música tocando profesionalmente sus instrumentos en medio del pánico y desconcierto general, mientras el gigantesco barco se hunde irremediablemente en las gélidas aguas del Atlántico.
Los testimonios más fiables de la tragedia aseguran que a las 00:25 del 15 de abril de 1912, después que el barco chocara con el iceberg y comenzara a hundirse, se ordenó embarcar primero a las mujeres y los niños en los botes salvavidas. Al mismo tiempo, la orquesta comenzó a tocar en la parte delantera de la cubierta de botes, siguiendo las órdenes del capitán Edward J. Smith, quien quería así evitar el pánico general.
De ese modo, los siete músicos permanecieron en cubierta en un intento de mantener en alto la moral de los pasajeros, y la última melodía que habrían tocado fue el himno “Nearer, My God, to Thee” (“Más cerca de ti, Dios mío”), aunque otras afirmaciones, entre ellas la del radio operador Harold Bride, sostienen que la última canción fue “Songe d’Automne” (“Sueño de Otoño”), un vals popular de la época que formaba parte del repertorio de las orquestas de la White Star Line. También se asegura que ninguno de los músicos sobrevivió, por lo que todos se convirtieron en una especie de impensados héroes.
Simon McCallum, curador del archivo del British Film Institute, aseguró que los testimonios de los sobrevivientes relatan que la banda efectivamente tocó en la cubierta, pero todavía hay un debate acerca de cuál fue la canción final que ejecutaron. “El pasajero que recordó que tocaban el himno “Más cerca de ti, Dios mío”, fue lo suficientemente afortunado para salir mucho tiempo antes de que el trasatlántico se hundiera. En realidad nunca sabremos si los siete músicos del Titanic murieron, pero es una licencia poética”, dice McCallum.
Paul Louden-Brown, miembro de la Sociedad Histórica del Titanic que trabajó como consultor en la película de 1997, aseguró por su parte que la escena de los músicos tocando en la cubierta del Titanic mientras éste se hundía y que apareció en la película británica de 1958 “A Night To Remember” (que fue adaptada del libro del historiador Walter Lord y fue realizada con la ayuda de algunos supervivientes del naufragio, como el cuarto oficial Joseph Boxhall) era tan maravillosa, que el director James Cameron decidió repetirla en la famosa cinta de 1997.
Según el relato de los testigos, a las 02:17 hrs. del 15 de abril de 1912, los siete músicos de la orquesta habían dejado de tocar justo antes de que se cayera la chimenea que tenían delante de ellos. Poco después, la gran vidriera del barco se rompió, provocando la destrucción de la Gran Escalera y dando acceso al agua a todas las partes de la zona delantera no inundadas todavía.
3) ¿Cuál fue la verdadera responsabilidad en la tragedia del capitán del Titanic, Edward J. Smith?
Poco se sabe sobre las últimas horas del capitán del Titanic, Edward John Smith, pero el cine suele recordarlo como un héroe, a pesar de aparentemente no haber atendido las advertencias y no frenar la nave cuando se le informó que había hielo en su camino, pero por sobre todo porque había mantenido el barco a una velocidad demasiado alta, dadas las condiciones de navegación.
Las comisiones que investigaron la tragedia del Titanic concluyeron que varios factores se combinaron para explicar tanto el hundimiento como el elevado número de pasajeros que no pudieron sobrevivir. De partida, el buque no disponía de suficientes botes salvavidas (El Titanic disponía de veinte botes salvavidas para un total de 1.178 personas, contra las 2.227 que había en el buque), y la tripulación nunca había sido entrenada para enfrentarse a estos casos.
