El famoso ingeniero eléctrico y mecánico serbiocroata Nikola Tesla (1856-1943) es considerado uno de la mentes más brillantes de la época contemporánea, así como un genial inventor que siempre se adelantó a su tiempo. Conocido por sus contribuciones al diseño del moderno sistema de suministro de electricidad de corriente alterna, entre sus inventos y descubrimientos se cuenta el motor asíncrono de corriente alterna, los principios teóricos del radar, los rayos X, la transferencia de energía eléctrica en forma inalámbrica, el control remoto inalámbrico, la lámpara fluorescente, el microscopio electrónico y herramientas de medición y control climático.

Tesla, a partir de la primera década del siglo XX, comenzaría a concebir bocetos de aparatos que usaban una nueva tecnología antigravedad, lo que lo animó a presentar un requerimiento para patentar una peculiar aeronave que no usaba motor a combustión, alas ni hélices, se movería en cualquier dirección a gran velocidad y se detendría en el aire, permaneciendo estático.

Esa máquina voladora era lo que Tesla llamaba “el primer platillo volador del mundo”, que empleaba métodos totalmente revolucionarios: disponía de un capacitor discoidal con un tamaño suficiente como para que su empuje le permitiera volar, mientras otros pequeños capacitores permitirían controlar la dirección, a lo que se agregaba un sistema de estabilización y control giroscópico de accionamiento eléctrico. El interior de la nave, en tanto, estaba equipado con pantallas planas de video y cámaras externas para los puntos ciegos de los pilotos.

“Ahora estoy planeando máquinas aéreas desprovistas de alas, alerones, hélices y otros accesorios externos, que serán capaces de alcanzar velocidades inmensas”, escribió Tesla en su autobiografía.

Tesla, en otra parte de sus memorias, cuenta que “después de estos experimentos, planeé construir una máquina que pudiera volar no sólo en el aire sino también en el espacio interplanetario. El principio de funcionamiento de la máquina voladora es el siguiente: hacia la dirección del vuelo, la compresión del éter se vuelve más débil por el generador instalado en la máquina voladora. A medida que el éter sigue presionando con una intensidad previa desde todos los demás lados, la máquina voladora comienza a moverse. Al estar dentro de esta máquina voladora, no sentirás su aceleración ya que el éter no debe obstaculizar tu movimiento…Mi generador de energía será del tipo más simple: sólo una gran masa de acero, cobre y aluminio que comprende una parte estacionaria y giratoria, ensamblada de manera peculiar”.

Si bien la patente de esta futurista máquina voladora fue concedida, el platillo volador creado por la insaciable imaginación de Nikola Tesla presentaba un serio inconveniente: como no llevaba su fuente de energía, sino que debía ser energizado por unas torres de transmisión inalámbrica (fuentes de la “energía libre”), cuando la falta de financiación hizo que se abandonara el desarrollo de las torres, el proyecto de la nave también fue dejado de lado, y nunca llegó a fabricarse, sin mencionar que el propio Tesla también había decidido abandonar el proyecto debido al inicio de la Segunda Guerra Mundial y el temor que fueran utilizadas para el mal.

“Tuve que abandonar mis proyectos para crear la máquina voladora. Había dos razones para ello, primero no tengo dinero para trabajar en secreto. ¡pero la razón principal es que la guerra comenzó en Europa y no me gustaría que mis inventos se usaran para matar! ¿Cuándo demonios se detendrán esos locos?”, escribió Tesla en su biografía.

Después de la muerte de Nikola Tesla en 1943 debido a un infarto al miocardio, a los 86 años de edad, la mayoría de sus notas, cuadernos y planes fueron incautados por el FBI, que también se apoderó de sus patentes “por razones de seguridad nacional”.