Dolor, bullying y recaudación: Los polémicos condimentos de la nueva canción de Shakira que generan críticas

La colombiana en pleno Siglo XXI: bases musicales mínimas, acento reggaetonero y mucha agresividad forman parte de su nuevo éxito.

Guía de: Música Pop

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El mundo entero habla del nuevo tema de Shakira. Y una conclusión parece ganar por goleada en los adeptos que la apoyan en este mundo de logaritmos, donde todos nos rodeamos de los que coinciden con nuestros pensamientos y el cuestionamiento no existe, todos aislados y cada vez más sesgados: “Las mujeres ya no lloran, facturan”, repiten, como loros, miles de seguidores en las redes sociales una de las peores frases de la canción. Bien por Shakira, si es que eso le supone agrandar su cuenta bancaria. Es un tema personal que a los demás (excepto para quienes viven de testigos de vidas ajenas, tal vez porque la propia no da para demasiado análisis) no debería moverles demasiado el amperímetro.

¿Qué nos importa a los que amamos la música? Eso: la música. Y una conclusión se levanta en seguida por sobre las demás: los que amamos a la Shakira cantautora de finales del Siglo XX nos estamos agarrando las cabezas. O peor aún, tapando los oídos. Shak podrá tener más dinero, pero poco a poco va despedazando su prestigio artístico. Arte y dinero, perdón, no van de la mano. A lo sumo, alguna vez no han chocado descaradamente (y muchas veces sí lo han hecho).

La colombiana más querida ha ido simplificando cada vez más sus letras a medidas que pasaban los años. He ahí un prejuicio en el que han caído mucho: si no escribo simple, los chicos jóvenes no me entienden; ergo, pierdo público… o clientes, da igual llamarlos como prefieras. De aquellas primeras y hermosas letras larguísimas a las metáforas urbanas (“debajo el asfalto y más abajo estaría yo, sin tí”). De aquellas cartas de adolescencia a las reflexiones sobre la explosión popular. Pues bien, nada más queda de todo aquello, cantaría Gustavo. Su nuevo tema es sencillo, lleno de juego de palabras infantiles pero con un nuevo ingrediente que llegó, al parecer, para quedarse en su música: el ataque reiterado a una persona. Es decir, bullying hecho y derecho. ¿Le dijeron a Shak que ya no se usa más atacar a un sujeto en particular?

Pero no es que nos halla agarrado un ataque de altruismo, se trata, simplemente, de que nos gustaría ver a nuestra ídola resiliente, pudiendo salir de esta dura etapa sin echar culpas afuera. Al fin y al cabo en 2023 ya hemos entendido (o deberíamos haberlo hecho) que el amor no es todo en una vida. Ni siquiera es metonimia de éstas. Shak tenía mucho más que su pareja: tiene pega, hijos, sueños, padres. El ya famoso Piqué tiene todo el derecho de dejar de querer a alguien, en este caso a ella. Y nadie, ni siquiera una cantante famosa, debería arrogarse el derecho de hostigarlo por haberlo hecho. Como dicen los chicos: supéralo ya, Shakira.

La cantante parece ni siquiera estar muy al tanto de cómo han sido y son las cosas. En su agresiva canción dice “contigo ya no regreso ni que me llores ni me supliques”. Nadie está pidiendo volver contigo, Shak. Te han dejado. Han escogido a otra. Duele ¿no? No es cuestión de ser crueles, pero has de ir trabajando sobre el orgullo porque, a medida que pasen los años y tu música vaya perdiendo efecto, te irán dejando muchos más: no solo hombres, sobre todo productores y consumidores. El mundo de los negocios al que pareces apuntar deliberadamente con aquello de “facturar”, es volátil como pocos. ¿Conoces la expresión “los amigos del campeón”? Ya la conocerás…

En su carta de odio, Shakira salpica (justamente) para todos lados. La pobre Clara Chía la ha ligado también y eso que no ha hecho nada malo excepto ser joven y hermosa. ¿Se ha enamorado de un hombre que se encontraba casado? Otra vez: estamos en 2023, por Dios. Ningún sentimiento debería subordinarse a un trámite legal. Las ideas de Shakira sobre infidelidad parecen ochenteras.

En el ataque a la novia de su ex, Shakira vuelve al consumo: “Cambiaste un Ferrari por un Twingo, un Rolex por un Casio…” Si bien se trata de una muy mala, al menos la expresión es, técnicamente hablando, una metáfora, pues ni Shak ni Clara son automóviles. Lo que nos duele es la obsesión de Shakira por el dinero y esto nos lleva al punto más importante. Grandes artistas envejecen venerados en todo el planeta. Algunos con más dinero, otros con menos. Lo mismo da. Los hombres de negocios mueren solos. Si Shakira no ha leído a Dickens, es un buen momento para recomendárselo. Perdón por el spoiler: el millonario y odioso Scrogge se ve muriendo solo en un futuro hipotético, pero despierta la víspera de navidad y comprende que aún está latente la posibilidad de cambiar. Dickens es claro en eso, tan claro que hasta este mundo sin metáforas lo puede entender: no es que sí o sí cambiará. Solo está la posibilidad de hacerlo. De Shak depende. Los que amamos tu vieja música, deseamos que puedas lograrlo. De corazón.

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