Otra causa que según algunos ayudó a desencadenar la tragedia fue un hecho insólito: los vigías del Titanic no tenían prismáticos, Y ellos mismos afirmaron que si los hubieran tenido, habrían podido divisar el iceberg a tiempo. De hecho, el iceberg fue visto aproximadamente a 500 metros de distancia, y le faltaron cerca de 800 metros a la nave para detenerse con los motores parados o puestos en marcha atrás, por lo que los prismáticos hubiesen permitido ver el iceberg a una distancia muy superior. Los vigías del Titanic creían que se habían olvidado los prismáticos en el puerto inglés de Southampton, pero actualmente se sabe que David Blair, el oficial que tenía la llave para acceder a los gemelos destinados a los vigías, tuvo que ceder su puesto a un compañero en Southampton y abandonó el barco con la llave en el bolsillo. Sin embargo, muchos oficiales del Titanic sí tenían prismáticos, pero ninguno de estos aparatos les fueron prestados a los vigías.
El capitán del Titanic, Edward J. Smith, se habría percatado de la colisión del barco con el iceberg cuando estaba en su camarote. Fue inmediatamente al puente para hablar con el primer oficial William McMaster Murdoch, quien estaba al mando de la cubierta. El capitán Smith luego ordenó parar las máquinas y envió al cuarto oficial Joseph Boxhall a investigar. El oficial hizo una inspección rápida, no remarcó nada y tranquilizó al capitán, el cual pidió, sin embargo, una inspección más detallada a un carpintero que descubrió una vía de agua. El capitán Smith llamó entonces a Thomas Andrews, el ingeniero que había diseñado el buque, y los dos hombres fueron a hacer una inspección. Ambos descubrieron con espanto que cinco compartimentos ya estaban inundados, lo que condenaba a la nave a su inevitable hundimiento. A continuación, se estableció un pronóstico: el Titanic se hundiría en una hora o dos a lo sumo.

El capitán del Titanic Edward J. Smith y su versión cinematográfica en la película “Titanic” (1997).
Como sea que fuere, el capitán del Titanic Edward J. Smith, como mandamás del trasantlántico, a juicio de los expertos tomó pésimas decisiones que ayudaron a precipitar la tragedia. Paul Louden-Brown, a quien le disgustan las representaciones excesivamente benévolas del capitán Smith en el cine, aseguró que “él sabía cuántos pasajeros había en el barco y el número de espacios en los botes salvavidas y permitió que salieran parcialmente llenos. El primer bote salvavidas, con una capacidad de 65 personas, contenía tan sólo 27 personas. Muchos de estos barcos salvavidas se fueron medio vacíos y no regresaron a recoger a los sobrevivientes. Smith fue el responsable último de todas las fallas de la estructura de mando a bordo. Nadie más puede tener la culpa”.
El capitán Smith, además, no emitió una orden general de “abandonar el barco”, lo que significa que muchos pasajeros no se dieron cuenta de que el Titanic estaba en peligro inminente. Además, no había ningún plan para una evacuación ordenada, ni se hicieron simulacros de emergencia con antelación. John Graves, del Museo Nacional Marítimo de Londres, concuerda en que en esa fatídica noche “Smith parece haberse desvanecido en el éter” y aventura la posibilidad de que el capitán puede haberse traumatizado cuando se dio cuenta que no había botes salvavidas suficientes para salvar a los ocupantes del malogrado trasatlántico.
Aun así, tras recuperarse aparentemente de su indecisión, el capitán Smith intentó auxiliar en la evacuación. La superviviente Ella White dijo que vio al capitán ir hasta la escalinata principal para pedir a los pasajeros que acudieran a los botes, mientras que el pasajero Arthur Godfrey Peuchen afirmó que Smith “estaba haciendo todo lo que podía para llevar a las mujeres a los botes y que fueran botados apropiadamente”. A la 01:45 hrs., con el castillo de proa del Titanic ya sumergido, la mayor parte de los botes salvavidas se encontraban ya en el agua y Smith, al percatarse de que la mayoría no estaban ocupados en su totalidad, comenzó a llamarlos mediante un megáfono para lograr su retorno y embarcar a más pasajeros. El pasajero Robert Williams Daniel comentó acerca de las acciones del capitán: “El capitán Smith fue el mayor héroe que yo vi. Permaneció en el puente y gritó por un megáfono, intentando ser oído”.
El capitán Smith, a las 02:10 hrs. del 15 de abril de 1912, cuando ya no quedaban botes salvavidas y tras decirle a sus subordinados con un megáfono: “Bien chicos, procuren lo mejor para las mujeres y niños, y sálvese quien pueda”, caminó hacia el puente del Titanic solo y allí se quedó, esperando hundirse estoicamente con su barco. El mismo pasajero Robert Williams Daniel relató que “vi al capitán Smith en el puente. Mis ojos estaban clavados en él. La cubierta desde la que había saltado estaba ya bajo el agua. El agua trepaba lentamente, y llegaba ya al suelo del puente. Después llegó al pecho del capitán. No lo vi más. Murió como un héroe”.
4) ¿J. Bruce Ismay, el empresario naviero cobarde y ambicioso?
Toda gran historia siempre debe tener a un malvado, un traidor o un cobarde, y en el caso de las películas que se hicieron sobre la tragedia del Titanic, la persona que encarnó todos esos vicios fue J. Bruce Ismay, el presidente y director de la compañía White Star Line, que construyó el Titanic y fue uno de los sobrevivientes de la tragedia. Casi todos los prejuicios en contra de Ismay, tal como muestra la película “Titanic” de 1997, se centran en las denuncias acerca de su supuesta cobardía al escapar del barco que se hundía, mientras que los demás pasajeros, especialmente mujeres y niños, fueron abandonados a su suerte.
Todos los guiones retratan a Ismay como un cobarde que intimidó al capitán para que condujera más rápido el barco y después salvó su propio pellejo al saltar al primer lugar disponible en un bote salvavidas. Y aunque el comité de investigación del gobierno de los Estados Unidos lo acusó de haber ejercido presión sobre el capitán para acelerar la velocidad del Titanic, no se encontraron pruebas de su responsabilidad.
La noche del 14 de abril de 1912, antes que el Titanic chocara con el iceberg, Ismay estaba acostado sin dormirse aún en su suite cuando sintió alboroto en los pasillos, y al preguntar a uno de los empleados lo que ocurría este respondió que habían golpeado un iceberg. Se colocó un abrigo encima del pijama y subió al puente. Allí estaba el capitán Edward Smith, quien dijo que el barco había chocado con un iceberg y que se temía que fuera serio. Ismay bajó a la sala de máquinas y habló con Joseph Bell, ingeniero jefe de máquinas, quien le dijo que las bombas podrían sostener el barco. Fueron las últimas buenas noticias que escuchó. Ismay volvió al puente y esta vez estaban Thomas Andrews y el carpintero John Hutchinson junto al capitán Smith, y allí escuchó la sentencia de muerte que se le daba al RMS Titanic.
Ismay volvió a su camarote y posteriormente salió a la cubierta de botes a ayudar en las labores de abandono del barco. Durante el hundimiento, ayudó en la preparación y en la descarga de los botes salvavidas. En un momento, Ismay, quien estaba con otro pasajero de primera clase (William Carter), vieron que no había mujeres ni niños en las proximidades de la cubierta por lo que fueron invitados a ocupar un lugar en el bote salvavidas plegable C, ocupando el lugar de un oficial y él ocupó un lugar dentro del bote sin que nadie se lo impidiera. Este incidente, de acuerdo con Ismay, lo atormentó por el resto de su vida, ya que aún había muchas mujeres y niños en el barco. Su sirviente personal, Richard Fry, y su secretario William H. Harrison, por cierto, permanecieron en el barco y perecieron en el hundimiento.
Algunos informes aseguran que en los últimos momentos del barco, Ismay no fue capaz de mirar el hundimiento, oponiéndose a creer que su creación empresarial fuera a hundirse en medio del Atlántico Norte. Ismay fue rescatado del bote salvavidas por el barco Carpathia de la Cunard Line, y llegó a Nueva York el 18 de abril. Luego, Ismay testificó en las investigaciones del hundimiento del Titanic, primero en el Senado de los Estados Unidos (presidido por el senador William Alden Smith) y luego en el Board of Trade británico (presidido por Lord Mersey).
Tras el desastre, Ismay fue crucificado públicamente por la prensa estadounidense y británica por abandonar el barco cuando aún quedaban muchas mujeres y niños en él. Algunos periódicos lo llegaron a llamar “J. Brute Ismay” ( “J. Bruto Ismay”). También se hicieron caricaturas de él en cartón, mostrándolo abandonando el barco. La sociedad de Londres lo acusó y lo etiquetó como uno de los mayores cobardes de la historia. La mayor parte de las críticas de la prensa provenían de periódicos de los cuales era dueño William Randolph Hearst, del cual se dice, tenía una venganza personal con Ismay. Los diarios de Hearst incluso publicaron, en tono de burla, la lista de todos los fallecidos y en la columna de los sobrevivientes se leía un sólo nombre: Ismay. El 30 de junio de 1913, Ismay dimitió de la presidencia de la International Mercantile Marine Company y de la presidencia de la White Star. Finalmente fallecería en Inglaterra en 1937 de una trombosis cerebral.
Todavía hoy existe controversia sobre la actuación de Ismay en el Titanic. Algunos pasajeros dijeron haber escuchado a Ismay presionando al capitán Edward John Smith para que acelerase la velocidad del barco, para llegar a Nueva York antes de lo previsto con el objetivo de asombrar a la prensa, generando así una estupenda publicidad para la compañía. Un pasajero también dijo haber visto a Ismay en la cena con una alerta de iceberg en la mano, pero que sólo la miró un poco para guardarla en su bolsillo rápidamente. Sin embargo, dichas declaraciones no fueron apoyadas nunca por los oficiales supervivientes de la tragedia, por lo que fueron consideradas poco fiables.
El académico Paul Louden-Brown comentó que “cada cineasta ha encontrado que la traición es demasiado deliciosa para no incorporarla en su película. Si nos remontamos adonde comenzó todo, llegamos hasta William Randolp Hearst, el magnate de los diarios en Estados Unidos. Él e Ismay habían roto relaciones cuando el segundo no cooperó con la prensa en relación a un accidente en otro barco de la White Star Line. Cuando me invitaron como asesor de James Cameron para la película “Titanic”, sostuve que retratar a Ismay como el villano era injusto, pero igual apareció en esa cinta como un hombre ambicioso, cobarde y pusilánime, ya que una cosa que me dijeron fue ‘esto es lo que el público espera ver’ “.
Lord Mersey, quien dirigió la investigación británica sobre el hundimiento en 1912, llegó a la conclusión de que Ismay había ayudado a muchos otros pasajeros antes de encontrar un lugar para sí mismo en el último bote salvavidas que salió de estribor. “Si no hubiera saltado en él, simplemente se hubiera añadido una vida más a las que se perdieron”, dijo.
Frances Wilson, autor de “Cómo sobrevivir al Titanic: El hundimiento del J. Bruce Ismay”, consideró finalmente que el vilipendiado empresario naviero inglés era sólo “un hombre común atrapado en circunstancias extraordinarias. Su desconcertante comportamiento en el Titanic se debió a la confusión en torno a su condición: ¿era un pasajero normal, como afirmaba, o como las investigaciones sugieren un “súper capitán”? Las personas a bordo actúan de acuerdo con su rango e Ismay no tenía ni idea de cual era el suyo”.
5) ¿Dejaron morir a los pasajeros de tercera clase?
Una de las escenas más controvertidas e impactantes de la película “Titanic” (1997), de James Cameron, es cuando se muestra a los pasajeros de tercera clase retenidos bajo cubierta contra su voluntad, sin que se les permitiese llegar a los botes salvavidas, lo que causó la muerte de la mayoría de ellos.
El hundimiento del Titanic causó alrededor de 1.500 muertes, en una cifra que oscilan entre los 1.491 y 1.513 fallecidos. Los miembros de la tripulación fueron los más afectados, ya que el 76 % de ellos falleció; igualmente, el 75 % de las personas que viajaban en tercera clase encontró la muerte; esto último se debió a varios factores. En primer lugar, los camarotes de tercera clase se encontraban lejos de la cubierta donde estaban los botes salvavidas, y eran los que tenían mayor dificultad para acceder a ellos. Además, la tercera clase estaba compuesta, en su mayoría, por inmigrantes y muchos de ellos no hablaban inglés y, por lo tanto, tuvieron más dificultades para orientarse por el buque. Finalmente, muchos pasajeros de tercera clase se encontraron con las puertas cerradas por la tripulación al inicio del hundimiento, como medida de seguridad.
Richard Howells argumenta que no existe ninguna evidencia histórica para sostener que la tripulación del Titanic contuvo a propósito a los pasajeros de tercera clase en el interior del barco. “Existían rejas que separaban a los pasajeros de tercera clase de los demás. Pero esto no era en previsión de un naufragio, sino en cumplimiento de las leyes de inmigración de Estados Unidos y la temida propagación de enfermedades infecciosas. Los pasajeros de tercera clase incluían armenios, chinos, holandeses, italianos, rusos, escandinavos, sirios y británicos, quienes embarcaron en busca de una nueva vida en EE.UU. En virtud de la legislación estadounidense vigente, los inmigrantes tenían que ser mantenidos por separado. De manera que, antes de que atracara en Manhattan, el Titanic habría tenido que detenerse en la isla de Ellis, para que estos fueran sometidos a controles sanitarios y a los controles de inmigración”, dice Howells.
Howells aseguró que el gran problema fue que los pasajeros de tercera clase tuvieron que encontrar su camino a través de un laberinto de pasillos y escaleras para llegar a la cubierta del barco, mientras que los pasajeros de primera y segunda clase tenían más probabilidades de llegar a los botes salvavidas situados en la cubierta del barco. El informe que se elaboró tras la investigación británica reveló que el Titanic estaba en conformidad con la ley de inmigración estadounidense en vigor en el momento y que las acusaciones de que los pasajeros de tercera clase fueron encerrados bajo cubierta eran falsas.
Lord Mersey, quien estuvo a cargo de la investigación de la tragedia desde el lado británico, señaló que muchos pasajeros de tercera clase fueron “reacios” a abandonar el barco y a “desprenderse de su equipaje” y que tuvieron dificultades para llegar a los botes salvavidas. Ninguna de las pruebas presentadas señaló alguna mala intención de obstruir a los pasajeros de tercera clase, sino más bien un descuido provocado por la obediencia ciega a las normas, aunque los resultados fueron igualmente fatales.
Ningún pasajero de tercera clase ofreció testimonio en la investigación británica, pero estuvieron representados por un abogado, W. D. Harbinson, quien llegó a la conclusión de que “no se dio ninguna evidencia en el curso de este caso para fundamentar una acusación de que se realizara algún intento para contener a los pasajeros de tercera clase”.
Lo que sí es cierto es que, tal como se mencionó anteriormente, el 75 por ciento de los pasajeros de tercera clase del Titanic fallecieron en la tragedia, incluyendo a gran parte de los niños, pues 53 de los 109 niños que viajaban a bordo del Titanic murieron. Los niños de segunda clase sobrevivieron todos, y la muerte de un niño de la primera clase fue debida a la negativa de los padres a embarcarse en un bote. En cambio, la gran mayoría de los niños que viajaban en tercera clase, por las razones anteriormente expuestas, fueron víctimas del naufragio.
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